El presidente de la Asociación Balear de Directivos (ABD), Tomeu Berga, y Javier Sanz, presidente de la Autoridad Portuaria de Baleares (APB). | Pere Bota

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El presidente de la Autoridad Portuaria de Balears (APB), Javier Sanz, ha explicado este martes las líneas maestras de lo que será el proyecto de reforma del Puerto de Palma ante un auditorio que llenó el CaixaFòrum y que estaba compuesto, entre otros, de representantes de patronales, sector náutico o plataformas y asociaciones ciudadanas como el Fòrum de la Societat Civil, además del presidente del Parlament, Gabriel Le Senne.

El acto de esta tarde, enmarcado en el proceso participativo para la reordenación del puerto, había sido concebido como una presentación de las ideas centrales que deben vertebrar el proyecto y su puesta en común con el objetivo de lograr el máximo consenso entre todos los diferentes grupos de interés. Se trata de un paso más tras las diferentes rondas de contactos mantenidas con agentes del ámbito social, institucional y económico (65 grupos representados en total) para recoger las distintas sensibilidades y propuestas en torno al proyecto de modo que sea integrador a la vez que permite que «prime el interés general».

Sanz, que tras su exposición dio paso a un turno de preguntas, insistió en que se está desarrollando un proceso de profundo análisis de las alternativas a valorar, todas ellas compartidas con un amplio grupo de sectores para recibir sus comentarios e incluirlos en la toma de decisiones. Máxime cuando muchas de esas observaciones y aportaciones van, en algunos casos, en sentido contrario en función del sector que las está planteando.

En ese sentido, se hace hincapié en que no se trata de hablar de presupuestos o metros cuadrados, sino de «necesidades y soluciones de futuro»: definición de usos, espacios, actividades portuarias y medias que garanticen el abastecimiento de la población. «Todos los puertos tienen un rol esencial en el desarrollo social y económico de las ciudades», señaló Sanz para destacar que parte capital del proyecto se orientará a la recuperación de espacios obsoletos para el disfrute de la ciudadanía, reconvirtiendo esas zonas en parques o paseos en pro de una integración efectiva puerto-ciudad. Una «cesión de espacios de calidad a la ciudadanía» en la que primarán aspectos relacionados con el deporte o la cultura. Y es que una vez fue rechazada la propuesta de reordenación aprobadas en 2020, la APB plantea el reto de renovar la reformulación del puerto hacia un modelo que redistribuya áreas industriales de reparación de embarcaciones y reconstrucción de la fachada marítima.

Entre las actuaciones contempladas, se cuentan, por ejemplo, la creación de una escuela de vela municipal, la construcción de la nueva sede del Instituto Español de Oceanografía (IEO), la reubicación del edificio dedicado a la FP náutico-pesquera o el museo interactivo que albergue la lonja y cofradía de pescadores. Una de las ideas estructurales es la vocación de alinear el nuevo puerto con la apuesta de modelos sostenibles que fomenten la diversificación de la economía y la hagan compatible con el bienestar social. «La congestión compromete la competitividad del destino y afecta la rentabilidad social», mantiene Sanz en su referencia a una cuestión, la de la saturación, que se ha convertido en un problema prioritario para los ciudadanos de Mallorca. Por ello, la APB quiere que la reforma del puerto responda a esta «tendencia global» a la que desea sumarse.