Ahora puede parecer imposible, pero hace treinta años la defensa del territorio unió a sectores de la sociedad balear tan dispares como el GOB, la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM) y los obispos de las Islas. El 26 de noviembre de 1992 más de 26.000 personas se manifestaron por las calles de Palma para «salvar» la Llei d'Espais Naturals de les Illes Balears de 1991, que el Govern de coalición del PP y Unió Mallorquina (UM) quería rebajar.
«Hasta ese momento no había habido una manifestación con tanta participación en Ciutat; además, también hubo movilizaciones en Menorca y Eivissa», recuerda Miquel Àngel March, que entonces era portavoz del GOB y de la Plataforma en defensa de la Llei d'Espais Naturals. La iniciativa la impulsó la organización ecologista y tuvo mucho apoyo social, también de los hoteleros y de los obispos.
De hecho, dos años antes, se publicó la Carta Pastoral Ecologia i Turisme a les nostres Illes, pautes per una actuació cristiana, en la que los obispos de las Islas advertían de los problemas ecológicos que amenazan el equilibrio natural y humano.
«Esta protesta supuso un cambio y la maduración del movimiento ecologista, que hasta ese momento se había centrado en apagar fuegos luchando contra la urbanización de puntos concretos, como Es Trenc, Sa Dragonera, Ses Salines, Cala Turqueta o la desmilitarización de Cabrera», explica March. «La manifestación de 1992 fue, en cambio, para pedir la protección de la totalidad de los espacios naturales de las Islas», añade. El activista, que en 2015 llegaría a ser alcalde de Pollença, considera que tras esa movilización el GOB impulsó campañas globales y más diversificadas, basadas en proponer otros modelos de energía, de gestión de residuos y de crecimiento. March destaca que la ley se pudo aprobar gracias a una parte de UM, liderada por Miquel Pascual, que la veía bien.
En la cabecera de la marcha estuvo el presidente de la FEHM, Pep Forteza-Rey. «Recuerdo aquel momento, con satisfacción, de haber hecho lo que se tenía que hacer», rememora, porque considera que era una «cuestión de sentido común». «Da igual si eras hotelero u otra cosa, lo hicimos por responsabilidad cívica», insiste. El empresario considera que el territorio «forma parte de nosotros» y también es clave desde el punto de vista turístico porque forma parte del atractivo de las Islas. Forteza-Rey cree que se debe encontrar un equilibrio entre proteger e impulsar un crecimiento ajustado. Tiene la percepción, sin embargo, de que con los años se ha ido diluyendo la «espontaneidad» de la gente por querer cambiar las cosas a mejor. «A principio de los noventa la Transición no quedaba tan lejos y seguía habiendo ilusión, y eso ahora ya no se da», dice el expresidente, que lamenta que una parte de la ciudadanía desconfíe de la gestión política, de unos y otros. «Nos empobrece», señala.
La manifestación también tuvo detractores. March recuerda que la ley fue muy rechazada por la patronal de constructores y la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares. El autor de En defensa de la terra. Mobilitzacions ecologistes a Mallorca (1983-2007), Gabriel Mayol, recuerda que la ley salió adelante en 1991 en contra del Govern del PP, que no tenía mayoría, e incorporó muchas enmiendas de la oposición. Pese a las manifestaciones, los ‘populares', una vez tuvieron mayoría, pudieron rebajar la protección de la norma. Con la llegada del primer Pacte de Progrés, incrementó de nuevo la protección que daba la ley.
5 comentarios
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La dreta sempre ha volgut encimentar tot el que pugui. No ha canviat res. Els dretans sempre critiquen els ecologistes sense saber perquè
Dissortadament, el gruix de la societat actual de les nostres estimades illes, enlloc d' haver evolucionat i ser més avançat en quant a valors i a principis ètics, ha anat enrera com els crancs, fins tornar a una espècie de primitivisme urbà i tecnologitzat, en el que estimar la pròpia terra i defensar-la de les agressions al seu patrimoni material i immaterial, no just resulta un gest estrambòtic, sinó que és interpretat per molts, com un gest insolidari, fins i tot incívic i m'atrevesc a dir que com un acte terrorista contra la nació, malgrat no se cometi cap atemptat ni cap acte violent i se lluiti pel bé comú. Què li ha passat al meu poble? Com així, la majoria d'ara és tan selvatge i tan estúpida? A on és el focus d'aquest mal, que s'irradia per tot arreu i ho fa malbé i ho podreix tot?