Los padres de Sara Sofía la esperaban para el 28 de enero del próximo año, pero tenía tantas ganas de venir al mundo, que nació prematura este miércoles en Son Llàtzer, con tan solo 29 semanas de gestación. Su madre, Angy Tatiana, de 24 años, es primeriza y, a pesar de las circunstancias del parto, ahora está feliz de tener a su pequeña en brazos, aunque sepa que tardarán en llegar a casa. «Me ingresaron este domingo por peligro a que se me rompiera la bolsa, y yo no paraba de repetir que era demasiado pronto», explica Angy, mientras sostiene a su hija en brazos, utilizando el método canguro, piel con piel, rodeada de más madres en una situación similar.
«Me han dicho que está muy bien y a pesar de tener un solo día de vida, ya respira por sí sola. Es una luchadora», dice emocionada mientras escucha a su hija quejarse. «Es la primera vez que lo hace. Y su padre ha ido a casa a ducharse. Se lo ha perdido», se lamenta. No pasa nada, todavía le quedan muchas primera veces por delante.
Según datos de la Sociedad Española de Neonatología, la tasa de prematuridad en España se sitúa en el 6,5 por ciento. Pero el hospital de Son Llàtzer, por ejemplo, el año pasado se asistieron en Son Llàtzer 1.831 partos, de los cuales 128 fueron prematuros, un 6,8 % de todos los recién nacidos. En comparación con el año anterior, supone un aumento de casi dos puntos. En este sentido, Elena Torrens, supervisora de la Unidad de Neonatología de Son LLàtzer, apunta que el descenso de casos de 2020 se pudo deber a la pandemia. «Muchas mujeres pasaron el embarazo en casa, teletrabajando, y evitando factores de riesgo como el estrés, cuidándose».
«Nadie te prepara psicológicamente para algo así, fue un 'shock' que costó asimilar. Nosotros fuimos a urgencias pensando que volveríamos a casa, incluso teníamos pensado ir a cenar esa noche», explican Isabel Gutiérrez y Pablo Santarelli, pero los planes eran otros para ellos. El 19 de octubre, con 28 semanas y cuatro días de gestación, nació su hija Sofía con un peso de 835 gramos. En dos días cumplirá un mes de vida y es, en estos momentos, la más pequeña de la UCI de Neonatos de Son Espases.
El embarazo de Isabel iba viento en popa, su única preocupación era la preeclampsia (presión arterial que puede complicar el embarazo), pero estaba todo controlado por los médicos. El 7 de octubre ingresó en Son Llàtzer. Allí le diagnosticaron un retraso en el crecimiento del bebé, debido al fallo de los flujos de la placenta. Enseguida la trasladaron a Son Espases, porque en Son Llàtzer solo tratan los casos prematuros a partir de la semana 28. Pero las complicaciones para Isabel no acabaron ahí. También le diagnosticaron Síndrome de Hellp, una afección poco frecuente en el embarazo pero que provoca una descomposición de los glóbulos rojos y en definitiva bajada de plaquetas. Ponía en riesgo la salud de madre e hija.
En los brazos
A pesar de las complicaciones, Pablo e Isabel pudieron conocer a Sofía. Desde hace casi un mes crece en la UCI de Neonatos de Son Espases y estos padres coraje acuden cada día, sin interrupción, día y noche. Están de baja y reconocen que su vida ha cambiado por completo. Ser padres de un bebé prematuro no estaba en sus planes, pero intentan sacar el lado bueno: «Sientes una especie de fragilidad, de miedo a que le pase algo, pero también es confortable cogerla; el sentirla piel con piel. Y cuando tenemos que volver ese día a casa se hace duro», expresan. El sábado, Sofía cumplirá un mes de vida, será un día para celebrar, pero todavía es pronto para irse a casa. Como dice Isabel, «un día más es un día menos para esta larga espera».
Sonia Velasco es supervisora del Banco de Sangre de Son Llàtzer, su pareja también trabaja en el hospital, pero cuando hace cinco años dio a luz antes de tiempo a su primer hijo, debido a una ruptura temprana de membrana, se les olvidó por completo que eran sanitarios y que los pasillos del centro hospitalario eran su día a día: «Cuando es a tu hijo al que le ponen una sonda nasogástrica, te olvidas de tu profesión, de lo que sabes... de todo», recuerda Sonia.
«Me puse de parto un mes antes de que tocara, mi hijo es lo que llamamos un prematuro tardío. Entré por la puerta del hospital y solo recuerdo ver a muchos compañeros sonriéndome y diciendo 'ya toca'... y yo solo lloraba», explica esta sanitaria, que solo tiene buenas palabras para sus compañeros del servicio de Neonatología, como José o Cisco, enfermeros del área, y que le obligaban a irse a casa a ducharse y descansar antes de coger en brazos a su hijo, que estaba en la incubadora. «Marc es ahora el niño más alto de su clase y su salud es de hierro». Ese sí que es un final feliz.
En Neonatología no solo trabajan enfermeros, médicos y auxiliares. También realiza una labor sumamente importante el servicio de Fisioterapia. Susana Gómez, Marga Salas y Antonia Plomer se encargan de ayudar a los bebés prematuros a madurar las funciones básicas entre las que se encuentran la deglución, la respiración, el tono muscular, los movimientos, etc. También realizan el tratamiento específico de las patologías que puede presentar el niño y orientan a los padres sobre la estimulación, posturas y el contacto.
Lo mismo sucede con el equipo de trabajadores sociales del centro hospitalario. Se encargan de acompañar a las familias que lo necesiten. «Les ayudamos a solicitar la ayuda a la dependencia, si es necesario, o a tramitar la prestación por cuidado de un hijo, que muchos padres desconocen», explica Esperanza Rigo, trabajadora social de Son Llàtzer, al tiempo que recalcan que la parte más importante de su labor pasa por «empoderar» a las familias. «Identificamos necesidades, planteamos posibilidades y recursos y conectamos a los padres con los servicios que necesitan. Eso sí, nuestro trabajo se extiende en el tiempo, la tarea acaba cuando las familias ya no nos necesitan, nunca antes», finaliza Rigo.
Cuesta creerlo al verlos, pero los mellizos Pep y Toni Leal nacieron prematuros el pasado 4 de junio, sus padres los esperaban para principios de agosto. Pesaban 1,5 kilos y 1,1 respectivamente. Se pasaron 58 días en el servicio de neonatos de Son Llàtzer. Para Carmen Pons y Xavier Leal, sus padres, no era el primer hijo, y el parto repentino les cayó como una losa. «Tienes planes hechos, otro niño de dos años y medio en casa y el nacimiento nos vino de sopetón. Pero solo podemos dar las gracias por el trato recibido y por tener en casa a nuestros hijos», finalizan.
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