Una de las fincas rurales de The Agency | Oliver Jaist

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La Isla siempre ha sido de gran atractivo para la comunidad artística europea, de Chopin a Joan Miró, los artistas buscaban la calma y la luz del Mediterráneo. Sin embargo, este interés ha conseguido cruzar océanos. Desde Canadá, Julie Mai decidió establecer su estudio de arte en la plaza de Fornalutx. Hace aproximadamente dos años, la pintora estaba en búsqueda de un entorno idílico e internacional dentro de la Unión Europea, cuando se topó con la costa oeste mallorquina.

La canadiense ha conseguido establecer una clientela, así como, una comunidad en su entorno, la cuál describe como «una mezcla perfecta entre mallorquines y extranjeros de todas las partes del mundo». «Los artistas se buscan entre ellos», expresa Julie Mai refiriéndose al círculo artístico que rodea la Isla. Valldemossa, Sóller y Deià son algunos de los puntos que recogen el aura creativa a los pies de la Tramuntana. Gracias a la comunidad «Artist of Mallorca», la unión de lazos ha sido más fructífera para muchos extranjeros que desconocen el mercado local pero que intentan integrarse, explica la artista. Además, el New York Times señala que «la isla mediterránea es más popular que nunca entre la élite del arte y el diseño».

Julie Mai, una artista canadiense que vive en Fornalutx
La artista canadiense Julie Mai en la puerta de su taller en Fornalutx
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Otros creativos prefieren establecer un pied-à-terre, es decir, una segunda residencia que sirve de punto intermedio entre EEUU y el resto de Europa. Como es el caso de Michael S Smith, el diseñador de interiores de California responsable de la visita anual de Michelle Obama a la Isla. Adicionalmente, el aeropuerto cuenta con conexiones con más de 190 destinos en 32 países. Gracias al puente aéreo entre Nueva York y la capital balear, es cada vez más frecuente el número de extranjeros que eligen establecerse junto al Mediterráneo antes que en las grandes capitales europeas. «Es cierto que el vuelo directo desde el Newark Liberty International ha ayudado bastante, pero hasta ahora, los clientes con los que hemos trabajado vienen de toda América, desde Los Ángeles, Texas, Colorado, Canadá...», explica Alby Euesden, gerente de The Agency Mallorca.

El sector inmobiliario de lujo, es decir, el que se ocupa de propiedades por encima de los 2 millones de euros, está en plena efervescencia. «Las zonas rústicas han crecido muchísimo en popularidad», explica. En concreto, sus clientes norteamericanos buscan propiedades históricas en el casco antiguo de Palma, palacios y fincas en el centro de la isla o en la Tramuntana. Así como el cliente estadounidense históricamente ha comprado viñedos en Francia e Italia, ahora el nuevo nicho se ubica en las Islas Baleares.

«Muchas personas incluyendo grandes empresarios se han acostumbrado a las reuniones por Zoom. Así, pueden pasar menos tiempo en sus despachos en sus países nativos, y más tiempo en sus propiedades en Mallorca», añade sobre la creciente popularidad de las segundas residencias americanas en la Isla. Según datos del Instituto Nacional de Estadística de España, el número de residentes norteamericanos en Baleares ha aumentado un 30% desde 2017. Como es el caso de Anna Lyn Cook, una influencer originaria de Utah que recientemente se ha mudado con su familia a una casa de campo cerca de Sóller. Gracias a un visado de nativos digitales, la estadounidense se ha establecido en la Isla en busca de un ritmo de vida más pausado.