A Francisca Coll se le saltaban las lágrimas este viernes. No conoce a la familia, pero, como muchos en Lloseta, los siente cercanos y, solo de rememorar el vídeo se emociona. «¿Qué más da que seamos flacos, gordos, altos o bajos? Todos somos personas y merecemos el mismo respeto», sentencia, enfadada y pide medidas «para que esto no vuelva a pasar». Es la tónica general entre los llosetins: «Esto es un reflejo de lo que miles de niños están viviendo y tiene que servir para concienciar a la sociedad» y no permitir más angustias calladas. Iago Cabadas insiste en poner el foco en los profesores del colegio y los monitores de la escuela de verano, pues no le parece lógico «que nadie en cuatro años no se haya dado cuenta». Falta aún mucha concienciación, también a los niños, quienes apuesta que aprendan a avisar a padres y profesores cuando ven este tipo de comportamientos contra alguno de sus compañeros e, incluso, que los defiendan.
Precisamente una nieta de Francisca Gómez, que acude al mismo centro en el que se ha producido el maltrato -el colegio Es Puig-, aunque un curso por encima que Izan, reconoce que había oído hablar que los compañeros no se portaban bien con él, aunque nunca imaginó que la violencia sería tal. El episodio ha acrecentado el miedo de los padres a que sus hijos sufran bullying en el colegio, sin que haya una respuesta por parte de los profesores responsables. A Lorena Rodríguez el caso de Izan le ha dejado impactada. Madre de Chloe, de cuatro años, que cursa infantil en el colegio Es Puig, la llosetina percibe que los casos se están acrecentando: «Cada vez son más jóvenes los niños que lo están sufriendo y me parece vergonzoso que un colegio, en el siglo en el que estamos, todavía sufran malos tratos. Hay niños que se han quitado la vida por esto».
Enfado también por la respuesta del centro
Otro de los temas controvertidos de lo que se ha convertido ya en un escándalo con epicentro en Lloseta ha sido la respuesta del centro escolar. Según declaró el jueves el portavoz educativo, el colegio se está planteando denunciar al hermano de Izan -quien hizo público el vídeo a modo de denuncia- por falta de pruebas ante tamaña acusación. Las declaraciones han agitado aún más al pueblo por su desvinculación de los hechos. Toni y Magdalena Hernández paseaban a primera hora de este viernes por el centro de la localidad y rememoraban su experiencia con el bullying. Magdalena, ahora ya adulta y madre, sufrió agresiones por parte de compañeros cuando era pequeña. El centro educativo tampoco tomó cartas en el asunto, por lo que el padre, Toni, la cambió de colegio: «No entiendo cómo podemos seguir igual que hace treinta años. Falta aún mucha educación, a niños y profesores».
Sumida en una atención mediática pocas veces vivida en Lloseta, los vecinos lo tienen claro y respaldan a la familia. Aunque no se conozcan. Aunque entiendan poco de niños. De una pesadilla ha surgido un movimiento transversal que une al pueblo más que nunca en la defensa de uno de los suyos.