Arnau Perelló Ferrer, técnico agrícola ganadero, es el encargado de cuidar y gestionar las manadas de caballos de la raza francesa Camarga, muy resistentes y adaptados a las zonas húmedas, incluso salubrosas, «Pueden parir en medio del agua o beber agua salada un tiempo», explica. En el parque viven actualmente 28 caballos, dos de ellos sementales.
El experto, que ocupa su plaza desde hace ahora seis meses, se ha marcado el objetivo de crear dos manadas reproductoras para que los nuevos equinos vayan sustituyendo a partir de 2025-2026 la población de vacas que tradicionalmente mantenía a raya el cañizo. La mayoría de los ejemplares de ganado vacuno han sido trasladados al parque de Llevant y su presencia ya es prácticamente testimonial en s’Albufera, entre otras cosas por su elevada edad. «Yo las llamo las siete vacas jubiladas», cuenta Perelló Ferrer.
En la Albufera hace treinta años que hay vacas y llegaron a tener varios bueyes. «Tenemos vacas con 30 años de edad, lo que es una rareza Para los caballos y los bovinos que viven aquí en semilibertad la Albufera es el paraíso», relata el técnico agrícola ganadero. El envejecimiento de las vacas generaba un importante problema en el parque por el riesgo de mortalidad. «En el Parc de Llevant hay una población estable de buitres por lo que en caso de que muera ganado este sirve como alimento», dice el experto.
Las que quedan en el parque natural de s'Albufera apenas se mueven ya. «Mi trabajo consiste en mover los caballos por la periferia del parque para reducir la masa forestal y que hagan cortafuegos. Aunque están en un régimen semisalvaje, los vacunamos una vez al año, teniendo en cuenta además que están en un espacio con un elevado número de visitantes», añade.
De un tiempo a esta parte los ejemplares de la raza Camarga hacen las delicias de mayores y niños. Habitualmente hay una cinco machos delante al centro de visitantes pero todo depende de las necesidades del momento. «Son los únicos caballos semisalvajes en Baleares y normalmente se mueven dentro de los márgenes del parque, pero cerca de la periferia, en la zona que colinda con sa Pobla y Muro», dice.
«Eso es así porque nos dan la oportunidad de reducir la caña y crear cortafuegos y normalmente el fuego no viene de la zona de playa, suele estar vinculado a negligencias agrícolas», dice Arnau Perelló. Explica que los animales «tienen mucho éxito entre los visitantes porque son preciosos, de un hermoso color blanco. Es lo que más fotografían y hasta hemos tenido que poner letreros para que no los alimenten», continua.
Además de abrir cortafuegos, al reducir masa vegetal mediante la ingesta, los equinos se utilizan también para favorecer a especies autóctonas como la orquídea del prado. «Hay que repartirlos estratégicamente según las necesidades ecológicas. Todos los movimientos los consulto antes con el naturalista y el director del parque porque lo que queremos es favorecer la conservación. Son como desbrozadoras de cuatro patas y ahora están quitándole competencia a la orquídea del prado para que pueda florecer», relata el experto
Prácticamente todos los caballos que viven ahora en el parque natural han nacido en él, pero la última tongada reproductora se remonta a antes de la pandemia. «Tenemos que volver a reproducir porque tenemos más machos castrados que hembras reproductoras. Hay que poner en marcha la reproducción y quedarnos más hembras evitando la consanguinidad», explica.
El uso del ganado para el control forestal y la prevención de incendios no es nuevo, pero sigue siendo minoritario en Mallorca. Algunos municipios como Esporles o Mancor utilizan asnos para mantener a raya la vegetación de los torrentes. En la Albufera también hubo asnos y llegó a hacerse un experimento de cruce del asno mallorquín con los caballos franceses con el objetivo de conseguir ejemplares autóctonos más residentes, pero no salió bien. «Los mulos son muy problemáticos por su carácter y eso es delicado en espacios públicos. Los caballos asalvajados que tenemos ahora, en cambio, son nobles y dóciles», dice Perelló Ferrer.
Sus animales se alimentan prácticamente todo el año de la vegetación del parque natural. «La Albufera va al revés que el resto de zonas agrícolas de Mallorca. Cuando más comida hay en lugares que no son húmedos más falta aquí. En cambio en los meses de verano, cuando escasea la comida en las zonas secas aquí tenemos gran abundancia», explica el experto. Por eso los caballos de la Albufera apenas precisan aportes extra de comida, salvo en los meses más crudos del invierno.
Durante décadas, debido a esta singularidad de la Albufera, los bueyes, vacas, burros y ganado que han pasado por el parque natural se trasladaban también a otros parques naturales de Mallorca, en función de las necesidades de reducción de masa forestal. Esos traslados se hacían en camiones, pero hace un tiempo que se ha decidido suprimirlos. «No es natural ni sostenible que se haga la trashumancia con camiones cada seis meses. Sería muy distinto si se pudieran mover a pie entre fincas más próximas», concluye Arnau Perelló.
1 comentario
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Esta noticia es muy triste, por esto en casa, en nuestro pequeño jadín, anidan mirlos, gorriones y palomas. Siempre encuentran comida y agua. Por la mañana es un sueño oirlos.