Enric Benito es Una vida de coratge i compassió, título que da forma a su libro biográfico escrito por la periodista Assumpció Cortès (Palma, 1956), que presentarán conjuntamente el próximo 7 de junio, a las 19.00 horas, en Sa Nostra. «La vida de Enric está llena de casualidades que le llevaron a un hito muy concreto», escribe entre las páginas la periodista, escritora y amiga del doctor. Una de ellas fue una depresión que le mantuvo seis meses alejado de la oncología, especialización de Benito hasta que le interesaron los cuidados paliativos a finales de los años noventa. La muerte de su madre también le dejó muy tocado. Ocurrió en el año 1993. Recuerda con exactitud las palabras que le dijo antes de irse: «Yo estoy bien, no tengas miedo de nada», le dijo. Al doctor, ese momento, le impactó.
Especialización
«Los cuidados paliativos controlan el dolor y sabemos con certeza que pueden llegar a muchos casos. El 90 % del dolor puede desaparecer», asegura Benito, quien es además miembro de honor de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos. Él mismo llevó al Parlament balear, en 2015, una ley para desarrollar esta especialización en Balears. Pero, como dice, «la ley es una foto que se hacen los políticos. Es un papel mojado si no hay presupuesto detrás», porque la propuesta no tuvo ningún desarrollo posteriormente. Sin embargo, y a día de hoy, las Islas son una de las pocas comunidades que tienen reforzados los cuidados paliativos. Y la UIB, una de las pocas universidades que incluye esta asignatura, aunque todavía queda camino para convertirse en especialización y que sea reconocida por el Sistema de Salud.
El doctor Benito ha despedido a una media de 250 personas anualmente durante diez años en el Hospital Joan March. Y dice que «cada experiencia es sagrada». La periodista Assumpció Cortès secunda sus palabras. Ambos se conocen desde hace veinte años. La muerte del marido de ella les unió. Y ahora, años después, lo hacen para escribir la historia más personal del doctor.
El paso de Assumpció por los cuidados paliativos comenzó con el primer colectivo de voluntarios que se creó en las Islas y que hoy es la actual Asociación DIME. Participaba como gerente y a pesar de que no ha sido voluntaria, sí lo ha hecho de puertas hacia dentro: acompañó a su marido en el final de su vida, a su madre y a una hermana. «Cuando mi marido fallecía, mis hijos y un amigo nos metimos en la habitación y su fin lo hicimos en silencio y meditando. Fue una experiencia muy bonita», recuerda.
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