No es su primer libro sobre Palma. ¿En qué consiste?
Es una secuencia de pequeños relatos, experiencias y reflexiones sobre cosas que me han pasado en Palma y de las que tengo recuerdo. Como ya he dicho en otras ocasiones, soy un flâneur de Palma, un paseante que deambula sin rumbo fijo y ve cosas que los demás no ven. De todo ello hago un puzzle de recuerdos y sensaciones.
¿Y qué tipo de historias podemos encontrar?
La Palma pandémica, reflexiones históricas, el turismo y la gentrificación, conversaciones, que pueden ser ficticias o no, o la transformación de la ciudad, entre otras muchas. Sobre la pandemia, vivo en la plaza de la Llonja y pasamos de tenerla con terrazas abarrotadas a no haber absolutamente nadie. Iba a comprar el pan o el periódico, y me veía en el Born completamente solo.
Viviendo en la Llonja, ha estado en la primera línea de la transformación de la ciudad.
Hace 52 años que vivo aquí, primero de alquiler y luego compré la casa. Ahora no podría hacerlo por los precios desorbitados. El vecindario ha cambiado por completo. Actualmente, son todos alemanes y suecos. Las reuniones de la comunidad de vecinos se hacen en inglés. Recuerdo que tenía como vecina a Pilar Irazazábal, tía de Félix Pons, que murió a los 106 años. Tocaba el piano cada día a partir de las 11 de la mañana, supongo que por consideración con los vecinos.
Hablar de gentrificación se hace inevitable.
Sí, pero en mi libro es a partir de sensaciones. No es un estudio científico. La gentrificación tiene mucho que ver con el centro histórico, pero se ha extendido al Eixample y la periferia. Precisamente, el Eixample era un conjunto de barrios nuevos y obreros que, desgraciadamente, cuenta con poca literatura y pocos estudios, aunque hay uno reciente sobre Pere Garau que es magnífico. En la barriada había una fábrica de sedas que ocupaba a 400 mujeres y llegaron a funcionar cinco cines. Recuerdo caminar por lo que es hoy la calle Metge Josep Darder y que por entonces era un campo de trigo. Y también recuerdo ver los partidos del Baleares desde el safareig y el molino de Son Canals.
Cualquier crítica al turismo es acusada de turismofobia.
Yo mismo soy turismófobo si se considera que el turismo no puede tener límites. Hay que poder criticarlo si evoluciona de una determinada manera porque, además de los grandes números económicos, hay unos impactos ambientales y socioculturales. La transformación sociocultural ya se inició con el primer turismo, con una doble moral: muy estricta para los residentes, pero los turistas podían hacer lo que quisieran, aunque esos primeros contactos fueron positivos porque nos permitieron ver y comprobar que había otras maneras de vivir.
En definitiva, hay que poner límites al turismo.
Sí, es necesario. Poner límites no es ser contrario al turismo, sino contener y reducir la masificación y la saturación. Se ha traspasado una capacidad de carga que podría determinar el equilibrio. Yo mismo estoy rodeado de apartamentos turísticos ilegales. Antes, la actividad turística estaba muy delimitada en determinadas zonas y establecimientos. Ahora está en todas partes. Nadie discute que el turismo fue el vector que transformó nuestra sociedad agraria en otra más desarrollada, pero hay que poner límites. Y, sobre todo, no hay que agradecer a los hoteleros que llevemos zapatos o que ya no vayamos en carro. Ya está bien de este tipo de argumentos. Un poco de dignidad.
¿Cómo percibe la transformación de la ciudad? Hablaba antes de sensaciones.
En Palma antes había lugares, en el sentido de referentes, sitios con historia o que hacías tuyos por sus características. Ahora existen los no lugares: C&A, Zara, el aeropuerto, Mercadona, El Corte Inglés, Louis Vuitton... Podemos ir a esos lugares, pero no los haces tuyos. Había comercios tradicionales que eran lugares. Han desaparecido. Mi tienda más próxima para comprar tomates es El Corte Inglés. El centro de Palma tenía bares, comercios y cines a los que iba la gente de la periferia. Los jóvenes iban al centro a tomar una caña, ir al cine o cenar. Ahora todo son franquicias, los precios son prohibitivos y encontramos un número desproporcionado de heladerías destinadas a los cruceristas. Todo ello ha desplazado a los comercios tradicionales.
¿Qué podemos hacer?
El problema es que el mercado es Europa entera y nosotros tenemos el menor poder adquisitivo, lo que nos desplaza y nos sitúa en desventaja.
67 comentarios
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Pepetés ironia
S.O.S. MallorcaQue fas avui amb 1.000 €,si el lloguer et costa 800€?,si en trobas..
Anti NegueruelaMala comprensió lectiva,repasa el escrit.
S.O.S. MallorcaSii,reventant al personal,per no contractar-na més( ah, que no en troban)per tenir més beneficis. La kellys,en són una proba,excess de feina i feixuga; possar els llits que se eixecan,pot pensar,hasta na pprohens va dir que no calia. Assatagement,eixigint máxima qualitat de la llimpiesa,quan mancan més kellys,explotació i mal tracte verbal,(no vol dir que sigui per tot),peró existeig,es un fet. I per acabar,et cridan a casa,el dia avanç que tinguis lliure,per dirte que hi vagis a fer feina,perquè hi ha companyas de baixa. No m'expliquis el que són aquesta colla de "peseters",hi fet feina mitja vida a hosteleria,pot ser de futbol en saps,peró d'hosteleria val més que callis.
Una recomendación a todos los nativos de Baleares. No vendan sus propiedades por mucho que les paguen.
Los Hoteleros han hecho mucho por Mallorca! Si no la gente no cobraría sus 1000€ al mes y sus 6 meses sagrados de paro!
971Vamos a crecer entonces hasta urbanizar la Serra de Tramuntana, no? Y a hacer más hospitales, más carreteras, más colegios.....hasta cuándo? Ud sabe perfectamente cuánta gente cabe en su casa. Los políticos, apoyándose en técnicos cualificados (geógrafos, geólogos, biólogos, arquitectos, ingenieros..) debería saber cuál es la capacidad de carga de las islas para no perder calidad de vida cada año; para no bajar el PIB per cápita cada año. Pero tranquilo, son populistas, están con usted, no consultarán a ningún técnico; y si estos tienen algún informe de poner límites, lo guardarán en un cajón. Tranquilo hombre. Seguiremos masificando a su gusto. Duerma tranquilo.
DavidEt refereixes als turismolovers que cobren l’atur durant 8 mesos?
Claudio RanieriMenos mal que Madrid se lleva dinero, aquí lo invertiriamos en hacer más autovías, más depuradoras, más desaladoras, para poder hacer más urbanizaciones, para.....adivina adivinanza, efectivamente, traer más gente. Ojalá se llevase más dinero Madrid. En manos de los mallorquines es un peligro.
Becerro de OroLes teves idees són molt bones, però has sobrequalificat els valors dels mallorquins. Si Mallorca (I les altres Illes) han minvat de forma molt significativa la seva qualitat de vida, i fins i tot el PIB per càpita, en els darrers 25 anys, ha estat gràcies a la moral mercantil dels mallorquins. Tot val per fer diners. I anem a pitjor cada any, rodejats de turisme en metàstasi (lloguer vacacional) i de furgonetes blanques a 160 km/h plenes de colombians, gent de l'Est, magrebins, forasters, anglesos, que lluiten per trobar una habitació a 500 euros el mes. Però clar, na Prohens i en Galmés diuen que fora límits. Mallorca està acabada. Se viu més o menys bé de novembre a març. D'abril a octubre una casa de pxxxx sense llum i sa madona sorda.