«Intenté ponerme en contacto con alguna institución ucraniana y así lo hice. También colaboré con el Banc de Sang en la traducción de papeles y permisos», dice Sergii. Aunque él no pudo viajar a la frontera, sí lo hicieron Nadal Crespí y Carlos Forteza, jefe y trabajador del parque móvil del Banc de Sang, que transportaron el autobús donado hasta Zamosc, ciudad al sureste de Polonia, a 30 km de Ucrania. Tuvieron varios problemas técnicos, pero tras un segundo intento el pasado 31 de octubre llegaron a destino tras un periplo de 2.400 km. «Nos recibieron tres sanitarios en la estación de Zamosc. El ambiente era muy normal y tranquilo», rememora Nadal. Entre el material entregado, había camillas, desinfectantes, compresas para quemaduras o guantes. El vehículo lo adquirió el Banc de Sang en 2001 y ha recorrido durante más de dos décadas 220.000 kilómetros para atender a miles de donantes de Baleares.
Vida de Sergii
La última vez que Sergii Diadiura visitó su Kiev natal fue en diciembre del año pasado. En ese momento, «nadie imaginaba que podría ocurrir lo que ha acabado pasando». Pero ocurrió y todavía se acuerda de la primera noche en que estalló el conflicto: «Cada día recibía llamadas para ayudar a familiares de amigos que se mudaban a España, fueron meses caóticos». Sergii y su familia acogen actualmente a ucranianos en Mallorca. Pero sin embargo, lo más duro para él fue conocer que 20 de sus compañeros de promoción de la academia militar murieron en pleno combate, y casi todos eran coroneles. «Somos como una familia, y cada semana contactamos para saber cómo evoluciona la situación».
El apunte
El ucraniano que quiso hundir el yate en Mallorca
Angie Ramón
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