Otro factor de riesgo son las discotecas y los locales de ocio nocturno; al igual que algunas clases dirigidas de los gimnasios, tales como las de spinning, que acostumbran a poner la música muy alta. Por su parte, vivir en una zona con mucho tráfico, como las inmediaciones de la vía de cintura o el Paseo Marítimo de Palma, también pueden causar problemas de audición; del mismo modo que desarrollar trabajos con mucho ruido, como los vinculados a las obras, al aeropuerto o ser dj. Aunque estos profesionales deben llevar las medidas de protección adecuadas, no todos lo hacen. «El ruido es un tóxico muy importante para la audición», ha manifestado.
El citado doctor ha argumentado que cuando el oído se somete a ruidos muy elevados se puede generar una lesión en la cóclea, que dé lugar a una pérdida de audición; puede ir de leve a severa. «Esto es lo que vamos a ver, cada vez, más con el paso del tiempo», ha señalado. Además de los citados factores de riesgo, ha puntualizado que «hay personas que tienen más predisposición que otras a tener problemas de audición». Esto puede deberse a factores genéticos, pero también puede estar relacionado con otros desconocidos.
Los problemas de audición son irreversibles
El jefe de Otorrinolaringología del hospital Son Llàtzer ha advertido que los problemas relacionados con la audición, que están motivados por el ruido, son «irreversibles». Es decir, ya no se puede hacer nada para recuperar este sentido. Por ello, ha instado a los ciudadanos, en general, y a los jóvenes, en particular, a realizar «un uso juicioso del volumen y evitar la exposición mantenida en el tiempo».
Bonilla ha indicado que a partir de los 50 años suele haber más dificultades para escuchar bien. En el momento en el que se dé esta situación, ha pedido a los afectados que utilicen, lo antes posible, el audífono porque «el oído tiene que estar estimulado». Además, los ha instado a que acudan a centros profesionales, que ofrezcan todas las garantías de seguridad. El citado doctor ha argumentado que muchas personas son reacias a reconocer que tienen problemas de audición y, por tanto, a llevar el audífono. Muchos de ellos acuden a la consulta porque sus familiares les dicen que están sordos; los síntomas más comunes son que confunden las palabras o ponen el volumen muy alto. Otra causa por la que tardan en ponerse el audífono es la económica: cada uno cuesta entre 1.500 y 4.500 euros y algunos afectados necesitan dos.
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