La imagen de la educación francesa siempre ha sido la de una escuela igualitaria.
El sistema francés presenta desigualdades sociales de base muy importantes. Existe una élite de alto nivel, pero se deja atrás a muchos estudiantes de clase baja, sobre todo de la inmigración.
¿Por ser muy exigente?
El nivel de exigencia es muy alto, probablemente más que el español, pero no hay apoyos a los más desfavorecidos. Se enfatiza mucho el mérito, centrado en la excelencia. Lo que no es excelente es tratado con cierto desprecio, lo que da lugar a una separación entre la élite y el resto.
¿Y en ello intervienen los centros privados?
La educación privada supone, aproximadamente, el 20 % del sistema francés. Se ha calculado que, en unos diez años, el 90 % de los mejores alumnos estará en centros privados. Antes, las clases altas confiaban en la calidad de la enseñanza pública. Los centros privados, normalmente para familias católicas y conservadoras, no tenían a los mejores alumnos.
¿Y qué está pasando?
La escuela pública está muy centrada en el mérito y en la excelencia, pero no en los alumnos como personas. En cambio, la privada sí se está ocupando de las personas y de los valores. Es más personalizada, también fuera de clase. La enseñanza privada está resultando más atractiva para las élites liberales e intelectuales, y, gracias a las subvenciones públicas, es más accesible para las clases medias. Francia también ofrece la particularidad de que las familias se pasan del sistema público al privado y al revés, y pueden hacerlo más de una vez. Creo que en España hay más estabilidad en ese sentido.
¿Hay alguna respuesta o reacción de la Administración?
Hay continuos cambios en la política educativa. No hay continuidad. Y por ello no hay capacidad de evaluación del sistema y se genera una escasa confianza en esas políticas educativas cambiantes.
Pero los docentes son profesionales preparados, de alto nivel, ¿no?
Bueno, son de alto nivel en las materias que imparten, pero no tienen una verdadera formación pedagógica. Sería necesario que tuvieran una mayor preparación pedagógica y psicológica ante unas clases muy heterogéneas y para la gestión de grupos. En Francia, hay pocos recursos para unas clases muy pobladas. Y los directores de los centros no actúan como responsables pedagógicos. Son considerados como representantes de la autoridad educativa y como meros agentes administrativos.
6 comentarios
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"la ponente pública del Tribunal Administrativo de Montpelier, recordó durante su intervención que «la lengua de la República es el francés», y por este motivo, usar el catalán supondría dejar al francés en una posición inferior porque lo relegaría al nivel de una lengua «traducida»". Y desde la prefectura también han insistido en que la Constitución establece que el francés es la lengua oficial y tiene que ser la prioritaria. El prefecto Rodrigue Furcy decía que «cualquier factor susceptible de socavar los principios fundamentales de la República y la jerarquía entre la lengua oficial y las regionales debe ser analizado como un elemento de identidad cultural que no debe prosperar en las asambleas deliberantes de los ayuntamientos»." Sres/as. políticos/as, a los que ha elegido el pueblo soberano de Baleares, tomen nota y aprendan de nuestros vecinos Franceses. Basta de catalanizar las Instituciones y las Islas.
Viendo a los Borbones creo que viene de lejos...
En España están dejando a tras a todas las clases sociales, excepto a los que se pueden pagar una buena educación fuera de España
Pues que no vayan, que la población francesa de verdad está hasta el gorro de inmigración basta ver los franceses que se han mudado a Mallorca todos te comentan que se han ido por eso. Agenda 2030 del señor soros
Pues que se vaya ahi esta señora a resolverlo en serio
Muy interesante. En Francia la excelencia produce desigualdad. En España la igualdad, por lo bajo, produce el nivel más bajo de Europa, mediocridad, atraso,ñ y, a la postre, pobreza y autodesprecio. Baste ver la vestimenta de algunos profesores isleños: bermudas, sandalias y que no falte la camiseta verde. Sin palabras.