Daniel Amengual posa para este periódico. | Teresa Ayuga

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El emprendimiento se trata de una senda en constante cambio, especialmente estos últimos años en que las nuevas tecnologías abren sin para nuevas vías por la que la creatividad y los negocios se abran paso de una forma que ni siquiera imaginaríamos hace apenas pocos años. Este es el caso del protagonista de esta historia, Daniel Amengual, un maquetador y diseñador de objetos 3D que ha logrado explotar su creatividad a través de un oportunidad de negocio que, a pesar de que lleva varios años llevándose a cabo en España y en todo el mundo, no es muy practicada en las islas: la venta de maquetas en digital para que el cliente pueda crearlo con una impresora 3D, una actividad que realiza de manera autónoma y en solitario gracias a la plataforma MyMiniFactory y la aplicación de micromecenazgo Kickstarter.

«Desde pequeño siempre me ha gustado mucho la fantasía, la ciencia ficción y los juegos de rol, y siempre he estado muy puesto en temas relacionados con los videojuegos y la tecnología. De todas formas no fue hasta poco después de la pandemia que me fijé que el vender productos por internet puede ser una gran oportunidad, y en ese momento tropecé con este concepto de venta de archivos para impresión 3D. Comencé a hacer pruebas hace dos años y como vi que funcionaba todavía sigo aquí», explica Amengual, a lo que añade que, a pesar de que comenzó de manera más amateur, ahora mismo se enorgullece en decir que la creación de estos se archivos se ha convertido en su trabajo a tiempo completo: «Todo comenzó como mera curiosidad. Sin embargo, tras ganar unos 600 euros con el primer mi primer proyecto, vi que este camino tenía potencial. Ahora lo que comenzó como una forma de pasar el tiempo se ha convertido en rutina».

Amengual hace maquetas de todo tipo, desde pueblos, escenas de fantasía o parques de atracciones. Foto: Daniel Amengual

Para las personas que no entiendan en qué consiste exactamente su trabajo, Amengual compara su negocio con un concepto con el que las personas están más familiarizadas, la venta de libros en formato digital: «Es la misma idea que los e-books. Estás vendiendo un archivo digital a la gente, no nada físico. El tema de las maquetas para impresión 3D ya comenzó a hacerse popular hace unos cinco años, y durante la pandemia pegó un pelotazo». En ese sentido, durante sus más de dos años de actividad dentro de este negocio, Amengual ya lleva acumuladas más de 100 piezas en su perfil de MyMiniFactory, que van desde parques de atracciones, escenarios de fantasía medieval, e incluso una porción de ciudad del siglo 20: «Normalmente hago las piezas pensando en su uso para juegos de guerra o de rol, pero la gente puede emplear las construcciones para lo que quiera». El tiempo requerido para hacer un proyecto suele varias bastante, pero al menos necesita 15 días para probarlo en su impresora y otros 15 para pintarlo y hacerle fotos, por lo que suele sacar construcciones nuevas cada tres o cuatro meses.

Kickstarter: el mejor escaparate

La fuente de ingresos principal de Amengual se trata de su pequeña tienda en MyMiniFactory, donde vende las maquetas por piezas así como los derechos para su uso comercial. Sin embargo, Kickstarter sigue siendo, desde los inicios, la forma principal que tiene el diseñador de dar a conocer su trabajo y mantenerse en contacto con sus «patrones», es decir, quienes financian sus ideas para que puedan llegar a flote: «Fue a través de Kickstarter donde descubrí el mundo de la venta de archivos. Mucha gente comenzaba sacar proyectos y vi que yo podría hacer lo mismo. Los primeros años de la pandemia fueron los más fuertes y donde realmente esta tendencia se instauró como una moda, especialmente en Estados Unidos. Ya en 2022 comenzó a decaer la tendencia y a día de hoy ya se ha estabilizado».

A Amengual le gusta pensar en Kickstarter como un «escaparate», una ventana al mundo donde no solo puede presentar sus trabajos en todo su esplendor, sino también puede recibir feedback de la gente y así hacerse una idea de si la campaña puede tener éxito o no: «Originalmente, la plataforma sirve para presentar una idea a la comunidad de internet y sacar adelante proyectos a través de pequeñas donaciones a cambio de una recompensa para las personas que han aportado capital económico. Sin embargo, lo que hago yo realmente es una preventa, porque el proyecto realmente ya lo tengo hecho, y también me ayuda un poco a tomar el pulso a la comunidad y así presentar todo lo que tengo de una forma más detallada. Más adelante, una vez terminado el plazo de campaña, lo pongo todo a la vente en MyMiniFactory».

Amengual realiza las maquetas al detalle: desde el edifico más grandes hasta los pequeños muros y caminos. Foto: Daniel Amengual

De esta forma, en Kickstarter Amengual pone todo lo que se debe saber de cada uno de los proyectos, es decir, sus características físicas, cuantas piezas vienen incluidas en el pack, sus medidas, así como otras cuestiones técnicas adicionales como su montaje o si necesitan de elementos adicionales como un circuito eléctrico las construcciones móviles. De todas maneras, lo que «todo el mundo suele fijarse más», remarca Amengual, son las imágenes de las construcciones recién impresas ya pintadas, montadas, y dispuestas lista para su uso: «La gente quiere saber que las maquetas quedan bien y que no están comprando cualquier cosa. Antes de poner en venta cualquier proyecto lo imprimo con mi propia impresora 3D para ver como queda y le hago unas fotos para que la gente sepa cual será el resultado final, que a fin de cuentas es lo importante».

Un negocio que salta el charco

Amengual es uno de los pioneros de Baleares en adentrarse en este mundillo pues, según declara, solo conoce una persona más que se dedica a ello, que es su hermano. En total, en su página de MyMiniFactory tiene más de 600 seguidores y con los beneficios que le da esta actividad tiene suficiente para pagarse una vida en Mallorca. De hecho, el diseñador se enorgullece de poder subsistir de su negocio haciendo las maquetas que a él le apetecen pues, según declara, este negocio está muy marcado por las modas del momento: «Las tendencias suelen marcar los picos de ventas. Por ejemplo, cuando Amazon anunció su serie de los Anillos de Poder, basada en la saga de El Señor de los Anillos, vi que mucha gente se interesaba en comprar construcciones de fantasía medieval. De todas formas, como normalmente la gente que compra estos productos suele tener unos 40 años, las cosas vintage suelen ser lo que más tiran».

De todas formas, Amengual destaca que uno de los aspectos más desafiantes de lo que hace es, sin duda, la parte comercial y financiera. Cabe destacar que el diseñador trabaja de forma autónoma y, según la legislación vigente, su cliente no es Kickstarter, sino los patrones que han financiado su proyecto, por lo que está dentro de sus obligaciones realizar facturas individualizadas para cada uno de ellos, un hecho que se complica todavía más si su mercado abarca un target internacional: «Casi todos mis clientes son de Estados Unidos. Suelo tener una media de 700 patrocinadores por proyecto, y una vez finalice tengo que hacer una factura para cada uno de ellos. Tengo que mirar con lupa cada una de ellas porque dependiendo de donde venga tengo que aplicar IVA. Tuve que aprender a hacer excels precisamente para esto».

Por suerte, Amengual cuenta con la ayuda de una gestoría que le revisa las facturas y aplica todos los gravámenes correspondientes, aunque lamenta que todavía no existe una normativa clara que se refiera a su situación laboral y le ayude a agilizar todo este proceso: «No hay una legislación concreta que indique como manejar estos temas. A diferencia de los productos físicos, lo digital no pasa unas aduanas. Las declaraciones y los cambios de divisa pueden ser un quebradero de cabeza, y además en MyMiniFactory se paga en dólares. El tema de la fiscalidad internacional en España creo que está todavía un poco en pañales, sobre todo a lo que se refiere a ventas de particulares».