Margarita del Val es investigadora científica, viróloga e inmunóloga del CSIC. | Teresa Ayuga

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Química, viróloga, inmunóloga e investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Margarita del Val (Madrid, 1959) es además uno de los rostros más relacionados con la pandemia de COVID-19. Ayer habló en la UIB de los retos que todavía hay que afrontar para encarar nuevas epidemias y que lanza la Plataforma de investigación interdisciplinar en Salud Global que coordina.

Fue una de las primeras en darle importancia a la COVID, ¿estuvo a la altura la comunidad científica al inicio de la pandemia?
—En las primeras semanas de 2020 había muchos científicos que pensaban que esto no era más que una gripe porque era lo que se esperaba, pero había que tener la mente un poco más abierta. Hubo unos cuantos que alertamos de que era más fuerte. A mí me ayudó el darme cuenta que, en todo el planeta, no había ninguna persona que se hubiera enfrentado antes a este virus, no como la gripe, que la pasamos todos los años. Fue la diferencia entre el 'casi todo el mundo tiene defensas' y 'nadie las tiene', por eso vi que era más grave. En pocos días los científicos reaccionaron muy bien por su capacidad de aprendizaje.

Llegados a este punto, ¿la COVID es ahora como una gripe?
—Ahora mismo casi toda la población o bien está vacunada o ha pasado la infección por ómicron una, dos o tres veces. Tenemos inmunidad y se parece más a la gripe. Lo de esperar es que, cada temporada de invierno, este virus sea como los demás agentes respiratorios, con temporadas más y menos duras.

¿Será un virus estacional?
—Ya es muy probable que sea estacional porque cuando hay mucha población con inmunidad sólo se transmite cuando se dan las circunstancias que la favorecen, como es estar mucho tiempo en interiores. Lo convierte en estacional, nuestro comportamiento estacional. Si en verano abusamos del aire acondicionado y no está bien filtrado o ventilado habrá también más infecciones.

¿La vacuna para la COVID es más efectiva que la de la gripe, o también habrá que repetirla?
—Tenemos muchas vacunas eficaces, lo habitual es que sirvan para toda la vida. Pero hay una que los grupos de riesgo se ponen repetidamente todos los otoños, la de la gripe. La diferencia es que este virus varía más que el resto y las vacunas no son tan potentes. El coronavirus se parece más al resto y su vacuna podría no ser necesario repetirse en otoño, quizás sólo los primeros años para los más vulnerables.

Dice que el virus varía menos pero hemos visto muchas variantes expandiéndose durante tres años...
—El virus de la gripe varía como diez veces más que el coronavirus, el del sida como cien veces más y el de la hepatitis C unas mil veces más. Por eso en los dos últimos no tenemos vacunas, por que cambian mucho. Aún así el coronavirus ha variado porque se estaba adaptando a la especie humana pero parece que ha alcanzado una situación estable, tras año y medio con ómicron.

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Los epidemiólogos temían que una nueva alteración complicara las cosas.
—Podría haber una nueva variante, no se puede excluir, pero esta duración indica que ninguna otra cepa la ha echado del patio, ninguna otra se ha sabido contagiar mejor. Además, las variantes que se imponen no son más o menos graves, por ejemplo delta fue más grave que alfa y que ómicron.

Con cada nueva variante decían que se multiplicaba la capacidad de contagio, ¿la COVID se transmite más que el sarampión?
—Eso se ha exagerado mucho. Cada variante ha contagiado más que las anteriores, es ley de vida microbiológica porque es así como desplaza a las otras. No se sabe si más o menos que el sarampión porque depende de las barreras que le pongamos nosotros. Hasta ahora se ha calculado con vacunas, mascarillas, burbujas, distanciamiento... Depende más de cuánto le dejemos contagiarse, de nuestro comportamiento estacional.

¿Cree que la COVID ha generado más antivacunas?
—Hay un pequeño porcentaje de personas que duda de las vacunas, alguno está en contra pero la mayoría tiene sólo busca informarse. Esta franja se ha mantenido muy estable en España desde antes de la pandemia, no hay más. La tasa de vacunación infantil es la misma. Tras el confinamiento se recuperó. Ya no son sólo un acto de fe, sino que las vemos en acción, cómo personas que morían ahora están protegidas.

¿En qué momento estamos ahora? ¿Hay una ola de COVID?
—Es difícil saberlo porque ya no se monitoriza pero donde sí lo hacen de forma objetiva, ven que en invierno del año pasado fue la peor la ola de ómicron; que el verano fue igual de drástico pero no se quiso ver; y el otoño y este invierno ha sido más suave. Ahora está tranquilo, circula poco por la inmunidad híbrida, y no causa ni enfermedad grave ni apenas mortalidad.

¿Han vuelto los virus respiratorios a la época que les es habitual?
—Depende de nosotros. Cuando hay mucha población vulnerable, porque no tienen inmunidad, el virus encuentra campo libre. Con dos años y pico sin apenas infecciones respiratorias había muchos vulnerables y se han infectado muchos niños, el más grave fue el Virus Sincitial, que al quitar la mascarilla empezó a propagarse. Además, por la invasión de Ucrania, cerramos a cal y canto todo los interiores para ahorrar energía y, de golpe, ventilamos fatal.

¿Tiene información privilegiada del fin de las mascarillas en centros sanitarios?
—No, pero así como en farmacias creo que no hace falta, en los centros de salud y hospitales estaría bien mantenerlo o reemplazarlas por una calidad del aire adecuada y con filtros.

Ya para acabar, ¿no está cansada de hablar de COVID?
—No porque nos estamos preparando para el futuro. Hay que aprender para evitar otras infecciones. Hay que saber que la mayor mortalidad es en enero porque nos contagiamos en las cenas de Navidad.