Esta primera jornada, dedicada a Badies somes i cavallets de mar, fue inaugurada por Antoni Grau, director general de Pesca, y Aniol Esteban, director de la Fundació Marilles. Grau ha explicado que el Govern está estudiando la regulación de la velocidad de las embarcaciones en aguas costeras «no sólo por una cuestión de ruido y seguridad, sino también por la turbidez que provoca en las aguas». El director general señaló que «no hay que crear falsas expectativas de recuperación del estado prístino original, pues actualmente existe una actividad humana y de navegación en aguas que siempre fueron calmas». El Govern, a través de la Conselleria d’Agricultura, Pesca i Medi Natural, ya ha iniciado reuniones para elaborar una estrategia balear de conservación de zonas marinas someras, entendidas como aguas poco profundas y poco renovadas, con altas salinidad y temperatura, que pueden albergar una gran riqueza de flora y fauna. Sin embargo, la mayoría de ellas se ven gravemente degradadas por los impactos humanos (urbanización, presión de la navegación o contaminación, entre otros factores).
Aniol Esteban ha indicado que «no recuperaremos el estado prístino de nuestras aguas, hemos perdido color y vida, pero sí podemos mejorar la situación actual con más inversión y siendo eficientes con los recursos que ya tenemos».
Emma Cebrian ha destacado la «cantidad excepcional de bahías someras que tiene Baleares en el conjunto del Mediterráneo, pero nos encontramos con amenazas que pueden llevarnos a un no retorno si queremos cierta recuperación: urbanización, vertidos, especies invasoras, olas de calor…». Cebrian defendió las labores de restauración, pero precisando que «muchas veces no funcionan y, en cualquier caso, siempre es mejor la conservación y mitigar impactos que tener que restaurar».
Jorge Terrados, del Institut Mediterrani d’Estudis Avançats (Imedea), ha detallado el proyecto de Bosc Marí, en la bahía de Pollença, financiado por Red Eléctrica, que consiste en la recuperación de dos hectáreas de posidonia a menos de 10 metros de profundidad con fragmentos de estas plantas marinas con hábitos de crecimiento horizontal. Terrados ha explicado que «con seis años de monitorización, la supervivencia ha sido superior al 80 %, aunque la recuperación de densidades naturales será a largo plazo. La plantación de posidonia es técnicamente viable y puede tener éxito, pero la recuperación del ecosistema es lenta». Al igual que Emma Cebrian, Terrados incidió en que «es mucho mejor conservar que restaurar y no hay que olvidar que conservar es requisito para restaurar».
Por su parte, Tatí Benjumea y Laura Royo, de la Fundació Cleanwave, han comentado su proyecto de restauración de la bahía de Portocolom (Felanitx), cuyo estado de conservación, en general, «es desfavorable y malo por el impacto del urbanismo, las obras portuarias con dragados y movimientos de arena, la presión náutica o los fondeos sobre posidonia». Este proyecto de restauración tiene de plazo hasta 2026 y cuenta con financiación privada.
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Si la agitación provocada por el movimiento de las barcas provoca turbidez en las aguas, no te digo lo que debe ser cada vez que el viento pasa de fuerza 3 y monta olas. Imaginaos el efecto de las olas cualquier día en que sople un poco de brisa. Habrá que prohibir que el viento sople por encima de esa intensidad. No, en serio. Lo de limitar la velocidad de las barcas (que ya o está) por motivos de seguridad lo puedo entender. De hecho lo que habría que hacer es poner gente a hacer el trabajo de control de esa velocidad, es decir, aumentar el control de nuestras costas por parte del SEPRONA. Pero invertir en dotar a la Guardia Civil no mola, no es progre, no da votos. De manera que es mucho más aparente poner en un papelito que está prohibido esto y aquello y lo de más allá. Eso sale en los periódicos y parece que hacemos algo y al mismo tiempo no nos cuesta un dinero que así podremos destinar a nuestros chiringuitos. Todos contentos.