Los arquitectos Guillermo Reynés e Ignacio Velasco hablan de la renovación de Gomila | Jaume Morey

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La plaza Gomila vive una época de nuevo esplendor. «En 2018, cuando tuvimos las primeras conversaciones, el cliente tenía interés en invertir aquí, algo que no era tan evidente». Así se expresaron ayer Guillermo Reynés, socio fundador y director de GRAS-Reynés Arquitectos, e Ignacio Velasco, socio senior y arquitecto de MVRDV, firma holandesa con oficinas en Nueva York, París y Shanghai, en la mesa destinada a la transformación de esta plaza. Ambos estudios recibieron el encargo de Camper de reformar siete edificios de Gomila, lo que ha supuesto la revitalización de una zona marcada por la degradación del ocio nocturno.

Lo que fueran los jardines de la familia Gomila en el siglo XIX, se convirtió luego en la plaza que articularía el nuevo barrio. El enclave que reunía las villas de veraneo sucumbió al boom turístico y «allí aparecieron los primeros hoteles de Balears». Tito’s, Jimmy Hendrix y el glamour festivo dieron paso a la degradación. «Había edificios mal mantenidos, abandonados», explicó Reynés. Hasta que llegó el encargo de Camper.

«El cliente tenía la confianza de que el diseño puede cambiar las cosas», explicó Ignacio Velasco, unido al interés por mantener la mediterraneidad de la zona. Así, se dibujaron los siete proyectos de los edificios que forman parte del conjunto, de los cuales cinco ya están finalizados y ocupados en un 80 por ciento.

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«El éxito del proyecto iba ligado a la recuperación de la plaza sin intervenir físicamente en ella», advirtió Velasco, lo que calificó de «urbanismo ligero». El arquitecto explicó que «todos los edificios funcionan como una familia» y, pese a sus características propias y diferenciadas, siguen la estela de El Terreno, «cuya arma es la individualización de sus edificios».

El corazón del barrio es el edifico Gomila Center, «sin este el proyecto sería imposible», añadió Reynés. Ideado por Pedro Nicolau en 1979, sus tres primeras plantas habían sido copadas por el ocio nocturno. «Esta arquitectura brutalista era el símbolo de la decadencia del barrio», dijo. Ahora luce renovado y aún viven allí alguno de sus vecinos originales.

Los siete edificios, además, comparten espacios compartidos como zonas de reuniones o gimnasio. Reynés señaló, incluso, que «está teniendo efecto llamada y ya hay negocios abiertos». De hecho, la sede de GRAS Reynés se ha mudado al edificio Gomila Center. En breve arranca la renovación de un antiguo hotel (el edificio amarillo del proyecto) y La Villa, que gracias a un acuerdo con Amadip Esment, acogerá cuatro pisos tutelados y se mantendrá el supermercado que allí está.

«Al final recuperamos lo que existe y se demuestra la necesidad del microurbanismo local. Porque suelo no habrá, así que hay que recuperar espacios, densificar la ciudad. Y Gomila es un buen ejemplo», apuntó Reynés.