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El reloj marcaba este viernes unos minutos pasados de las siete de la tarde cuando el grito de alerta resonó en el Carrer Major de Pollença: «Mare de Déu dels Àngels, Assistiu-nos! Pollencins, alçau-vos! Els pirates són aquí!». Y es que Pollença se vistió ayer de fiesta para celebrar las tradicionales y concurridas festividades en honor a su patrona, la Mare de Déu dels Àngels.

La celebración, que cada año congrega a miles de pollencins y visitantes, tuvo su punto álgido con la emblemática batalla de moros y cristianos, un evento que combina historia, devoción y un espíritu comunitario. La primer batalla se inició tras la llamada interpretada en esta edición por Lluís Escandell en el papel de Joan Mas, quien encendió la mecha del simulacro. Con un calor sofocante aún presente, se libró la pelea entre Joan Mas y el temido pirata Dragut, encarnado este año por Mateu Cànaves.

Los cristianos, con valentía y determinación, avanzaron por la calle principal, logrando hacer retroceder a las tropas de Dragut. A medida que el simulacro avanzaba, las calles de Pollença se llenaban de intensas escaramuzas. En un momento significativo, a la altura de Sant Jordi, se unieron a las filas cristianas el batallón de mujeres, una tradición recuperada en 2019, aumentando rigor histórico al simulacro.

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Los moros, en retirada, tomaron el Carrer Major y, siguiendo la tradición, el Ajuntament Vella se unió a la batalla en Can Nogués. El combate más simbólico tuvo lugar en la iglesia de Sant Jordi, donde se representó la liberación de las mujeres, hombres y niños que habían sido capturados por los moros. Este acto, lleno de simbolismo y emoción, marcó un punto crucial en el desarrollo del simulacro.

La batalla finalizó en el campo de Ca n’Escarrinxo. Allí, los cristianos, expectantes, aguardaban la llegada de las tropas piratas, que entraron corriendo al campo para dar lugar a diversos enfrentamientos. La culminación del evento llegó cuando Joan Mas, en un acto heroico, logró apoderarse de la bandera corsaria, sellando así la victoria de los cristianos. Escasas horas antes, la Policia Local y la Guardia Civil realizó controles de alcoholemia a los participantes que llevaban armas. También se aprovechó para controlar que todo el armamento fuera el correcto. A las 21.30 horas, la celebración se trasladó a la parroquia de la Mare de Déu dels Àngels, donde se interpretó el Tedèum de Miquel Tortell en señal de agradecimiento a la Patrona por su protección durante la batalla. Los asistentes, conmovidos, también participaron en el cántico de los Goigs de Costa i Llobera. Al salir, en la plaza Major, la Banda de Música deleitó a todos con la interpretación de ‘L’Alborada’ y ‘Visca Pollença!’, realzando el ambiente festivo y comunitario.

Aunque antes de medianoche en la Tanca del Pont Romà estaba programado el habitual y tradicional espectáculo de fuegos artificiales, no se pudieron celebrar debido a la ola de calor que azotó el municipio y toda la isla. Una hora antes de que empazara el simulacro, el Ajuntament lo advertía a través de sus redes sociales. No es el primer año que esto sucede, aunque siempre se espera hasta los últimos momentos para tomar la decisión.

Aunque la batalla es la más llamativa, la fiesta se había iniciado mucho antes. La madrugada del jueves al viernes a las cinco, había arrancado la fiesta con la Alborada. Ya entrada la mañana se celebró la misa en honor a la Mare de Déu dels Àngels que contó con el Ball de l’Oferta de los Cossiers, en el que bailó por primera vez una mujer como cossier. La jornada se retomó por la tarde con un pasacalles de la Tropa de Cornetes i Tambors del Soldà, que este año cambió el recorrido, y la procesión con la antigua imagen de la Patrona. El bullicio esperaba la hora clave para dar el sus al esperado simulacro.