Andreu Coll, el millonario de Alaró, fue asesinado por su hijo de 18 años y un amigo de aquél en 2013. | R.S.

TW
30

Tras un complejo pleito de once años, ya se ha cerrado un acuerdo en el caso de la herencia millonaria del empresario de Alaró Andreu Coll Bennàssar, que fue asesinado por su hijo en 2013. Sus otros dos vástagos, desheredados, solo tendrán el 20 % del enorme patrimonio del mallorquín, que poseía más de un centenar de propiedades, entre casas, pisos, chalets y locales, un hotel y empresas muy solventes de máquinas tragaperras. Cuando fue asesinado, algunas fuentes estimaron el valor de sus bienes en 50 millones de euros.

Cinco días antes del brutal crimen que conmocionó a Mallorca, ocurrido el 29 de junio de 2013, Andreu Coll firmó su testamento, en el que desheredaba a sus dos hijos mayores, un chico y una chica. Nombraba heredero a su hijo pequeño, que se llamaba como él, y como «heredera sustituta» designaba a su hermana Margalida, con la que siempre había mantenido una relación extraordinaria.

Además, dejaba 30.000 y 40.000 euros respectivamente para dos novias que había tenido y con las que seguía manteniendo una buena relación, y cantidades económicas muy elevadas para los empleados de su empresa. Asimismo, a un amigo íntimo le cedía 60.000 euros.

Noticias relacionadas

A simple vista nadie podía intuir que Andreu Coll Bennàssar era uno de los mayores potentados de Alaró. Ni que el empresario, a sus 57 años, tenía un imperio de un centenar de locales, pisos, negocios y solares, que le producían unos inmensos alquileres mensuales. El mallorquín era extremadamente austero, casi espartano. Sólo se permitía derroches puntuales con su mejor amigo Pedro, que también era su abogado y su confesor. Sólo confiaba en él y en su hermana Margalida, a la que adoraba. Los asesinos, que se ensañaron con la víctima, eran su hijo Andreu y un amigo de aquél, un zaragozano llamado Fran. Tenían 18 y 20 años.

La situación familiar de Andreu distaba mucho de ser modélica. La separación tormentosa de su esposa había dinamitado la familia: Toni, de 21 años, y su hermana Ainara, de 23, se habían ido a vivir con su madre a Santa Ponça. Andreu, el menor, había optado por quedarse con su padre en Alaró. Lo que el empresario nunca podía imaginar es que el chico, nada más saber que era el heredero único del gran imperio paterno, ideó un plan macabro para asesinarlo.

Andreu padre había rehecho su vida con una moldava más joven que él, de nombre Inna, que tenía una hija. Sin embargo, la relación tampoco había funcionado y en junio de 2013 el acaudalado empresario, al que conocían como ‘En Tiu', vivía en su finca de sa Teulera, solo con Andreu júnior. Fue allí donde el joven y su amigo lo mataron. Antes, Andreu y su hijo habían discutido. El progenitor le echaba en cara que se pasara hasta catorce horas diarias enganchado a la Play Station y no quisiera trabajar.

Tras el brutal asesinato y la detención y encarcelamiento de su hijo menor, se dio lectura a su testamento, en el que Toni y Ainara quedaban desheredados. En 2013 se entabló un pleito porque consideraban que esta medida era injusta. Al ser su asesino el único heredero, su hermana Margarita asumió las empresas y propiedades, mientras continuaba el litigio. El Juzgado de Primera Instancia número 2 de Inca fue el encargado de dirimir el asunto, pero las partes no llegaban a un acuerdo.

Los hijos desheredados pedían el 30 % del patrimonio y la hermana de Andreu se negaba, por lo que fueron pasando los años sin que llegaran a un acuerdo. El lunes, finalmente, las partes llegaron a una conformidad. Cada hermano recibirá cerca del 10 % de la herencia (es decir, un 20 % entre los dos), lo que supone que Ainara y Toni se quedarán con 22 inmuebles, entre viviendas, locales y aparcamientos, algunos de ellos de gran valor.

De esta forma, queda finiquitado uno de los pleitos más potentes y controvertidos de los últimos años en Mallorca, donde estaba en juego un imperio inmobiliario de un enorme valor.