Los niños becados por Pere Tarrés iniciaron la escuela de verano el 1 de julio en el Ceip Joan Capó. | Pere Bota

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Júlia, de 11 años, es una de las niñas que este año ha obtenido, por primera vez, una ayuda de la Fundació Pere Tarrés para tener un verano como se merece: «Lo que más me gusta es que aquí nos queremos todos», decía ayer en el Ceip Joan Capó, en Son Gotleu, mientras pintaba un macetero de plástico. Yael, de siete años, le encanta pasar las mañanas jugando y coloreando junto con los monitores.

Ellas son solo dos de los 300 niños y niñas becados por la Fundació Pere Tarrés que desde el pasado 1 de julio disfrutarán hasta final de mes de las escuelas de verano y las colonias que organiza la entidad en Mallorca. Los menores están repartidos en tres colegios público: el Ceip Joan Capó, el IES Son Rullán y el Colegio diocesano La Inmaculada. Luego, disfrutarán de una semana en la casa de colonias de Binicanella (Bunyola). Además, un total de 30 profesionales, entre monitores de tiempo libre, directores y personal de prácticas, acompañan este mes estival a los becados. «Trabajamos cada año para promover la educación de la infancia a través de acciones sociales como esta», destacó ayer Maribel Trujillo, directora de la delegación de Pere Tarrés en Mallorca.

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Este año, la propuesta pedagógicas que desarrollan en estas escuelas de verano es Recuperem els boscos. Es un tema «de sensibilización», como mencionó Trujillo, para que los jóvenes hagan un uso responsable de los recursos naturales que tenemos en Mallorca. A Yumara, de 10 años, le parece un tema «muy interesante», aunque «lo que más me gusta de estas escuelas de verano es jugar y tratar bien a los compañeros».

Verónica, una de las monitoras más veteranas que este verano gestiona a un grupo de menores en el Ceip Joan Capó, explicó que «cada año vemos que los niños y niñas se lo pasan muy bien. Estas actividades les ayudan a desconectar de sus problemas en el hogar. Es una vía de escape».

Más demanda

«Cada vez hay más demanda y Pere Tarrés no puede ampliar las becas porque la financiación es la misma y los precios, a la hora de contratar personal para atender a más niños, han aumentado», lamentó Maribel Trujillo, que deja caer esta problemática para mostrar una realidad que va creciendo año tras año.

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Desde la entidad son conscientes de que las solicitudes de familias con necesidades han subido, y eso les reta de cara al futuro. Además, se suma otra problemática y es la dificultad a la hora de encontrar un colegio público de Palma que quiera abrir sus puertas a las actividades de verano de Pere Tarrés durante julio.

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Sin embargo, hay cosas positivas. Maribel Trujillo reconoce que las escuelas de verano de la Fundació están más presentes que nunca en los núcleos familiares, donde la mayoría repiten la experiencia con ellos. «Nuestra actividades se han normalizado y cada año se acuerdan de nosotros. Hay interés», defiende.

La entidad tiene claro que las actividades lúdicas en el ocio son una experiencia educativa única de crecimiento para los niños. En Balears, el equipo intenta que desarrollen sus habilidades, se sientan libres y desarrollen competencias educativas, sociales y de valores.