Turistas ingleses en Magaluf tras un partido de su selección en la última Eurocopa. | M. À. Cañellas

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«El turista británico está una vez más bajo ataque». Los tabloides de Reino Unido están previniendo a sus lectores contra unas Baleares cada vez más prohibitivas como destino turístico. Principalmente por unos precios que se dispararon la última temporada y que seguirán haciéndolo la próxima, pero también por lo que dibujan como un clima cada vez más enrarecido y hostil hacia el visitante británico, especialmente -aunque no únicamente- aquel más identificado con el turismo de borrachera.

Publicaciones de marcado corte sensacionalista como el Daily Mail, The Mirror o The Sun y otras más rigurosas como el Daily Telegraph, llevan semanas desempolvando la polémica de hace unos meses con la directora insular de Turismo en Mallorca, Lucía Escribano, cuando precisamente The Sun publicó unas declaraciones de la responsable política diciendo que la isla no estaba interesada en los turistas británicos. Escribano defendía que había apostillado claramente que se estaba refiriendo únicamente al turismo de borrachera.

Los medios advierten que tanto Baleares como Canarias están haciendo virar su modelo turístico hacia estándares más selectos que sacrificarían a los visitantes británicos en pro de perfiles «más apetecibles», de un mayor poder adquisitivo y alejados lo más posible de excesos etílicos.

Según arguyen, no solo los precios subieron en 2022 hasta llevar a un récord histórico en gasto turístico (800 millones de euros más que en 2019), sino que la oferta se está reconcentrando hacia productos cada vez más caros que tienen mejor cabida en mercados emisores más gastadores, como los países nórdicos, EEUU o la propia Alemania.

Dentro del argumentario económico, recalcan que el territorio balear es cada vez menos apto para el bolsillo del británico medio y que el coste de las vacaciones podría llegar a incrementarse hasta en un 30 % el próximo verano, ya que la inflación ha llevado a repercutir el incremento de los costes en los productos turísticos. Un dato desorbitado extraído de una entrevista con el gerente de Palma Beach, Juanmi Ferrer, en la que hacía referencia al aumento de costes de los últimos años, no a los precios de 2023.

«Tergiversaron mis palabras: nunca dije eso, que además es algo que no puedo saber», señala Ferrer para añadir que «parece que existe una estrategia mediática orquestada para potenciar destinos más económicos como Egipto o Turquía».

Asimismo, se vuelve a hacer énfasis de manera especial en el decreto antiexcesos y en el supuesto enfoque «antibritánico» que suscitó su gestación antes de la pandemia. De esta manera, se destaca que tanto Baleares como Canarias «dan la espalda» al turista low cost de playa y cubata que atesta la temporada alta en enclaves como Magaluf o Sant Antoni de Portmany.

También se traslada que el Govern no está interesado en seguir ganando visitas año a año y que eso puede perjudicar al mercado británico. En ese sentido, se hacen eco de las valoraciones del conseller de Model Econòmic, Treball i Turisme, Iago Negueruela, haciendo referencia a los 16,5 millones de turistas alcanzados la temporada pasada y situando esa cifra como un tope máximo a partir del cual se debe plantear un decrecimiento.

Atomización de mercados emisores

Los 16,47 millones de turistas llegados en 2022 a Baleares reflejan una atomización cada vez más pronunciada de sus mercados emisores. De esta manera, después de los principales mercados (Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Países Bajos, Países Nórdicos y resto de España), destaca el crecimiento experimentado respecto a 2019 por los turistas portugueses (145.000, +170 %) o los luxemburgueses (69.000, +56 %). Asimismo, el año pasado se produjeron sensibles incrementos entre los visitantes procedentes de algunos países del Este de Europa, como Polonia (258.000, +67 %), República Checa (110.117, +32 %), Eslovaquia (81.163, +181 %) o Hungría (79.882, +91 %).