La mayoría de políticos sí que son una caricatura, un retrato teatralizado de lo que su partido dice ser. Por mucho que la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, lo negara hace unos días antes de marcharse tras la debacle electoral de su formación, Ciudadanos. Es más, lo son porque es algo que va con el cargo, especialmente si está vinculado a instituciones más mediáticas, como el Congreso y el Senado. Minimizar la riqueza emocional de cada individuo y enmarcarla dentro de unos límites comunica mejor, pero oculta la realidad. En los pueblos, sobre todo los más pequeños, esta exigencia autoimpuesta se disipa.
Villacís, en un acto de liberación tras ver frustrado su futuro político, se despidió revelando las «vergüenzas» del resto de concejales. «A muchos de ustedes les he escuchado decir ‘Me cae bien alguien de Vox'. Y no pasa nada», dijo, y admitió que le había prestado sus pantalones de embarazada a Rita Maestre, de Más Madrid. Este sábado, en la investidura del nuevo alcalde de Marratxí, Jaume Llompart (PP), un hombre se acercó a Andreu Serra (PSIB) y Toni Gili (Vox), que estaban charlando. «Sois muy amigos», les dijo en tono amistoso, y ambos quedaron mudos.
El viernes, durante la recogida de credenciales en el Parlament, Llorenç Galmés (PP) y Cosme Bonet (PSIB) se dieron un emotivo abrazo. Estas muestras de cercanía, e incluso de afecto, son fruto de las horas que los políticos, de cualquier partido, pasan juntos en los plenos, comisiones y actos protocolarios. No es algo que escondan, pero la inmensa mayoría de la ciudadanía no llega a ver estas cosas. Lo único que percibe es la crispación que interpretan en sus discursos para captar votos, y que es amplificada por los medios. Aun así, es una irresponsabilidad que los políticos sepan hablar mejor a la espalda que a la cara, como lamentó demasiado tarde Villacís.
El PP ha decidido pactar con Vox en decenas de alcaldías españolas, cuatro de ellas en Mallorca: Calvià, Alcúdia, Marratxí y Llucmajor. Las ideas de sus socios llevan la caricaturización política hasta el extremo, lo que solo fomenta más la polarización. El problema se dará cuando haya gente que, ajena a lo que ocurre tras el telón, imite en serio estos comportamientos. El intento de asalto a la Delegación Territorial de Salamanca fue un aviso de lo que pueden traer estos pactos.
5 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Algún periodista fomenta la crispación
CarlingüerAntes de la pandemia , ya se había asaltado la conselleria de educación. Y VOX entonces ni existía , y el PP gobernaba .
Aquí ya intentaron asaltar el Consell durante la pandemia. Se puede comprobar buscando en los comentarios de aquellas noticias que quienes justificaban y apoyaban aquellos desórdenes defienden todos al mismo partido político. Ojalá no tengamos que lamentar cosas más serias.
SIN EMBARGO..La CRISPACIÓN CIUDADANA ocasionada por las políticas de este Gobierno, está llegando a unos límites muy preocupantes donde el que no sigue la línea oficial es llamado fascista sin más
Esta concordia seria a actitud ideal, no sólo de los políticos si no de toda la sociedad en general. La diversidad de ideologías y de opiniones debería ser un vinculo para unir y mejorar la sociedad y no para crear disputas y tensiones que se llevan al nivel personal. De ahí a las confrontaciones sólo hay un paso. Y eso genera un gran peligro.