Dos mujeres, con mascarilla en un centro sanitario. | Josep Bagur Gomila

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Un estudio realizado durante la pandemia de la COVID-19 por investigadores de la Universitat de les Illes Balears (UIB), del Instituto de Investigación Sanitaria de las Islas Baleares (IdISBa) y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) muestran que el uso de mascarilla en espacios cerrados previene la transmisión de virus respiratorios. El estudio lo ha financiado el Colegio Oficial de Enfermeras y Enfermeros de las Islas Baleares (COIBA).

El estudio fue liderado por una enfermera que hacía tareas de rastreo en la Central de Coordinación COVID (CC COVID) de Mallorca del Servicio de Salud de las Islas Baleares. Los resultados principales de este estudio se han publicado en la revista científica Frontiers in Public Health, con un factor de impacto elevado, ya que se sitúa entre el 25% de las mejores revistas de salud pública, y en la Revista Española de Salud Pública del Ministerio de Sanidad (artículo aceptado, pendiente de publicación).

Investigación durante la pandemia

Mientras se realizaba el rastreo de los contactos estrechos de personas contagiadas por el virus SARS-CoV-2 (para poder aplicar las medidas de aislamiento oportunas) se llevó a cabo un estudio para evaluar la eficacia del uso de las medidas de protección individual (mascarillas y lavado de manos) en la prevención de la transmisión de la COVID-19.

Además, se analizó cómo influía en la transmisión del virus: la ventilación del espacio, la distancia del contacto y el tiempo de exposición. También se evaluó la transmisión en diferentes ámbitos (laboral, escolar, doméstico, de transporte, etc.) con el análisis del efecto del uso de mascarillas en diferentes contextos. Finalmente, se han estudiado algunos factores que influyeron en que se utilizara o no la mascarilla cuando se estaba en contacto con otras personas.

Los resultados principales obtenidos indican que:

1. La mascarilla es efectiva en la prevención de la transmisión del SARS-CoV-2. Es decir, si durante el contacto estrecho con una persona infectada (que aún no sabía que lo estaba) se había utilizado mascarilla, la probabilidad de infección era menor que si no se había utilizado. El riesgo de contagio si se usaba la mascarilla se reducía prácticamente a la mitad.

2. En función del tipo de espacio, la mascarilla era aún más importante. Concretamente, en espacios interiores (tanto ventilados como no ventilados) la mascarilla era un elemento clave para disminuir la probabilidad de contagio, mientras que en espacios exteriores tenía poca importancia. Además, cuanto más tiempo se estuviera en contacto con una persona contagiada, más importante era el uso de la mascarilla para la prevención del contagio.

3. Según nuestros resultados, un lavado de manos más frecuente no resultó importante en la prevención de la transmisión, aunque hay que tener en cuenta que la mayoría de los participantes declararon que se lavaban las manos con frecuencia.

4. El único síntoma de la persona contagiada que se debió a una transmisión más elevada de SARS-CoV-2 fue la tosina, que es precisamente uno de los mecanismos de transmisión principal del virus.

5. Respecto a los factores que condicionaban el uso de mascarillas, se pudo observar que en los contactos de mayor riesgo (espacios interiores, con más tiempo de exposición y menos distancia con el contacto) era donde menos se utilizaba la mascarilla. Probablemente, en los contactos más próximos (familia, amigos) tenemos una falsa sensación de seguridad y no usamos medidas de protección individual. Además, hay que desatacar que, durante la pandemia, gran parte de los contagios, aproximadamente el 80%, se producían en el ámbito domiciliario (familia y amigos).