Aina Cassanyes (izq.) y Margalida Ramis, en la sede de la entidad ecologista. | Pilar Pellicer

TW
51

Margalida Ramis y Aina Cassanyes integran la nueva junta directiva del GOB Mallorca, formada por 14 mujeres. Formalmente, Ramis es la presidenta, pero ya deja claro desde un principio que «se inicia una nueva estructura y una nueva forma de gestión, colectiva y en red, en la que no hay lugar para liderazgos».

Con esta nueva junta directiva, presentada en candidatura única, indica Cassanyes, «afrontamos nuevos retos, tiempos y enfoques. Era necesario un cambio, un poco de aire fresco, para un funcionamiento desde el colectivo y repensar valores y estructuras. Somos 14 mujeres muy activas en nuestros respectivos ámbitos, pero con un enfoque común».

El GOB fue protagonista en la defensa del territorio y de espacios naturales concretos en los años 80 y 90 del pasado siglo, pero ahora la visión es más global en un escenario de cambio climático. Ramis considera que «la defensa del territorio seguirá siendo un eje de actuación, pero el planteamiento actual es el de una transición ecosocial, poniendo en cuestión un modelo económico engullidor de recursos, con un metabolismo insaciable, que nos lleva a impactos negativos y conflictos». Cassanyes indica que «el crecimiento sin límites no sólo contribuye al cambio climático. Estamos sufriendo el encarecimiento de la vivienda y ha quedado demostrado que más turismo no significa vivir mejor. El crecimiento sostenible es un oxímoron».

Para las directivas del GOB, ya hay elementos de crítica al nuevo Govern: «Se eliminó la Conselleria de Medi Ambient y el decreto de vivienda incide directamente en el urbanismo a nivel municipal. El Govern no habla de cuestiones como el límite turístico, el cambio climático, la gestión de espacios naturales o de la vigente Llei de Benestar de Generacions Futures, que tiene que crear un reglamento y una comisión. No la podrán ignorar y recordaremos su vigencia. En Europa hay movimientos en línea con esta ley».

Noticias relacionadas

Respecto a la repercusión social del GOB, tan amplia en esas movilizaciones de las décadas de los 80 y 90, Ramis señala que «hemos cumplido 50 años, que indudablemente es un aniversario muy importante, pero no debe impresionar. El GOB tiene que seguir siendo un movimiento desde abajo y la sociedad debe sentirlo como una herramienta propia, con una transversalización de la reivindicación ecologista. Precisamente en estos 50 años, el GOB ha demostrado su capacidad de adaptación a la realidad social y por ello siempre ha tenido un amplio apoyo ciudadano».

Cassanyes añade que «las propuestas ecologistas no deben ser percibidas como una amenaza, sino como la manera de construir un futuro esperanzador para la población. El negacionismo es el mensaje más fácil y a la política le falta iniciativa para abordar sin miedo cuestiones como los límites, las restricciones o el decrecimiento. Falta la visión global y social de las problemáticas a las que nos enfrentamos».

Ramis comenta que «un ejemplo de ello es el decreto de vivienda que hemos comentado antes. En lugar de tener una visión global, se aprueba un decreto que intenta solucionar el problema de la vivienda por la vía del mercado, sin enmarcarlo en un enfoque social y sin contar con los ayuntamientos».

Volviendo a la defensa del territorio, ambas expresan su preocupación por la ocupación de suelo rústico por parte de grandes parques solares: «Estamos totalmente a favor de las energías renovables, pero no de esta manera. Reclamamos una moratoria de estas infraestructuras energéticas mientras se elabora una planificación clara. Si no es así, la planificación la está decidiendo el mercado. No puede ser que un suelo agrario, fértil y estratégico sea ocupado por estos grandes parques fotovoltaicos, lo que supone una industrialización de terrenos rústicos. Se habla de ocupar suelos degradados y cubiertas de polígonos industriales, pero no se está haciendo. Resulta mucho más fácil recurrir a una finca rústica de grandes dimensiones».

Margalida Ramis y Aina Cassanyes esperan que «la sociedad no reaccione a base de bofetadas. La COVID fue la primera gran bofetada, el primer gran aviso, pero la reacción fue que había que recuperar la situación anterior lo antes posible. Como GOB, aportaremos nuestro grano de arena para evitar grandes bofetadas climáticas, sanitarias, económicas y sociales. Seguir por el camino del crecimiento sin límites es una irresponsabilidad suicida. Por ello es necesaria esa mirada ecosocial, no individualista y de claro espíritu comunitario, que nos proponga otros escenarios posibles y haga reaccionar a la sociedad».

El apunte

«Una amplia base social que se ha mantenido estable durante años»

Sin contar apoyos y simpatías externas, la masa social del GOB Mallorca se mueve, con fluctuaciones, entre los 3.500 y 4.000 socios, Para Margalida Ramis, «el dato refleja una amplia base social que se ha mantenido estable durante años. Más del 50 % del presupuesto lo aportan las cuotas de los socios. Es verdad que, en la actualidad, la gente se moviliza más por problemáticas que le afectan directamente, pero intentamos una implicación que vaya más allá de cuestiones concretas».