1.234.106 personas. La población balear ha crecido en más de 300.000 personas en los últimos años, una cifra no vista en otras comunidades y que contribuye a aumentar la sensación de saturación. | Ultima Hora

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El 70 % de los residentes se muestra a favor de establecer límites al crecimiento de la población de Mallorca, mientras que solo un 6,3 % lo ve innecesario. El resto, no lo tiene claro. Así lo evidencia el estudio Turisme o no turisme? La visió del resident, que  incluye un análisis estadístico con 900 encuestados que viven repartidos en 45 de los 53 municipios de la Isla. «El turismo condiciona el modelo territorial y si queremos cambiarlo, hay que transformar el sector», explica el autor del informe, Joan Enric Capellà, que es geógrafo, empresario y socio fundador de Homo Turisticus, una plataforma de debate que apuesta por un turismo más equilibrado.     

Si Balears fuera declarada zona ultraperiférica, como Canarias, tendría ventajas para aplicar ciertas medidas sobre el límite poblacional, dice el investigador, pero apunta que «una cosa es lo que a la gente le gustaría y otra lo que se pueda hacer». «Los límites físicos y ambientales de Mallorca están claros, pero la percepción social va cambiando: cuando haya otra crisis económica, que la habrá, se reducirá la percepción sobre la masificación, que tras la recuperación económica, se reavivará», afirma Capellà, y remarca que esto cambia en función de si el residente lleva toda la vida viviendo en la Isla o acaba de llegar hace pocos años.

Los resultados de su trabajo, en cualquier caso, evidencian un mensaje claro de que la sociedad mallorquina cree que no se puede seguir creciendo infinitamente. «El modelo turístico tradicional está agotado y la gran petición es su transformación», asegura. De ahí que el 50,7 % rechaza no hacer nada. Además, muchos apuestan por la identidad local, como la lengua, el patrimonio o el comercio de proximidad, para diferenciarse de la globalización. Un 53,1 % se manifiesta, de hecho, en contra de que sigan viniendo franquicias y empresas de fuera. Sin embargo, Capellà aclara que el sentimiento antiturístico no está presente, solamente la necesidad de un cambio de rumbo. «La gente tiene claro que el turismo es una fuente de ingresos vital, pero que necesita adaptarse», puntualiza. Un 46,1% se opone a la hipotética prohibición de libre movilidad de turistas por la isla.

Un 85, 4 % de los encuestados rechaza que se construyan más hoteles y apartamentos, pero hay más división sobre permitir aumentar la vivienda vacacional: casi la mitad está en desacuerdo (48,2 %) y un 22,7 % está a favor, mientras que un significativo 26 % no lo tiene claro. Lo mismo pasa con controlar la especulación inmobiliaria: el 86,3% está a favor, pero ¿quién renunciaría a vender mucho más cara su casa? «Si alguien compra es porque alguien vende. Es la doble vara de medir», dice el autor.

El apunte

Un 62,3 % apoya restringir la circulación de embarcaciones náuticas por su impacto

Los residentes encuestados que apoyan las restricciones (62,3 %) a la circulación de embarcaciones náuticas perciben que su uso excesivo contribuye a la degradación del ecosistema marino, la erosión costera, y provoca una masificación turística que hace que muchas zonas del litoral sean menos accesibles para los durante la temporada alta. Sin embargo, el informe establece que el porcentaje de desacuerdo e incertidumbre es mayor que en otros temas, probablemente porque los residentes son los principales usuarios de las embarcaciones náuticas y también son un símbolo de la economía turística de mayor poder adquisitivo, que genera ingresos importantes.