Comedores, a reventar. En comedores como este de Sos Mamás reciben a diario más usuarios de las que pueden acoger. Esta tendencia preocupa y creen que irá a más. | Pere Bota

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El mes de enero comienza con mucha incertidumbre y preocupación para la mayoría de entidades sociales de Mallorca. Primero, porque las ayudas públicas –que provienen de fondos europeos– cada vez se reducen más. Y segundo, porque aumenta el número de personas sin recursos económicos debido al precio de la vivienda, que se ha convertido en una epidemia para el colectivo más vulnerable.

Las donaciones privadas han protagonizado este 2023 y han salvado el reparto de los alimentos a las entidades sociales. Así lo ha percibido el Banco de Alimentos de Mallorca, que llegó «al límite» a sus casi 30.000 beneficiarios por el retraso en las subvenciones: «Nos ha perjudicado mucho, teníamos que haber gastado mucho menos durante el año y no ha sido así. A pesar de todo, hemos distribuido unas cinco toneladas diarias», explica el presidente de la Fundación Banco de Alimentos de Mallorca, Ramón Montis. A esto, hay que sumar que todavía no han percibido el segundo ingreso del 0,7 % del IRPF, unos 80.000 euros. Además, el Consell aprobó una subvención de 120.000 euros para 2023, dinero que todavía no está ingresado en la Fundación. Las operaciones kilos, tanto la de mayo como la de noviembre, han disminuido «cerca de un 50 %» a consecuencia de la opción telemática para donar. «Si sacábamos con cada campaña un centenar de toneladas, la última han sido cuarenta», dice Montis.

La radiografía que hacen los comedores sociales y entidades dedicadas al reparto de alimentos de este último año se resume en cuatro palabras: familias trabajadoras con necesidades. El padre José Vicente de la iglesia de los Caputxins destaca este tipo de perfil, afectado principalmente por «el encarecimiento de la vivienda» y no pueden llegar a final de mes.

La tipología que hace el padre José Vicente de los últimos tres años se repite: un tercio de las personas son sin techo, mientra que dos tercios de ellos cuentan con vivienda pero con características socioeconómicas precarias. El perfil de personas es variopinta, desde inmigrantes hasta mallorquines jubilados o trabajadores.

Desde la Asociación Tardor aseguran haber «cumplido con el expediente», por lo que no destacan un 2023 especialmente fácil: «Ojalá hubiésemos tenido más recursos, pero al menos a lo esencial hemos llegado», responde el secretario general Toni Bauzà. En total, han atendido a 970 personas y asegura que «el perfil de usuarios es cada vez más pobre. Sobre todo viene mucha familia monomarental que trabaja en condiciones precaria. La gente no se está dando cuenta que la clase media está desapareciendo porque cada vez es más pobre», manifiesta.

La inflación ha dificultado a las entidades la entrega de ciertos productos, tales como el aceite, pero también ha encarecido los costes energéticos de sus locales. En Sos Mamás han experimentado este mismos escenario y por eso reconocen la ayuda de particulares para llegar a sus usuarios: «El número de personas que nos llega crece cada vez más. Al día nos atendemos a cuatro familias para formalizar alimentos. El comedor está lleno, hay gente que espera fuera y cada vez vemos más personas mayores y niños», lamenta Lorenzo Chamarro, el responsable del centro.

El apunte

Zaqueo atendió 20.000 personas más que en 2022

El comedor social Zaqueo atendió durante todo 2023 a un total de 81.038 personas vulnerables, 20.000 usuarios más que en 2022, una cifra a la que califican de «histórica» y que «preocupa» este nuevo año por el incremento de pobreza. Catalina Cunill, presidenta de la entidad, destaca que en Navidad atendió a 275 personas, cifra récord, y que tan solo hace dos días fueron 269. «No sé qué pasará, pero vivimos este 2024 con un interrogante las ayudas gotean», dice.