La investigadora del Imedea Núria Marbà propone la reducción de la aportación de materia orgánica y evitar la proliferación de algas para preservar la posidonia a largo plazo en Cabrera. | Archivo

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La densidad de la posidonia (Posidonia oceanica) se ha reducido a la mitad en los últimos 20 años. El dato fue aportado ayer por Núria Marbà, investigadora del Institut Mediterrani d’Estudis Avançats (Imedea), en la V Jornada de Recerca del Parc Nacional de Cabrera, celebrada en el Centre Flassaders, en Palma. Marbà explicó el seguimiento que se ha hecho de la posidonia en Cabrera durante las últimas décadas. Al dato de la pérdida de densidad en los últimos 20 años se añade el de una tasa de mortalidad del 15 % en el mismo período.

Las causas de esta situación apuntadas por Marbà son las aportaciones de materia orgánica –sobre todo en la zona del puerto de Cabrera y a los pies del Castell–, la proliferación de algas –relacionada con la primera causa y algunas de ellas, exóticas– y el calentamiento global. Según la investigadora, hay otro factor a tener en cuenta: la falta de hierro en los sedimentos marinos de Balears: «La combinación entre aportaciones de materia orgánica y sedimentos pobres en hierro hace que las bacterias liberen ácido sulfhídrico, lo que produce la pérdida de oxígeno. Hemos experimentado con fertilizaciones de hierro en determinados sedimentos y hemos comprobado que se registra una importante reducción del ácido sulfhídrico hasta el punto de revertir en dos años la pérdida de posidonia.

La falta de hierro en los sedimentos es común a toda Balears y eso hace que nuestra posidonia sea más vulnerable a la presencia de materia orgánica que la de otros lugares». Cabrera cuenta con unas 300 hectáreas de posidonia en su ámbito, oscilando entre medio metro y 43 metros de profundidad. Éste último nivel es récord en todo el Mediterráneo. Núria Marbà explicó que el Imedea cuenta con nueve estaciones de control de la posidonia en Cabrera: 5 en el Castell, 3 en la Cala de Santa Maria y 1 en el puerto. El crecimiento de la posidonia oscila entre 2 y 5 centímetros anuales. El 50 % tiene una longevidad que oscila entre varios años y una década, pero hay haces que tienen más de 30 años.

Marbà también destacó el papel fundamental de la posidonia como imbornal de CO2. Sin embargo, la investigadora expresó su preocupación por el largo plazo en la supervivencia de la posidonia: «Deberíamos intentar la reversión de estas pérdidas reduciendo la aportación de materia orgánica, evitando la proliferación de algas –sobre todo de las exóticas–y mitigando el calentamiento. Comparadas con otros lugares, las praderas de posidonia de Cabrera están en muy buen estado, pero vale la pena el esfuerzo por conservarlas».

Respecto al calentamiento, Marbà señaló que las pérdidas de densidad son más acentuadas tras las olas de calor, tal como ocurrió en los años 2003 y 2006. En este sentido, subrayó que «a mayor profundidad, menos recuperación. Y si las olas de calor son sucesivas, también se reducen las posibilidades de la posidonia de recuperarse. El problema radica en que, a partir de 2015, las olas de calor han sido prácticamente continuas. A partir de 28 grados de temperatura en el mar, todo se complica para la posidonia Y en este pasado verano se han superado los 29 grados. Materia orgánica y alta temperatura son un cóctel letal».

El apunte

Unas 20 barcas para 86 especies

Otra de las intervenciones de la jornada fue la de Victòria Horrach, técnica del Parc Nacional, sobre el seguimiento de la pesca en Cabrera. Pese a que hay más de 40 embarcaciones autorizadas a faenar en aguas del Parc Nacional, sólo unas 20 lo hacen realmente, dedicándose a la captura de hasta 86 especies.