Los docentes del CEIP Miquel Porcel de Son Cladera, este jueves, reunidos. | miquel a. canellas

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Los docentes del CEIP Miquel Porcel, ubicado en la barriada palmesana de Son Cladera, han podido celebrar este jueves su primer claustro en la sala de maestros. Hasta ahora los tenían que hacer en el patio para evitar contagios de coronavirus, pero tras dos años marcados por las restricciones el nuevo curso empieza libre de mascarillas y controles. Solamente un gel desinfectante colocado en la entrada del centro recuerda los impactos de la pandemia.

Una estampa similar se repitió en los más de 420 centros educativos de Balears que han arrancado con el primer claustro del año para preparar el inicio del curso, que comienza el lunes 12 de septiembre.

«Empezamos a organizarlo todo y entregamos el cuaderno del maestro, con la información de las sesiones de evaluación y el calendario escolar», según ha explicado a este diario la directora del Miquel Porcel, Maria Antonia Santandreu. El primer día de trabajo también sirvió para presentar nuevas caras. De los 26 docentes que trabajan en este colegio, seis se han incorporado este jueves.

Maria Lluïsa Esteve, una de las recién llegadas, dice que en el centro todo está «muy organizado» y que «jamás» había recibido una acogida «tan grande» como en este CEIP. «Venía de escuelas de pueblos, como Binissalem y Sant Joan, donde no me recibieron así», apunta. «Me ha sorprendido mucho lo bien que está organizado, la concreción curricular es espectacular, y no lo digo por queda bien», comenta. Sin embargo, admite que le da un poco de miedo afrontar el cambio de ley educativa. Esteve se encargará de primero de Primaria y la normativa se aplica en los cursos impares como el suyo.

«Hasta que no llevemos a la práctica, no sabemos cómo irá. La teoría es muy bonita, pero luego hay que poder aplicarlo. Cada centro lo hará como pueda», afirma Llorenç Palou, maestro que lleva seis años en el centro. Coordina la huerta urbana que tienen en el patio, y que se engloba en una serie de innovaciones pedagógicas hecha en el centro, como una aula de emociones para resolver conflictos entre alumnos.

Para Maria Antonia Santandreu, estos cambios les ayudarán mucho a la hora de trabajar por proyectos. «En la huerta, por ejemplo, podemos explicar el sector primario de Balear», dice. «Estoy muy tranquila ante el nuevo curso; no me da miedo la Lomloe porque si nos equivocamos daremos marcha atrás para solucionarlo», asegura.