El acto, organizado por el Cercle d'Economia de Mallorca y celebrado en el Hotel GPRO Valparaíso, estuvo oficiado por el doctor en periodismo Javier Mato, quien además de ejercer como maestro de ceremonias tradujo al auditorio los resultados de la encuesta. Le acompañaron el director del IBES, Gonzalo Adán, y el presidente del Colegio de Economistas de Baleares, Onofre Martorell, además del presidente del Cercle d'Economia, Josep Maria Vicens, encargado del discurso inaugural.
Este último puso en valor trabajos como el presentado ayer parafraseando a uno de los personajes del escritor y matemático Lewis Carroll, el gato de Cheshire de la célebre Alicia en el país de las maravillas: «Si no sabes dónde quieres ir, no importa qué camino escojas».
A juzgar por los resultados de la encuesta (en formato on-line y sobre una muestra de 2.500 personas), no se sabe si la sociedad mallorquina sabe dónde quiere ir, pero sí dónde se encamina de manera inevitable. Y no es un lugar agradable, tal y como se encargó de resaltar el propio Mato, que no dudó en calificar de «fatalista» el futuro que dibujaron los encuestados en muchos casos.
Por ejemplo, en los apartados sobre el valor del turismo y su encaje en la sociedad mallorquina, la mayoría presenta una visión más positiva cuanto mayor es la distancia en el tiempo. «Suele haber una idealización del pasado», señaló Mato para explicar que los resultados revelan la percepción de que la convivencia con los turistas ha empeorado, igual que lo ha hecho la calidad de vida o la pervivencia del elemento identitario mallorquín.
Las previsiones de cara al futuro son aún más pesimistas, según unos encuestados al parecer convencidos de que todo es susceptible de seguir empeorando. Una muestra: preguntados sobre el futuro de las casas rurales tradicionales y las possessions mallorquinas, una aplastante mayoría contestó que su futuro pasa por ser vendidas a extranjeros en su práctica totalidad.
Por su parte, Gonzalo Adán, quien se refirió al «desprestigio» que padecen actualmente las encuestas en general (descrédito que atribuyó en gran medida al CIS), explicó la metodología de este proyecto y enfatizó el valor dinámico de unas consultas que inducían a cierto esfuerzo de reflexión. «Teníamos el reto de forzar al encuestado a opinar sobre cómo cree que va a estar Mallorca en unos años», señaló Adán para añadir que «todo proyecto de investigación es una sucesión de decisiones metodológicas en la que cada una de ellas comporta un riesgo».
Martorell cerró el acto con un lúcido análisis del panorama geopolítico actual mundial y cómo podría marcar el devenir de la economía española y balear en particular. «Debería estar prohibido hacer previsiones», advirtió para explicar que los economistas «no conocemos el futuro: solo podemos proyectar escenarios posibles porque no sabemos qué hará Putin mañana». De esta manera, señaló que «en el mundo están pasando muchas cosas al mismo tiempo» y de entre todos los escenarios que barajan, la verdad es que el optimista «no lo vemos mucho».
Por otro lado, «las urnas y las armas» marcarán la economía global en 2024, según Martorell. Los conflictos bélicos, aventura, «continuarán, pero no empeorarán». En cuanto a las elecciones, hay tres citas clave en el calendario: Rusia, Unión Europea y EE.UU., aunque solo la última importa. Más que nada, porque los resultados en los otros dos casos son bastante previsibles, «pero si ganará Trump eso conllevaría grandes riesgos».