Vista aérea de la vía. | A.S.

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«Las calzadas ya están pavimentadas y, en estos momentos, se están ultimando los detalles, como la colocación de vallas y señalizaciones. La obra de ingeniería está prácticamente terminada y se espera que dentro de este mes pueda entrar en servicio más o menos oficialmente. Será la segunda autopista de Mallorca». Así informaba un veinteañero Pedro Comas, que entre 1984 y hasta 2014 dirigió Ultima Hora, sobre la puesta en marcha hace ahora 50 años del primer tramo de la vía de cintura de Palma (Ma-20). «Casi a punto», tituló el joven periodista un 4 de agosto de 1974, cuando concluían las obras para conectar la autopista del aeropuerto de Son Sant Joan con la carretera de Manacor, en lo que se conocería como rotonda de Can Blau, en referencia al popular restaurante todavía hoy abierto.

La noticia, vista ahora, se puede considerar histórica, puesto que el fin de esas obras suponían el inicio de uno de los proyectos más trascendentales para la red de carreteras de Mallorca. El desarrollo completo de la vía de circunvalación que enlazaría con la autopista de Palmanova, sin embargo, tardaría 18 años en completarse, cuando el presidente autonómico del PP Gabriel Cañellas la inauguró en 1992.

«Fue un proceso muy largo porque al principio los políticos no veían clara la necesidad de hacer una vía de cintura. No se daban cuenta del aumento demográfico y de tráfico que se estaba produciendo y que eso iría a más», recuerda uno de los ingenieros que estuvieron al frente de esa y otras obras para completar la vía y que prefiere mantenerse en el anonimato. «Acudimos a poner remedio a un problema que se atisbaba», apunta, y señala «el acierto» de sus jefes, los ingenieros Miquel Àngel Llauger Llul y Juan Torres Llodrà, al diseñar esta macroinfraestructura para evitar que los vehículos tuvieran que entrar en Ciutat para cruzar de un lado a otro de la Isla.

La vía de cintura, de hecho, se hizo con la tipología de una autopista porque los estudios preveían un aumento enorme del tráfico, algo que actualmente ha sobrepasado cualquier estimación de entonces. Además, se descartó la idea del ministerio de convertir el Passeig Marítim en una gran autopista. Aun así, llegó a soportar una alta intensidad de vehículos, ya que era el camino más rápido para ir hacia Andratx. La vía de cintura evitó que se consolidara esta opción, que fue perdiendo relevancia hasta el punto de que el año pasado se inició la pacificación desde Portopí y hasta la Avenida Argentina para ganar en espacios peatonales y ajardinados.

El inicio de todo

A mediados de los años setenta, los atascos ya eran un problema en una Mallorca en continuo crecimiento y entregada al turismo de masas. Eso justificó hacer la circunvalación. Las primeras fases para construir la vía de cintura, todavía en pleno franquismo, las impulsó el propio Gobierno central, y no sería hasta inicios de los años ochenta cuando el Govern balear adquiriría las competencias de carreteras que los consells asumirían a principios de este siglo.

«Mientras tanto, seguirán los trabajos en el segundo tramo de la citada autopista de Cintura, desde la carretera de Manacor hasta la carretera vieja de Bunyola, prolongación de Eusebio Estada. Este tramo estará listo antes de finales de año, descongestionando en buena medida las comunicaciones con el Polígono Industrial y especialmente las Avenidas, además de otros cinturones de rondas municipales», publicó Pedro Comas en la misma información citada. En 1976 se abrió al tráfico el tramo que conecta con el enlace hacia Inca, donde ya se proyectaba la construcción de la autopista, que    ya contó con una intensa oposición ecologista.   

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«Creo que se pensó muy bien la vía de cintura, pero lamento que no se hicieran varios proyectos que dejamos hechos, porque hicimos mucho con muy poco presupuesto», rememora el exconseller de Obras Públicas entre 1983 y 1993, Jeroni Saiz. «El colapso actual se tendría que haber previsto, pero tengo claro que el tráfico no se pacifica, es el que es. No porque haya pocas carreteras habrá menos tráfico. Se debe de atender», comenta el ingeniero, que defiende terminar la construcción del segundo cinturón. «Es lamentable que todavía esté paralizado porque es muy necesario para reducir el colapso en la vía de cintura, que ya no se puede ampliar más por falta de espacio», insiste. El Consell tiene intención de conectar Son Ferriol con el Coll d’en Rabassa, alargando la autopista. Saiz, además, pide que se extienda desde Alcampo y por Son Sardina para llegar hasta el polígono de Can Valero, algo que políticamente no está sobre la mesa.

«Todo lo que nos pasa ahora es por lo que no hicimos en esos años, en los que hubo una gran oposición para hacer de Palma una ciudad más amable para los peatones y en la que se redujera la presencia de los vehículos», afirma Catalina Moragues, que en 1979, tras las primeras elecciones democráticas, fue elegida regidora de Circulación y Transportes de Cort. «París o Londres iban poniendo restricciones a los vehículos mientras aquí seguimos haciendo lo contrario», lamenta, al ver que «vamos para atrás».