Del ‘We love tourism’ a subir la ecotasa. Marga Prohens, en primera fila, sostiene la pancarta con el lema ‘We love tourism’, una campaña que promovió el entonces presidente del partido, Gabriel Company, (a su lado) en 2018, cuando comenzaban las primeras acciones consideradas turismofóbicas. | Joan Torres

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Veintidós años después de que un turista de Baleares pagara por primera vez la ecotasa en las Islas, el PP asume que aquella aventura fiscal que puso en marcha el primer Pacte de Progrés, con Francesc Antich, es una buena propuesta.

El anuncio de la presidenta del Govern, Marga Prohens, de que preparan una subida de este impuesto es la aceptación definitiva de una medida fiscal que tenía que suponer la debacle turística y que, hasta la fecha, no ha tenido ningún efecto en la regulación de los flujos de turistas hacia las Islas porque con ecotasa ya vienen más turistas que sin ella.

Estas dos cuestiones, el tiempo que ha tardado el PP en aceptar el impuesto y su ineficacia como desincentivador del turismo, las planteó el portavoz socialista Iago Negueruela en el debate que se ha vivido esta semana en el Parlament: el PP llega tarde a la ecotasa y la subida no servirá para que vengan menos turistas.

A la espera de conocer el planteamiento exacto de la propuesta de la presidenta del Ejecutivo, la decisión de Prohens es el volantazo definitivo y un giro radical con respecto a todo lo que había dicho el PP hasta ahora. El que aprobó Marga Prohens es el primer programa electoral con el que el PP concurre a las elecciones sin anunciar la derogación de este impuesto turístico.

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El impuesto comenzó a aplicarse en el año 2022 con una feroz oposición de los hoteleros, a los que se sumó toda la cúpula del PP, con su líder, Jaume Matas, en cabeza. «No hay que practicar aventuras robinsonianas en un mercado tan importante como el turismo, porque se pagan las consecuencias», llegó a decir en su época ministerial. «Es una buena idea que siempre hemos compartido, pero está mal hecha porque no la pagan los turistas; la pagamos todos. Si yo fuera el Govern balear, me pensaría mucho aplicar un impuesto de estas características». Son frases del año 2002. Un año después, con una mayoría absoluta conseguida en parte gracias al apoyo del sector turístico, que echó a sus trabajadores en contra de primer gobierno de izquierdas de la historia democrática de Balears, el Parlament derogaba la ecotasa con los votos de PP y la abstención de UM. Ni siquiera esperaron a la sentencia del Tribunal Constitucional, que un año antes había aceptado que el impuesto se cobrara.

Tras la caída de Matas y su fuga americana, el nuevo pacto evitó embarcarse de nuevo en el impuesto y hasta en algunos momentos lo desdeñó, así que José Ramón Bauzá llegó después al Consolat con los deberes hechos por sus antecesores y sin la necesidad de deshacer un tributo que, según él, era un «expolio a los turistas para que aprendan catalán».

Llegó Armengol y volvió a implantar un impuesto que el sucesor de Bauzá al frente del PP, Gabriel Company, calificó de aberración en una de las ferias turísticas a las que acudió como jefe de la oposición.

Con Armengol en el Govern y Company en la oposición llegaron las primeras actuaciones anti turismo por parte de algunos sectores de la sociedad. La reacción del PP fue la campaña ‘We love tourism’, con la que se fotografiaron ampliamente y hasta consiguieron que se implicara el entonces presidente nacional del partido, Pablo Casado. Ahora ha llegado Prohens y su más que previsible alianza táctica con Més para subir el impuesto. No tendrá el voto del PSIB, que recuerda el amplio historial anti ecotasa de los ‘populares’.