José Miguel Artieda, presidente del Colegio Oficial de APIS en Baleares.

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El sector de los agentes inmobiliarios está esperando como maná el nuevo decreto de regulación de su actividad que prepara el Govern y que parece inminente. José Miguel Artieda (Palma, 1976) hace énfasis en la existencia de vasos comunicantes entre el descontrol normativo del sector y una crisis habitacional que bebe de unos precios de mercado desbocados.

¿El nuevo registro obligatorio de la profesión acabará con la barra libre para la proliferación de piratas?
—Cuando hay un descontrol prolifera la especulación; el desorden lleva a más desorden. Hoy día se ha desprestigiado mucho esta profesión porque el 75 % está en manos de gente no cualificada. No tenemos datos reales, pero se estima que hay 2.500 personas jurídicas dadas de alta que se dedican a la intermediación, de las cuales solo unas 600 son verdaderos profesionales. A mí me ha pasado ir a Eivissa y que el camarero que te sirve en una terraza te diga que se dedica a esto. Es un peligro, porque si esto se deja en manos de no profesionales, los precios suben aún más.

También los hay camuflados tras una fachada que les proporciona una aparente seriedad...
—Los hay. Se maneja tanto dinero que al hacer solo un par de ventas ya pueden montar una oficina más o menos grande, pero con gente igualmente no cualificada. Con el registro se asegura la cualificación a través de la formación. El que no esté registrado y siga operando de manera habitual podrá ser sancionado.

¿Se puede hablar de un perfil tipo entre los piratas?
—Suelen ser perfiles comerciales; a lo mejor son buenos en lo suyo, tienen contactos y se meten en este sector sin tener la cualificación necesaria para ello. Esta actividad requiere conocimientos urbanísticos, legislativos, jurídicos y de mercado para ofrecer un buen asesoramiento. Por otro lado, al haber tanta demanda de extranjeros los comerciales extranjeros también son cada vez más numerosos.

¿Cómo influye en la crisis habitacional la libre proliferación de inmobiliarias no reguladas?
—En primer lugar, da pie a aumentos desorbitados del precio de mercado. Un mal asesoramiento desvirtúa mucho el mercado y hace aumentar la especulación. El primer escollo que yo me encuentro como agente inmobiliario es el de tener que convencer al cliente que quiere vender su propiedad de que ésta vale lo que vale, que casi siempre es menos de lo que él cree que debería ser. Cuando hay mucha gente no cualificada que no tiene experiencia ni formación para determinar ese verdadero valor, acaban poniéndose precios demasiado elevados.

Se habla mucho de que todos los sectores vinculados deben implicarse en el problema de la vivienda. ¿Cómo pueden ayudar ustedes?
—Dando seguridad a todas las operaciones. Hoy día lo que más atención reclama es el tema del alquiler. Si nosotros somos un buen filtro dando garantías y un buen asesoramiento, podemos convencerle para que baje el precio. Lo más necesario ahora mismo es aportar producto al mercado ya y en cantidades importantes. Se necesitan unas 4.000 o 5.000 viviendas al año para un mercado que ya está saturado. Hasta hace dos años en Mallorca había inmuebles, ahora ya no. Y además se sigue incrementando la población y por tanto la demanda. Tienes que poner el máximo de producto en el mercado y crear otras figuras como el coliving o el build to rent.

Los constructores hablaban esta semana de que hacen falta 35.000 nuevas viviendas en Balears para dar respuesta a la demanda actual. ¿Comparten el diagnóstico?
—Podría ser esa cifra. El último cálculo, que es de hace unos años, hablaba de unas 20.000, por lo que es muy probable que el número ronde lo que apuntan los constructores.

¿Bastarán las recetas del Govern?
—No hay una solución única, por lo que es importante que haya una estrategia con diversas actuaciones en paralelo. La Direcció General d’Habitatge ha anunciado una estrategia de ocho puntos de los que nos informarán en detalle personalmente dentro de poco.

Pero usted cree que faltan cosas. ¿Cuáles?
—El problema con el que se encuentran es un Plan General de Palma aprobado in extremis antes de las elecciones. Ahora veremos cómo lo pueden sortear para aumentar el parque de viviendas y poder poner más en el mercado. Habría que facilitar mucho las reformas: muchos piso vacíos lo están porque al propietario le da pereza invertir para alquilar.

Se hace mucho énfasis en Palma, pero ¿qué peso debería tener la Part Forana en la distribución de las estrategias habitacionales?
—Hoy en día la demanda de vivienda está repartida por el 100 % de Mallorca, igual que en Eivissa. Por eso el Consell pide más colaboración a los ayuntamientos para ceder terrenos al IBAVI y poder construir viviendas protegidas.

¿Cree que es compatible el crecimiento de la oferta de unifamiliares de lujo para extranjeros con la priorización de plurifamiliares para la mayoría de la población?
—El libre mercado debe existir. Baleares es una marca que tiene mucha fuerza y atrae cada vez más al extranjero de alto poder adquisitivo. Frenar eso es difícil. Es verdad que se está desplazando al mercado local, pero es responsabilidad de la Administración pública garantizar la vivienda a los residentes.

¿Su vaticinio para el mercado de cara a este año y el que viene?
—Por desgracia es una pregunta fácil de contestar. Si todo sigue igual, los precios seguirán subiendo. A nivel económico no hay nada que haga pensar que puedan bajar. No hay necesidad de venta por parte del propietario y por eso no hay tampoco necesidad de malvender, pero sí mucha de comprar.