El título, explica, tiene que ver con el juego de las cartas, con el hecho de cortar la baraja y repartir para empezar el juego. «Las Islas han sido un poco como un tablero de juego y lo que yo hago es contar lo que he visto, desde una mirada más tranquila y sosegada, de las que no nos permite el día a día», indica su autora entre presentación y presentación para recordar que le propusieron dar su visión de estos años el mismo día que publicó un mensaje en Twitter (ahora X) contando que se jubilaba.
Acostumbrada a contar la realidad en piezas de minuto y medio, Solivellas ha conseguido en 281 páginas encajar un puzzle de otras aparentemente dispersas pero que hallan un punto de unión y que, a veces, viene a ser como abrir muñecas rusas. Aunque su relato, que va de 1983 a la actualidad, no es cronológico, da una visión de conjunto.
El libro empieza con las largas esperas de periodistas en Marivent y eso le da pie a otear la relación de la Familia Real, y sobre todo del hoy rey emérito, con Mallorca. Aborda, claro, ese eterno debate sobre si los medios miraron a otro lado para no contar las idas y venidas de Juan Carlos I y no oculta que callar era uno de los peajes para seguir acudiendo a Marivent. Aborda luego la ampliación del aeropuerto y relata momentos claves de la historia de la autonomía, de los grandes temas pendientes y, también, lo que ha supuesto la corrupción. Hay un capítulo que empieza nombrando todos los casos y otro en el que, citando una información de Ultima Hora, cuenta como Jaume Matas y Maria Antònia Munar pusieron por escrito cómo iban a repartirse el territorio de Mallorca como si estuvieran ante un tablero de juego. La mayoría de proyectos adquirieron con el tiempo el rango de ‘caso'.
«¿Si cuento algo inédito nunca contado. La verdad es que cuando hay más de dos personas que saben algo es difícil decir que algo es inédito. Siempre hay alguien que puede decir que lo ha contado antes o que lo sabía», señala con una sinceridad que parece alejarla de un tipo de periodista que siempre presume de haber informado antes de cualquier historia.
Es un libro de periodista pero no es un lamento ni el eterno llanto sobre lo mal que está todo esto. Solivellas, tanto en su libro como en la conversación con este periódico muestra su acuerdo con la respuesta que dio Iñaki Gabilondo cuando le preguntaron cómo esta la profesión: «Son las empresas las que están mal, las nuevas generaciones de periodistas están mejor preparadas que nunca».
‘Iles escapçades' llega hasta los días de hoy, marcados por el relevo en el Govern y con dos asuntos que renacen sin que nunca se hayan terminado de ir: la lengua y la protección territorial.
11 comentarios
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Els que llegim d'antic les notícies i les escoltam per la tele, en sabem el corament cap a l'extrema esquerra de MES i el catalanisme que mai va dissimular en donar una notícia. Així que ja sabem de que va el llibre. Respectable, però tant com deben respectar els de l'extrema dreta.
Entre espanyols i catalans esteim ben arreglats...
Que se quede en su amada Cataluña. Aquí no la queremos
meamquepassaPesaditos los tuyos que no queréis entender que esto es Mallorca y nada que ver con los condados.
Ahora que se ha retirado puede irse a Cataluña y así nos deja en paz y allí puede enseñar su libro todo el que quiera
....que pesaditos estos que siempre criticais cualquier asunto o comentario referente a Catalunya....no me extraña que quieran la indepencencia!!!!
Seguro que solo has visto lo que te conviene ver Catalans a Cataluña
Margalida Solivellas, con su libro "Illes escapçades. Cròniques aïllades", nos ofrece una retrospectiva sobre las Islas Baleares, pero, ¿no llega un poco tarde? En la vida, al igual que en el periodismo, el tiempo es esencial. Contar una historia años después de que ocurrió es como intentar encender una vela que ya se ha consumido: la esencia ya no está, y el impacto se ha perdido. Las Islas Baleares, con su rica historia y dinámica, merecían ser narradas en su momento álgido, cuando los eventos estaban sucediendo y la gente buscaba respuestas. Ahora, con el paso del tiempo, la relevancia de estos relatos se ha desvanecido. Es como mirar una fotografía descolorida de un paisaje que ya no existe: aunque pueda tener un valor nostálgico, ya no captura la esencia viva y vibrante del momento. Además, no contar las cosas en su momento por salvaguardar el trabajo o evitar conflictos es una falsedad que no hace justicia a la verdad ni al deber periodístico. Las historias, al igual que las oportunidades, tienen su momento y lugar, y una vez pasado, ya no resuenan con la misma fuerza.
Excel·lent periodista, sobretot honesta i independent de màfies i poders fàctics en aquesta illa tan corrupta, també la premsa. La trobarem a faltar
I què?