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Cuentan muchos de los que trabajan en el Hospital General que una vez entran ahí les cambia el concepto de la medicina. En este centro sanitario no hay prisa por ver a los pacientes, se les dedica tiempo, se les hace compañía, un verdadero valor añadido en los tiempos que corren, y lo más imprescindible para el concepto humanístico de la medicina sociosanitaria que apuesta por el cuidado más artesano sin olvidar, eso sí, el aporte de las nuevas tecnologías. Esta semana el Hospital General da por terminadas las últimas obras de reforma en su área asistencial que se han escalonado durante siete años para su conversión, lenta pero imparable, del hospital de agudos que fue a uno sociosanitario.

La infraestructura del centro de Palma, de más de 500 años de historia, atesora entre sus paredes centenarias, por ejemplo, los más modernos ecógrafos. En sus relucientes pasillos se cuelan marcos o vidrieras que podrían tener siglos de vida. El patrimonio sigue vigente en una renovada instalación que nunca ha dejado de dar servicio a los mallorquines. De él dicen que es uno de los hospitales más antiguos del mundo que siguen funcionando como tal.

En octubre se inauguran las obras de la Unidad de Convalecencia A, la última que quedaba por reformar tras los espacios B y C, dentro del Plan de Infraestructuras del IB-Salut. La modernización del centro también ha significado un profundo cambio del área de Radiología, y la reconversión del área quirúrgica y antigua zona de Urgencias en el espacio de Consultas Externas que hasta entonces estaba ubicado en el antiguo ambulatorio de El Carme, y que sigue dando apoyo a las de Hospital Son Espases.
«Cuando durante la pandemia el General se convirtió en un hospital COVID, se vio que había nuevas necesidades que requerían una renovación muy profunda», explica el subdirector de Enfermería del centro, Antonio García.

La estructura en sí no ha cambiado, la luz se sigue colando por los grandes ventanales de los que pocos centros más pueden presumir, pero sí han modificado los servicios, sus pasillos, las habitaciones y la dotación de materiales. La nueva Convalecencia A, por ejemplo, contempla una zona de recuperación funcional «para los pacientes que por cualquier problema no puedan desplazarse a la zona de abajo».

Sin embargo, «lo que brilla en este hospital son los cuidados que se ofrecen a los pacientes, es algo que nos enorgullece a todos los que trabajamos aquí», especifica García. «Estamos 24 horas a pie de cama del paciente para lo que necesiten porque ellos no entienden de prisas».

La plantilla del General, que se estima es de unas 250 personas, cuenta con enfermeras y médicos pero también logopedas, neuropsicólogos, fisios, trabajadores sociales, TCAE... «Lo que hacemos son evaluaciones multidisciplinares para tener una visión global de cada paciente y conocer el mejor tratamiento. La intención es recuperar todo lo que se pueda en cada fase y lo hacemos en base a escalas validadas a nivel internacional», añade el sanitario.

El centro atiende a enfermos con cuidado paliativos, tiene servicio de ortogeriatría para fracturas complejas, neurogeriatría o enfermos pluripatológicos, con más de una enfermedad por lo que la mayor parte de sus usuarios son personas de edad avanzada.

Las vías de entrada para ser atendido en el hospital General son las derivaciones, ya sea desde Son Espases, como de los programas de Paciente Crónico Avanzado o del Equipo de Soporte de Atención Domiciliaria, ambos de Atención Primaria. Cuando abra toda la parte asistencial, el centro tendrá capacidad de ingreso para 91 pacientes, reafirmándose como pilar sanitario que siempre ha sido de las Islas.

Y es que si bien desde 2012 esta gestionado por el Hospital Son Espases, anteriormente ejerció de contrafuerte para Son Dureta en una época en que empezaba a desbordarse de pacientes hasta que se inauguró Son Llàtzer.

El General se fundó ya como hospital en el año 1456 en una especie de colina por entonces situada en extramuros, el Baluard del Sitjar.

A lo largo de cuatro siglos contó con un hospicio para niños expósitos. Ha sido hospital militar y el siglo pasado se dedicó a la beneficencia, y es que para nada es reciente su larga historia de atención a los más vulnerables. En su patio interior, el secreto mejor guardado: la parroquia en la que miles de mallorquines veneran al Sant Crist de la Sang.

El apunte

La farmacia del hospital, una de las más antiguas que sigue en activo

La farmacia del hospital General es de las más antiguas que siguen en activo y sin duda, una de las más bellas. Por sus estantes apenas ha pasado el tiempo y no cuesta imaginar que siglos atrás pudiera tener el mismo aspecto. Lo que hoy son medicinas antes eran pócimas, muchas de ellas todavía se conservan. Los farmacéuticos fueron los últimos en sumarse a los hospitales, ya en el siglo XVI.