Las previsiones de la ONU para 2050 estiman que la población mundial emplazada en zonas rurales bajará de un 43,8 % a un 31,5 %. En España, una de cada diez personas vivirían alejadas del ritmo frenético de las ciudades. Pero la despoblación no es algo novedoso. Ya veníamos hablando del fenómeno del éxodo rural desde la Revolución Industrial y no es menos preocupante hoy en día aunque esto se está notando lentamente en Mallorca, donde los pueblos se han convertido en nuevas periferias urbanas. Este hecho se origina a consecuencia del crecimiento demográfico tan alto en las principales ciudades.
Jesús González, catedrático en Geografía de la UIB, señala que es algo que llevamos viendo desde los años 80, pero sí se nota mucho más hoy en día: «La periferia rural se está urbanizando. Gente de Palma se va a vivir a sitios como Santa Maria o Campos. Son espacios rurales, sí, pero no están en crisis». Ya no hablamos de ciudades sino de espacios. Como bien dice el catedrático, «no tiene sentido hablar de Palma como Ciutat, sino del espacio urbano de Palma o el área metropolitana de Palma».
Así que a pesar de que ese éxodo rural sigue manteniéndose, y va a más, según las previsiones de la ONU, podríamos hablar en Mallorca de una transformación de las áreas rurales no empobrecidas, donde cada vez será más normal que esos espacios se conviertan en terrenos urbanos. Y más cuando lo atractivo para un grupo de población –sobre todo extranjera y joven con un poder adquisitivo mayor que la media– es vivir entre naturaleza y no tanto entre edificaciones.
Al campo
Un caso parecido, aunque no estuviera premeditado, es el de Aniol Esteban (Barcelona, 1975). Muchos le conocerán porque es el director de la Fundación Marilles, biólogo marino y experto en economía ambiental. Hacía 15 años que vivía en Londres, y anteriormente había hecho estancias cortas como investigador en Portugal y Suecia. Durante estos años en Inglaterra conoció a su mujer, inglesa, y tuvo a sus tres hijos. «Un día, nos llegó la conversación de qué hacemos en el futuro. Yo sabía que no quería quedarme para siempre en Londres». En 2015 le sonó el teléfono y la mejor oportunidad laboral que le podrían ofrecer. Para ello eligió Balears, donde estableció su fundación.
¿Y por qué Es Capdellà? «Como mi mujer y yo hemos vivido siempre en grandes urbes –Aniol es de Barcelona–, decidimos que sería una buena opción vivir en un ambiente rural y totalmente nuevo para nosotros. Y era una oportunidad para ponernos a prueba», responde. Habla de Es Capdellà como casi un paraíso para ellos, con el olor a tierra y el sonido constante de los pajaritos cada mañana, pero también fue una zona estratégica ya que Calvià es el municipio que reunía más colegios internacionales.
Aniol y su mujer trabajan desde casa, y es algo que tampoco les ha agobiado. «Creo que hay multitud de factores que hoy en día hace que la gente se vaya a entornos rurales. Pero a mí me preocupa la fuerte presión que esto supone para el territorio. Cuando se tiene la gente menos desperdigada (algo que se está viendo hoy), es más fácil organizar, por ejemplo, un buen transporte público y prevenir incendios». Sobre el futuro, mientras que a Aniol le gustaría seguir viviendo en zonas de campo, es consciente de que su mujer no descartaría volver a la ciudad. «Disfrutar de los dos entornos sería lo ideal», dice.
Magí Garcías (Palma, 1994) es un pianista profesional que a finales de 2020 dejó Ciutat para irse a una casa en mitad del campo de Muro. «Mi motivo fue por una cuestión logística. Necesitaba un espacio grande para mi piano de cola y que no molestara. Alquilar un lugar con estas condiciones en Palma era imposible económicamente», reflexiona.
Le vino bien porque, cuenta, «coincidió en el momento en el que había muchas restricciones y toque de queda» por la pandemia. Fue un periodo tranquilo, sin distracciones. Saqué el máximo beneficio». Llegó a tal punto que encadenaba proyectos, grabó un disco y sumó retos. «Quería saber lo que era una etapa de retiro». Y lo logró. El problema llegó con la vuelta a la normalidad. Magí da clases en el Conservatorio de Música de Palma y eso requiere coger coche. Además, «en Muro no conocía a nadie, mi vida social estaba en Palma».
A pesar de su edad, no le ha costado adaptarse a un entorno rural porque es algo que vivió, durante un corto periodo, cuando hacía un máster en Alemania. Pero por circunstancias «prácticas», ahora se ve obligado a mudarse a Ciutat. «Hay más interacción y dinamismo en la ciudad, y me ahorro más gasolina, pero no descarto algún día volver a la zona rural», expresa. Este pianista reconoce que la naturaleza tiene cosas muy positivas, como «calidad de vida y ausencia del ruido», pero cree que todavía falta mucho ambiente joven. A la pregunta de si conoce a gente de su edad que haya abandonado Palma para irse a zonas rurales asiente, pero opina que no ha sido por decisión propia sino porque la vivienda es muy cara: «Creo que muchas veces esta salida de la ciudad es por pura necesidad económica».
Extranjeros
No es de extrañar a estas alturas que en Deià, Valldemossa o Sóller veamos más extranjeros mallorquinizados que mallorquines en sí. Es otro fenómeno que se lleva analizando desde los años 90 y que ha convertido todo el territorio de la Isla en susceptible a la explotación turística. Lo cuenta así el catedrático Jesús González: «Todo en Mallorca entra en el mercado inmobiliario, utilizan la Isla como corona metropolitana, esto es, que determinadas casas ya están funcionando como la segunda residencia». Coexisten a día de hoy el turista, el extranjero residente y el extranjero temporal.
Una estadística de 2021 de la Agencia Tributaria señalaba que Valldemossa, Esporles y Bunyola son los municipios más ricos de Balears. El portal Idealista apuntaba en un estudio interno que Porreres, Algaida y Bunyola eran algunos de los municipios más buscados por extranjeros para comprar vivienda. Aunque el extranjero no es la causa, se está viendo en muchos territorios no solo esa urbanización, sino una clara gentrificación: se revaloriza la zona y crea un ascenso social. En otras palabras: viene gente con más dinero y echa a la que menos tiene.
Onofre Rullán, otro catedrático de Geografía de la UIB, recuerda que, antiguamente, «en los pueblos no había esa diferenciación de clase que hoy sí vemos. Ocurre porque hay una segregación a consecuencia del precio inmobiliario. A escala insular, esto provoca que las clases medias y altas ya las veamos en pueblos». La Serra de Tramuntana, Andratx y la zona costera del Levante son las partes «mejor valoradas» por parte de este perfil adinerado.
Para entender todos estos conceptos, causas y consecuencias, Onofre Rullán explica que Mallorca ha pasado de una «implosión urbana», que quiere decir que la sociedad se concentraba en un mismo territorio –la ciudad–, a una «explosión urbana», que es la «explosión de ciudades periféricas». O, como ha mencionado su compañero Jesús González, las «periferias urbanas». «La realidad es que la demografía crece mucho y hace más difícil concentrarse todos en la ciudad en condiciones agradables. Esto sucede aquí y en la Península».
Mallorca acoge a un gran número de recién llegados y, estadísticamente, como apunta Onofre Rullán, «empieza a verse esta influencia y hace que nos dispersemos más. Los municipios cada vez están más poblados y, por lo tanto, más urbanizados. Esto es parte del comportamiento urbano». Y la Isla, en esto, es más rentable debido a las distancias, donde hay pueblos, o áreas urbanas, a 20 minutos de la ciudad en transporte.
Verd...., más depredador que el humano no hay nada (cazadores). ¿O no has visto las cacerías por diversión que hacen?... que cacan, 100 o 200 animales, por no decir más, entre pájaros, conejos, ... Es que ni se conforman con 4 o 5 , no, tienen que arrasar. Pero luego la culpa es de un gato doméstico, alimentado, que igual te caza 1 o 2 lagartijas o gorrión.
Desde mi punto de vista, es fantástico si alguien se quiere ir a vivir al campo o al pueblo por verdadero interés propio. El problema viene cuando lo hacen más por obligación o por descarte. La vivienda en Palma es muy cara y de cada vez más personas se marchan de la capital por no poder asumir lo que cuesta un piso o una casa en la ciudad. Y aquí es donde tropezamos, porque muchas de estas personas, como uno de los entrevistados, tienen su vida en Palma. Es decir, coche arriba y coche abajo toda la semana para ir a trabajar, para quedar con amigos, para ir a ver a la familia… Y eso es insostenible. Basta ver las entradas a Palma cada día: saturadas de coches. Incluso muchos de quienes no vivían antes en la ciudad “bajan” a ella varias veces a la semana. Resultado: entradas y salidas de Ciutat saturadas a casi cualquier hora y Palma a rebosar.
Alguien debería pensar en lo triste que es tener que irse de un sitio forzado por el mercado inmobiliario. O ni siquiera poder plantearse vivir en la ciudad cuando llegas a la isla. Luego, para suavizarlo, dicen que los pueblos están de moda. Habrá quien vaya por voluntad propia, pero no, lo que pasa es que se llenan de personas que no se pueden permitir vivir en Palma.
4 comentarios
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Verd...., más depredador que el humano no hay nada (cazadores). ¿O no has visto las cacerías por diversión que hacen?... que cacan, 100 o 200 animales, por no decir más, entre pájaros, conejos, ... Es que ni se conforman con 4 o 5 , no, tienen que arrasar. Pero luego la culpa es de un gato doméstico, alimentado, que igual te caza 1 o 2 lagartijas o gorrión.
Desde mi punto de vista, es fantástico si alguien se quiere ir a vivir al campo o al pueblo por verdadero interés propio. El problema viene cuando lo hacen más por obligación o por descarte. La vivienda en Palma es muy cara y de cada vez más personas se marchan de la capital por no poder asumir lo que cuesta un piso o una casa en la ciudad. Y aquí es donde tropezamos, porque muchas de estas personas, como uno de los entrevistados, tienen su vida en Palma. Es decir, coche arriba y coche abajo toda la semana para ir a trabajar, para quedar con amigos, para ir a ver a la familia… Y eso es insostenible. Basta ver las entradas a Palma cada día: saturadas de coches. Incluso muchos de quienes no vivían antes en la ciudad “bajan” a ella varias veces a la semana. Resultado: entradas y salidas de Ciutat saturadas a casi cualquier hora y Palma a rebosar. Alguien debería pensar en lo triste que es tener que irse de un sitio forzado por el mercado inmobiliario. O ni siquiera poder plantearse vivir en la ciudad cuando llegas a la isla. Luego, para suavizarlo, dicen que los pueblos están de moda. Habrá quien vaya por voluntad propia, pero no, lo que pasa es que se llenan de personas que no se pueden permitir vivir en Palma.
Lo están jodiendo todo, por no poder freno a la especulación forastera y de ricachones. Todo se va a la merda.
I de pas també omplen el camp de moixos....depredadors absoluts de fauna silvestre.