Isabel, a la derecha, junto a un amigo recogiendo algunos enseres del domicilio. | F.F.

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«Usted se cree que a mi edad me tengo que ver en la calle...?», manifestaba a este diario Isabel Paúl, una mujer de 75 años de edad que en la mañana de este jueves tuvo que abandonar entre lágrimas y tristeza la que ha sido su vivienda durante más de 30 años. El juzgado llevó a término la orden de lanzamiento de la ocupante del piso ubicado en la calle Miquel Àngel Riera, en la zona de Arxiduc y allí se personaron, además de los nuevos propietarios del inmueble, agentes del Cuerpo Nacional de Policía y dos funcionarios del Ministerio de Justicia que certificaron la acción.

Acompañada por su hijo, Juan Carlos, y por un amigo que les ayudó a recoger unos pocos enseres tras acceder los efectivos del CNP a la vivienda, Isabel recordaba que «en 1988 compré el piso y estaba pagado. Pero el banco se quedó con mi casa porque no pude hacerme cargo del préstamo al estar hospitalizada en 2010 y estos años he tenido que alquilarlo. Hasta que un día llegó una orden del juzgado que me obligaba a dejar la casa. Y ahora me encuentro en la calle...».

Isabel y su hijo, en el momento del desahucio por parte del personal del juzgado. Foto: F.F.

El día y la hora para proceder al lanzamiento era este jueves, 26 de septiembre, a las 10 horas. Y allí se personaron los ejecutantes, mientras el hijo de Isabel intentaba apurar las opciones de evitar el último paso del proceso de desahucio. Los nuevos propietarios mostraron su predisposición a abrir las puertas del inmueble en fecha y hora acordados para que Isabel pueda sacar del piso todos los recuerdos de una vida que allí se han quedado, aunque espera que esto no quede ahí.

Una dotación del CNP, en la puerta del edificio en el que se encuentra el piso. Foto: F.F.

«Mi madre ha pagado todos los meses el alquiler y no es justo», explicaba Juan Carlos, hijo de Isabel, quien tenía intención de denunciar al hasta ahora arrendador por posible estafa al existir un vacío documental en referencia al alquiler de la vivienda, que databa de 2014 según refiere, y escudarse en el que ese contrato de alquiler «está en vigor».

Mientras tanto, Isabel y su hijo buscan ahora un techo en el que esta mujer pueda digerir el duro golpe que supone salir del que ha sido su hogar con la única oportunidad de regresar para recoger todos sus enseres y los recuerdos de una vida que, por ahora, quedan entre esas cuatro paredes.