Los 'esclata-sangs' son una de las variedades más tradicionales y codiciadas de las islas. | R.L.

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La llegada del otoño en Mallorca marca el inicio de la esperada temporada de setas, una actividad que reúne tanto a expertos micólogos como a entusiastas de la naturaleza y la gastronomía local. Las lluvias recientes y el clima mediterráneo de la isla crean un entorno ideal para el crecimiento de hongos en zonas como la Serra de Tramuntana y los bosques de encinas, donde se encuentran algunas de las setas más buscadas en la isla, tales como el esclata-sang, las setas blaves y la gírgola de estepa.

Una de las especies más apreciadas en Mallorca es el esclata-sang (Lactarius sanguifluus), conocido por su característico color rojizo y el jugo que exuda al ser cortado. Esta seta se encuentra principalmente en pinares y es valorada por su sabor intenso, ideal para preparaciones como el arròs brut y otros guisos. Su popularidad ha crecido al punto de ser considerada una joya culinaria en la cocina balear, y su demanda la convierte en una de las más caras en los mercados locales.

Otra variedad significativa son las setas blaves, pertenecientes a la familia de las Russulas. Estas setas, de un tono grisáceo o azulado, suelen encontrarse en suelos húmedos de bosques de encinas. Aunque a menudo pasan desapercibidas entre la vegetación, las blaves son muy apreciadas por su versatilidad gastronómica, pues se utilizan tanto en salteados como en platos más elaborados. La Serra de Tramuntana, debido a su clima húmedo y su biodiversidad, es el lugar ideal para recolectarlas, atrayendo a muchos amantes de la micología y la cocina.

La gírgola de estepa, otro tipo de seta popular en la isla, es común en las zonas de matorral y pinares. Con su particular color oscuro, esta seta destaca tanto por su sabor único como por su fragilidad, lo que hace que sea perfecta para incluir en guisos y platos tradicionales de la cocina mallorquina.

El clima de Mallorca, con veranos cálidos y otoños húmedos, no solo facilita el crecimiento de estas especies sino que también permite que la recolección de setas sea una actividad familiar y culturalmente relevante. A medida que el otoño avanza, los bosques mallorquines se llenan de recolectores que, armados con cestas de mimbre, buscan estos preciados hongos, siempre bajo la recomendación de respetar las normas de seguridad y sostenibilidad en la recolección.