Anuncios de venta de algarrobas en Wallapop.

TW
2

Los productores de algarroba de Mallorca muestran su preocupación por el aumento de los robos en su sector. Un producto que esta temporada es más escaso de lo normal y por el que se están pagando precios históricos que rozan los tres euros el kilo. En los últimos cinco años se ha multiplicado por diez el precio del garrofí, la semilla con la que se elaboran muchos de los productos para el consumo humano. Los ladrones, conscientes de su alto valor, una vez tienen el botín lo venden a través de páginas de Internet. Tanto es así, que durante este último mes de septiembre han proliferado los anuncios ilegales en páginas como Wallapop de venta de algarrobas a un precio mucho más inferior del que se puede encontrar en el mercado, entre 80 céntimo y un euros menos.

«Este año ha habido un veinte por ciento menos de producción debido a la climatología y a que en los años anteriores hubo mucha producción. El algarrobo es un árbol que una temporada produce más y otra menos», explica Joana Verger, CEO y fundado de Es Garrover de Mallorca. Miquel Coll, presidente de Associació de la Producció Agrària Ecològica de Mallorca (Apaema), también alertó a través de sus redes sociales de la «desesperante» situación que viven los payeses con los «continuos robos». «La situación este año es una locura. Tengo amigos, agricultores de toda su vida que luchan todo el año por sacar adelante su explotación, que ya les han robado tres veces», aseguró.

«Hay compradores que compran esta algarroba 'sin papeles' a precios inferiores al de mercado y entonces la declaran a su nombre. Esta práctica le siguen almacenes y particulares. Basta con ver los anuncios que hay en un portal como Milanuncios de gente que compra algarroba. Un hecho que debe denunciarse alto y claro, ya que estas prácticas sólo van en contra de los payeses, de los propietarios y en definitiva de la agricultura, todo por culpa de personas sin ningún tipo de ética y escrúpulos», explica Coll.

Noticias relacionadas

Ante esta alarmante situación, la Guardia Civil junto con los agentes de la Conselleria d'Agricultura trabajan para poner fin a este mercado negro y recuerdan que a la hora de comprar siempre debe identificarse la finca y el productor de dónde viene el producto. Desde que se avisaron de los primeros robos en la campaña 2019, el Ejecutivo ha mantenido contactos permanentes tanto con la Delegación de Gobierno como con el Grupo ROCA de la Guardia Civil y la FELIB, para articular un mecanismo de coordinación que sea efectivo para evitarlos. El resultado ha sido un protocolo que consiste, en primer lugar, en obtener un certificado que se expide desde las delegaciones comarcales para cada uno de los titulares de explotaciones que cultivan algarroba; en segundo lugar, una declaración responsable para todos los propietarios de algarrobos sueltos o de explotaciones de ocio y autoconsumo que no sean profesionales; y en tercer lugar, el contrato alimentario, que se aplica a partir de una operación de más de 1.000 euros o bien que no se pague al contado, como exige la Ley de la cadena alimentaria.

Esta misma semana Agentes del Equipo ROCA de la Guardia Civil, que investiga los robos en el campo, detuvieron a un hombre como presunto autor de un delito de hurto por sustraer 1.000 kilos de algarrobas. Este arresto se enmarca en las investigaciones llevadas a cabo por la Benemérita en zonas rurales y explotaciones agrícolas junto a los inspectores del Govern. Los controles se han centrado en los almacenes de los operadores de la algarroba. Como resultado de dicha operación se han intervenido e inmovilizado un total de 3.400 kilos de este fruto al no poder los agentes determinar con claridad la procedencia del mismo.

Los payeses reclaman mayor control y vigilancia en los campos de esas zonas, sobre todo en la parte de Santa Eugènia y Llucmajor, y también en los puntos de venta de mercancía robada. Hasta hace unos años la algarroba se consideraba una producción marginal y con precios que no compensaban su cultivo. Sin embargo, en los últimos años se ha convertido en un producto muy demandado por las empresas transformadoras, haciéndolo más atractivo tanto para los agricultores como para los ladrones.