Un cazador disparando en un bosque de Mallorca. | Lola Olmo

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Dos días después de las elecciones del 28 de mayo publicamos en estas páginas este titular: «El Consell de Mallorca será clave en las negociaciones entre el PP y Vox». En la misma información avanzamos que la extrema derecha estaba interesada en pactar y entrar a gobernar en la institución insular, a cambio, por ejemplo, de que la líder del PP balear, Marga Prohens, lo hiciera en solitario en el Govern. Casi un mes después esta idea se ha materializado.

El Consell, que pese a disponer de competencias tan valiosas como la gestión del turismo y la ordenación urbanística de Mallorca, continúa siendo una pieza política de segunda e incluso tercera categoría. El Ajuntament de Palma sigue siendo un trofeo mucho más codiciado, y así lo ha demostrado el PP, que ha usado la institución insular (también la de Menorca) como moneda de cambio. Suena mal, pero ha sido así, como viene ocurriendo desde hace décadas. El pacto de gobierno entre Vox y los ‘populares’ de Llorenç Galmés supone un apaño entre las cúpulas de ambos partidos para equilibrar intereses. Otra idea que ha aparecido en las sucesivas noticias que hemos publicado durante estas largas semanas.

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La negociación en el Consell no empezó hasta que las conversaciones en el Govern y Cort estuvieron encauzadas. La firma del preacuerdo para investir a Prohens desbloqueó esta situación y Galmés empezó a reunirse con Catalina Cladera (PSIB), Jaume Alzamora (Més) y Antoni Salas (PI). Las dos primeras citas fueron puro formalismo. La opción de abstenerse para evitar que el PP dependiera de la extrema derecha quedó descartada porque Galmés tiene asegurada la presidencia. En caso de no ser investido en la primera votación, el candidato de la lista más votada será proclamado presidente. En Més, que a nivel interno parece que realmente se debatió esta opción, tenían claro que no apoyarían a Galmés sin ganar nada a cambio. El PSIB, en su estrategia por erigirse como única alternativa al bloque PP-Vox, ni siquiera se lo podía plantear. El PI, aunque con sus dos consellers electos no es clave, podía ser útil al PP para ganar estabilidad durante la legislatura. Salas estaba dispuesto a llegar a acuerdos puntuales, pero el pacto con Vox dinamita este puente. El regionalista reiteró en diversas ocasiones que no quería saber nada de la «ultraderecha», esa que «va en contra de la cultura, la lengua, la manera de vivir de los mallorquines y que quiere devolver competencias».

Aunque al principio pareciera que el PP no cedería, finalmente sí que lo hecho. Y mucho. Vox, según ha ido publicando este diario, es muy probable que tenga una vicepresidencia en el Consell, además de gestionar los departamentos de Medi Ambient, Desenvolupament Local y la dirección insular de Caça, que ahora está integrada en la segunda cartera mencionada. También es casi seguro que consiga el compromiso de Galmés para eliminar la dirección insular de Política Lingüística y dejar de dar ayudas a la Obra Cultural Balear. Con el tiempo se verá qué otra entidad opuesta ideológicamente se las queda. La cultura de la subvención en España es transversal. A fin de conocer más detalles del acuerdo, podemos decir que Pedro Bestard se ha hecho con una valiosa pieza de caza menor.