El resultado es que ganan el concurso público pero las cuentas no salen por los altos precios en Mallorca, lo que lleva a la suspensión de pagos y la quiebra. Ejemplos, por desgracia, hay unos cuantos: además de la residencia de Son Dureta, la Caja de Música, la reforma del Baluard des Príncep, el centro de salud de Artà, las ansiadas viviendas de protección pública del Institut Balear de la Vivienda (IBAVI) del Molinar o el refugio de La Victòria. Todas contaban con constructoras de la Península.
La directora general de la Asociación de Constructores de Baleares, Sandra Verger, advirtió que «no se están dando bajas temerarias. Es que hay proyectos que salen a licitación que no se corresponden con la realidad. Viene una empresa aquí con precios de la Península y presenta su oferta, pero al ejecutarla se encuentra con el coste de la insularidad, que es mucho más elevado, muy influenciado por los precios de los materiales». Verger advierte que cuando hay un concurso al que se presenta un solo licitador «se puede considerar casi desierta, tiene que haber una concurrencia. Es posible que no se haya hecho un estudio correcto de los costes».
Y los costes son altos: «Si una obra se para y tiene que volver a ejecutarse de nuevo supone un encarecimiento del 20 por ciento», advierte la directora general de los constructores, por lo que pide que pide a los órganos de contratación que se lancen «concursos a los precios actuales de mercado de las Islas». Las empresas de fuera, mientras tanto, aterrizan en Mallorca con precios de la Península pero una vez metidos en faena se dan cuenta de los costes.
Así, la liquidación de Alea afecta de lleno a la Caja de Música, al centro de salud de Artà y las VPO de El Molinar. La quiebra de Bauen, a la rehabilitación del Baluard del Príncep y y la residencia de La Victòria. La residencia sociosanitaria de Son Dureta parece la quiebra de Levantina Ingeniería y Construcción (LIC).
Estas oleada de suspensiones de pagos y quiebras afecta de lleno a compañías mallorquinas. Es el caso de Refoart, subcontratada por la constructora que quebró mientras llevaba a cabo la rehabilitación de Es Baluard des Príncep: «Nos han dejado una deuda de 100.000 euros aproximadamente. El Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana se ha desligado de la empresa y ahora tienen que redactar un nuevo proyecto para terminar la reforma», cuenta Leopoldo Alcázar, gerente de Reforart.
Solo queda un ocho por ciento del proyecto para finalizarlo pero está en dique seco desde hace dos años. Aún no se sabe cuándo se va a retomar. Las últimas noticias que se tienen es que el Ajuntament de Palma ha licitado el vallado de la obra, para luego seguir con la rehabilitación cuando se retome. «La administración es muy lenta, no sé cuando tardarán en retomar el proyecto ni el precio que supondrá», dice Alcázar.
Mientras tanto, la deuda dejada por la constructora ha sido dolorosa para esta empresa mallorquina: «Nos dejan bastante dinero a deber después de su suspensión de pagos. Hemos podido aguantar aunque hace dos años acusamos el golpe. Confiamos en cobrar».
Alcázar tiene un diagnóstico claro de lo que ha ocurrido en este caso: «Hicieron una oferta muy a la baja. El sastre es sastre y ellos se metieron en elementos que desconocían». Alcázar advierte que «la administración debería pedir que la documentación que entrega la licitadora esté al día de la seguridad social. Y debería ser una entrega mensual».
Entre el gremios de los constructores de la Isla se comenta que hay proyectos públicos a los que no se quieren presentar «porque los precios son muy bajos. Se han convertido en una subasta a la baja pura y dura y luego hacen modificados», que incrementan el presupuesto final e intentan cuadrar los números.
Desde el gremio advierten que «la Administración teme quedarse con concursos desiertos» y ponen como ejemplo «un proyecto de hace unos meses que era inasumible por completo. Les dije a los ingenieros ‘no podéis hacer esto' y al final se lo llevó una empresa de Valencia». La diferencia de precios era de más del 100 por cien. «Aquí pagamos a 25 euros la hora al empleado y en la Península a 14 euros. Mi personal tiene un defecto y es que come», explica de manera muy gráfica el gerente de Refoart, que lamenta que a los salarios «hay que sumarle el coste de la insularidad en los materiales. Los márgenes tan justo que no cubren los gastos», afirma el gerente de Refoart.
El drama viene cuando se retrasan proyectos tan necesarios como las viviendas públicas. Fuentes de la Conselleria d'Habitatge advirtieron que «la promoción del IBAVI de 57 viviendas (VPO) del Molinar quedó paralizada y ha supuesto retraso por problemas económicos de la constructora Alea) que acabó quebrando. En principio ya se ha podido acabar para ser entregadas en septiembre-octubre». Estas viviendas «están terminadas y listas, solo están pendientes de recepción del vial, que debe ser realizado por el Ajuntament de Palma».
27 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Las obras en Mallorca es imposible que la hagan empresas de la península. Si no hay ni dónde alquilar viviendas para los trabajadores que vengan. En Baleares lo saben pero a estos políticos les da igual.
Nos roban y se ríen en nuestra cara.
Y cómo puede ser que a la empresa "sucesora" de Bauen, que tiene el mismo logo sólo que con otro color, le hayan dado la reforma del Hostal Terminus en la plaza de España? Confía SFM que funcione una empresa así para esa reforma? En qué piensan ?
PichitaPues ya sabes, ancha es Castilla!!!!
Fallida de constructores ???????????????????? .... en Mafiollorca ??? ... però si no donen a bastoooo !???? ... Quina broma és aquestaaaaa !???? Aquí hi ha ESTAFA I PRESA DE PÈL a les clares !!!!
Obras bien pagadas a las empresas residentes en las Islas. Que conocen la historia de la insularidad
La historia de siempre de despotismo, avaricia e ignorancia de las personas que integran el sector público (políticos y trabajadores públicos), que obliga a estas empresas a pagar auténticas miserias a sus trabajadores con esos contratos a precios tan bajos, para que así sus respectivas administraciones tengan dinerito más que suficiente que les garantice el pago de buenas nóminas y sus buenas condiciones laborales y de vida. A mi se me ocurre una gran idea para poner a todos los trabajaores, públicos y privados, en plano de igualdad: ¿porqué las administracones al convocar oposiciones no conceden también las plazas a los opositories que baste aprueben con un 5 y acepten los sueldos más bajos? - Así podríamos frenar el expolio fiscal al trabajador privado y la desigualdad entre trabajadores públicos y privados; grandes injusticias de este país que provocan los políticos y funcionarios que buscan la buena vida a costa del dinero de los demás.
La gestión de los fondos públicos por parte del ayuntamiento deja mucho que desear. Es evidente que nuestros impuestos se destinan a tecnologías y proyectos que, aunque importantes, no deberían eclipsar las necesidades básicas de nuestra comunidad, como la mejora de parques, plazas y aceras. Sin embargo, la raíz del problema podría estar en cómo se adjudican y gestionan los proyectos de construcción y mejora. Es fundamental que las empresas adjudicatarias dispongan de fondos antes de iniciar cualquier obra. Debería establecerse un sistema en el que estas empresas depositen un fondo de garantía en un banco, que no podrían tocar hasta la finalización de la obra. Este fondo serviría como seguro ante cualquier imprevisto o sobrecoste, y garantizaría que el proyecto se completara sin comprometer las finanzas del ayuntamiento ni requerir aumentos injustificados en el presupuesto. Además, es crucial que los precios de la construcción sean cerrados y no se amplíen debido a sobrecostes. En caso de que estos ocurran, sería responsabilidad del empresario adjudicatario asumir los costos adicionales debido a una mala estimación inicial del presupuesto. Esto incentivaría a las empresas a realizar presupuestos más realistas y evitaría que los proyectos se conviertan en un drenaje constante de recursos públicos. No podemos ignorar el hecho de que varias empresas peninsulares han hecho ofertas a la baja para ganar concursos, comprometiendo su viabilidad económica y, en última instancia, la calidad y finalización de las obras. Estas prácticas no solo son perjudiciales para las empresas, sino también para los ciudadanos que sufren las consecuencias de proyectos mal gestionados y financiados. Es hora de que el ayuntamiento tome medidas más estrictas y responsables en la adjudicación de contratos. Necesitamos un sistema que proteja los intereses de la comunidad y garantice que los fondos públicos se utilicen de manera eficiente y transparente. La implementación de estas sugerencias podría ser un paso crucial hacia una gestión más justa y efectiva de nuestros recursos. Esto es aplicable a cualquier organismo público, lo que nos permitiría ahorrar mucho dinero y evitar la proliferación de oportunistas que viven de lo ajeno.
Esa es siempre la escusa aquí el que pierde siempre son los trabajadores que no cobrarán como en la otra crisis
Mallorca es inviable por todos lados.