Pep Cañellas posando en el Hotel FERGUS Style de Palmanova. | Pere Bota

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El de Fergus es un ejemplo de estrategia de reposicionamiento hotelero. La marca irrumpió en un mercado saturado con una idea clara sobre cómo reconvertir modelos obsoletos en un producto de mayor calidad para dar respuesta a una demanda que no encontraba lo que buscaba en zonas como Magaluf. Con una proyección meteórica, la empresa se ha hecho con un hueco importante en poco más de una década de vida. Su fundador, Pep Cañellas, explica su fórmula a la vez que opina sobre los actuales retos del sector turístico en Baleares.

¿Qué balance hace de la temporada? Mala no ha sido...
Ha sido positiva y lo que se está demostrando es que Baleares es todavía un destino preferente para el mercado nacional e internacional. A nivel particular, estamos orgullosos de lo que hemos conseguido esta temporada porque hemos puesto en funcionamiento cuatro hoteles nuevos, uno de ellos el antiguo BH, transformado en un producto totalmente distinto con una inversión muy importante.

¿Tienen planes de expansión?
Tenemos previsto a corto medio-plazo seguir haciendo lo mismo. Somos la empresa hotelera que más ha crecido en los últimos años en España. No descartamos ningún destino de futuro, aunque nos enfocamos en el Mediterráneo.

El entorno competitivo que se encontraron en Mallorca en 2011 tuvo que ser complicado.
Para nada. Creo que cuando empezamos se nos percibía como una cosa simpática y aún hoy día seguimos siendo vistos igual por nuestros competidores. Ha sido al contrario, nos hemos sentido incluso apoyados por todo el sector.

Partieron de cero y cumplieron un rol muy importante en la regeneración de la oferta de Magaluf. ¿Cómo surgió el proyecto?
Aquí veíamos que existía hueco en el mercado para un producto de valor añadido que nosotros podíamos aportar. Por eso hemos tenido éxito: hoy tenemos 30 hoteles en tiempo récord y a pulmón. Una empresa que creé hace 12 años con un capital de 3.000 euros.

¿Qué hizo Fergus que fue tan especial?
Supimos adaptarnos a lo que la demanda buscaba, y eso era un lienzo en blanco. Había mucho hotel que sencillamente estaba siendo reformado con una mano de pintura blanca y eso no tenía ningún sentido. Había mucho producto con todo incluido en hoteles sin espacio y viceversa. Supimos tocar una tecla que encajó bien dentro del mercado. Como al principio no teníamos dinero para comprar los mejores hoteles, teníamos que comprar los que pudiéramos y después reposicionarlos.

Cambiar cantidad por calidad. ¿Esa es la única fórmula para reconvertirnos como destino y poner fin a la saturación?
Cambiar cantidad por calidad es un buen negocio para cualquier cosa hoy día. Ahora bien, cuando hablamos de saturación se debería hacer un trabajo para entender cómo se ha producido. Yo vivo en Marratxí, donde tengo a mis amigos de toda la vida, y cuando estoy en la cafetería la gente me reprocha que hayamos abierto hoteles nuevos donde antes no existían. Y les tengo que explicar que eso no es así. Nosotros solo invertimos en mejorar las instalaciones de hoteles ya existentes. Hay una moratoria desde hace casi 25 años y no se puede crecer.

Se siente parte de un sector demonizado.
Es que lo ha sido durante muchos años y por muchos frentes con intereses muy distintos. Y el que lo quiere negar es que no ha vivido en Mallorca. Pero cuando tú explicas bien lo que estamos haciendo, la gente lo acaba entendiendo. Nosotros metimos mano a productos que estaban en un estado muy complicados, con plantillas a las que se debía dinero, etc. Ahora, cuando el debate turístico está sobre la mesa más que nunca, es un momento idóneo para explicar este tipo de cosas a la gente.

¿Está a favor de incluir la palabra decrecimiento en ese debate?
Lo primero que hay que entender es de dónde nos ha venido este crecimiento y cómo hemos llegado a esta situación. Y la respuesta es evidente: con el alquiler vacacional -legal e ilegal- y las segundas residencias. Ahora hay que decidir qué queremos hacer y es un debate que la sociedad debe afrontar: ¿preferimos tener los turistas en los hoteles o en el piso de enfrente?

Entonces, está a favor del decrecimiento, solo que únicamente para el alquiler vacacional.
Estoy a favor del decrecimiento aplicado a la parte que menos nos interese conservar. Tenemos que decidir dónde hay que empezar a meter tijera y si eso es lo que más nos conviene. No veo que estemos tan masificados como lo que podríamos llegar a estar: más saturación habrá si todos alquilamos la casa de la abuela a un turista sin ningún tipo de control. Ese es el problema real.

¿Los hoteles y los aviones han acaparado el gasto turístico este año?
La subida de precios va implícita a una mejora del producto, no lo hacemos porque seamos unos encantadores de serpientes. Y el destino, indirectamente, también es una mejora del producto en tanto en cuando seamos capaces de cuidar mejor nuestro territorio. Por otro lado, las subidas de precio también tenderán a suavizarse cada año.

¿Qué le falta a la oferta complementaria para tener la rentabilidad del sector hotelero?
Creo que tenemos de lo mejor de Europa en oferta complementaria. Hemos de seguir innovando y vigilando las tendencias del mercado y qué tipologías de clientes recibimos en cada destino. Hemos de saber leer bien el tipo de demanda y ver dónde estamos fallando. Hay gente que llega a Mallorca, se para en el supermercado y de ahí a la casa que ha alquilado.