Llevan más de 15 años en la Isla, y aunque sus inicios en Mallorca fueron «duros» hoy pueden contar su historia. | P.Bota, P.Pellicer, M.À.Cañellas

TW
7

Emigrar nunca ha sido fácil. Naciones Unidas define la migración internacional como «el desplazamiento de personas en busca de trabajo u oportunidades económicas, para reunirse con sus familiares o para estudiar; otros, se van para escapar de conflictos o persecuciones, del terrorismo o de violaciones de sus derechos humanos». A principio del siglo XX, Mallorca ya sufrió una llegada masiva de peninsulares a trabajar. Pero en los últimos años, el boom de recién llegados es por parte de extranjeros, muchos de ellos de forma irregular.

Para regularizar la situación de una persona, necesita oportunidades laborales. Así fue el caso de Marissa Ordanes, que es ingeniera mecánica pero nunca pudo homologar su titulación. Llegó sin papeles hace 20 años y desde 2023 es dueña de un local de transferencias internacionales y, también, de estos otros cinco entrevistados que llevan, mínimo, 15 años en Mallorca. De no tener papeles han montado su propio negocio, que aportan variedad a las barriadas.

Estos relatos muestran la cruda realidad del inmigrante en España, que con sufrimiento y dificultades, en el mejor de los casos tocan el éxito. Todos, sin embargo, coinciden en que los recién llegados sin papeles lo tienen peor y no recomiendan «que se jueguen la vida» para llegar aquí.

Macoumba Gaye

Macoumba Gaye, sastre: «Sin papeles no podía trabajar de nada, pero lo conseguí con el tiempo»

Macoumba Gaye, de 51 años, fue mantero, como muchos otros senegaleses que se ven obligados a dedicarse a la venta ambulante por las dificultades que tienen al llegar a la Isla. En su caso, estuvo poco tiempo porque vio que era peligroso. Se puso a buscar trabajo y encontró uno en el Polígono de Son Castelló. Esto fue hace 16 años. Reconoce que «sin papeles, no se puede trabajar de nada, pero en mi caso, después de mucho esfuerzo y oportunidades, conseguí regularizar mi situación y estoy orgulloso de lo que he conseguido: una sastrería». Macoumba es el sastre de laSoledad, pero para llegar hasta aquí tuvo que salir, en los años 90, de forma iregular de África, pasar calamidades en Milán (Italia) y asentarse en Mallorca sin nada.

Simón Bedoya, de 65 años, y su mujer Luisa Alcocer

Simón Bedoya y Luisa Alcocer, dueños de la cafetería Don simón: «De nada sirvió mi carrera cuando llegué; trabajé de todo y fue duro»

Los inicios para Simón Bedoya, de 65 años, y su mujer Luisa Alcocer no fueron fáciles. En el año 2000, Simón se fue de Bolivia hacia España con un visado de turista. Dejó a su familia, mujer y cinco hijos, para ver, primero, si podía buscar un nuevo nido antes de traerles. Al poco llegó a Mallorca Luisa y tres años después, los hijos de ambos. «De nada sirvió que tuviese una carrera profesional, yo soy contable. Cuando llegas como inmigrante, te tienes que poner a trabajar de lo que sea», explica Simón. Con los años, y mucho esfuerzo, se pusieron a vender comida tradicional, luego pasaron a alquilar un local muy pequeño. Más tarde otro más grande y finalmente su cafetería Don Simón. Han abierto otro negocio de restauración como Don Simón en Murcia.

Allal Zougaghi

Allal Zougaghi, empresario y contratista: «No hay secretos para el éxito. El sufrimiento te hace aprender mucho»

En 1989, Allal Zougaghi, de 55 años y origen marroquí, llegó a la Isla para buscarse la vida. El primer destino fue sa Pobla y recuerda que «había muy pocos marroquíes, quizá éramos solo 40 personas». En ese momento, Allal pudo llegar a la Península con pasaporte y en avión:«España no era como ahora. Hoy en día, cruzan este país para llegar a Europa», explica. Recuerda que fue a partir de los años 90 cuando empezaron a llegar más migrantes. Allal ha sido albañil, jardinero y trabajó en el campo. «Si no sabes el idioma, no haces amigos. Todo lo que aprendí fue en la calle. No hay secretos para el éxito; el sufrimiento te hace aprender. No era fácil para nosotros, los inmigrantes.Ahora las cosas están mejor en cuanto a oferta laboral. Pero es cierto que sin tener papeles podías trabajar». Una vez reguló su situación, todo cambió. En 1997 montó su negocio con otros socios. Contratan albañiles para ofrecer el servicio. Grandes empresas mallorquinas piden mano de obra a Allal, quien tuvo su golpe de suerte durante los años de crisis económica (2008-14).

Byron Fuentes

Byron Fuentes, dueño del rte. casa del sabor: «Hoy en día, la gente se puede integrar fácil; en mi época me encontraba solo»

La vida de Byron Fuentes recuerda a la película La llegada, protagonizada por Bruna Cosí y Alberto Ammann. Byron marchó de Ecuador en el año 2000 con un visado de turista con destino Madrid, pero hizo escala en París. En Francia le deportaron tras pasar unos escalofriantes controles policiales. Al poco, lo volvió a intentar, pero esta vez directo a la capital española. Su último destino era Palma porque aquí tenía a su pareja. Hizo de jardinero, trabajó montando muebles de cocina y vivía con otras tres personas en un cuarto con una única cama. A veces le pagaban y otras no, porque no tenía papeles. Cuando le dieron el permiso de residencia después de demostrar tres año de cotización abrió su restaurante (2005) y 19 años después lo mantiene. Byron, de 48 años, también cree que ahora hay más trabajo pero «se juegan la vida» para llegar a España cuando acceder al mundo laboral es más complicado si se está irregular.