Manel Crespí, experto agente de la Policía Local de Inca en ciberdelincuencia y protección de los jóvenes desgrana casos reales vividos en Mallorca.

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Dice que una imagen vale más que mil palabras, por lo que un caso real que provoque una conciencia colectiva que proteja a los menores de los peligros de las redes sociales, también lo vale. Es lo más efectivo. Un caso ocurrido en Inca durante el curso pasado que podría ocurrirle a cualquier otro joven de cualquier otro municipio, e incluso a un adulto. Lo cuenta el policía tutor y primer ciber-agente chatbot de la Policía Local de toda España, Manel Crespí.

«Estaba en comisaría cuando llegó un joven de 16 años muy nervioso y ansioso, preguntó por el policía tutor y me dijo que le estaban extorsionando a través de mensajes de Instagram», narra Manel. Se trataba de una 'sextorsión'. Alguien estaba amenazando al joven con publicar un vídeo de él desnudo en la ducha. Y aunque la mayoría de las 'sextorsiones' comienzan con un 'sexting' (envío de fotografías o vídeos de contenido erótico de forma voluntaria), en este caso, no lo fue.

«El menor estaba en su casa y fue a ducharse con toda la normalidad, dejó el móvil en el baño, para poner música, y mediante un virus le activaron en remoto la cámara. Le grabaron desnudo. Al cabo de unos días, alguien le 'abrió' en Instagram», cuenta el agente. Fue una conversación habitual, aunque fuera de un desconocido; 'qué tal', 'me encanta tu foto de perfil'; el joven continuó la charla sin sospecha alguna hasta que, en un momento dado, el usuario desconocido le envío una captura de su vídeo desnudo y le exigió 2500 euros para no publicarlo.

«Le dijo que si no le pagaba, enviaría el vídeo a sus familiares, amigos, a todos. A esa edad y con la importancia que tiene la autoestima, puedes pensar que te van a arruinar la vida», explica Manel. «El joven no tenía culpa alguna pero sentía pánico sobre lo que dirían los demás». Llegó a hacer incluso varios ingresos de cantidades menores pero las amenazas no cesaron. Finalmente, tras acudir a la Policía Local de Inca, derivaron el caso a la brigada específica de la Guardia Civil y se interpuso una denuncia. No volvieron a acosarle.

Internet ha agravado todos los casos relacionados con menores. Es una realidad. De hecho, sólo en el municipio de Inca, «de 20 intervenciones realizadas el curso pasado, 18 se habían iniciado por algún tema de redes sociales o magnificado por amenazas y acoso en las mismas», explica Crespí. Las redes sociales no sólo magnifican el acoso o el abuso sino que, además, son la puerta de entrada de los delincuentes para captar a sus víctimas menores.

El caso TikTok

En 2022, la polémica envolvió a la popular red, aunque no ha servido para reducir a sus adeptos. Un caso de pornografía en el que se demostró que algunos adultos 'recompensaban' a niñas menores de edad con monedas virtuales si se desnudaban ante ellos. Un delito de corrupción de menores. TikTok realizó una serie de estudios y análisis para tratar de minimizar los riesgos, pero es imposible controlarlo por diversas razones.

En un sólo mes, se detectó que se habían enviado «un millón de recompensas» a menores. «De hecho, hay niños de once y doce años que quieren abrirse un TikTok o Instagram, que son las redes de moda y en auge, y nos preguntan si es ilegal. Lo primero que dejamos claro es que, si se rigen por las propias normas de la red, no podrían tener un perfil y que si se lo hacen, es porque mienten en la edad, ya empezamos mal», explica Crespí. Y la realidad es indiscutible, un gran número de menores miente y se lo hace.

«La legislación propia de TikTok establece que la edad mínima son 13 años, pero nos encontramos con chavales mucho más jóvenes, hasta de diez años, que ya tienen perfil. El problema es que es muy fácil engañar pero hay que ser conscientes de que cuando le damos a 'Aceptar', estamos diciendo que los datos que hemos dado son reales, si luego tienes problemas, la responsabilidad será del propio menor o de los padres, claro», explica Xisco Nieto. Es el agente de Policía Local de Palma encargado de las charlas, tanto de Tráfico como de Redes Sociales.

«Los padres también tienen su parte de responsabilidad en todo esto, debe haber un control más exhaustivo y muchas veces no es así», continúa Xisco. Sus charlas preventivas van dirigidas a alumnos de 5º, 6º de Primaria y 1º de ESO. En Inca, también se combinan las charlas a los padres. «Lo tengo que decir como crítica social, cuando las hacemos, vienen muy pocos, y son los concienciados los que vienen. Nos sabe muy mal no conseguir llegar a la gente que realmente necesita recibir este mensaje. Es fácil darle al niño el móvil o la tablet mientras haces la cena pero estoy seguro de que se asustarían si al final del día, vieran el tiempo que ha estado conectado a internet», explica el policía tutor inquer Manel, «he visto casos de niños que pasan siete u ocho horas diarias, como una jornada laboral, ya me dirás qué tipo de relación va a tener después con el mundo que le rodea, con su familia, sus amigos, su rendimiento académico».

Pornografía, abusos y corrupción de menores

Uno de los principales peligros del uso de las redes sociales e internet por parte de los menores es su exposición a los delincuentes, que saben perfectamente cómo utilizarla como herramientas de captación. «Los jóvenes a veces nos dicen, 'que va, lo conozco, hace un mes que hablamos', pero su percepción no es real, no conoces a la persona, conoces un perfil y no sabes quién está detrás. No digo que todo el mundo tenga mala intención pero hay quien sí la tiene y se aprovecha del escudo de la pantalla, usan la 'oscuridad' de la red para pedirles fotos. La pornografía está estrechamente ligada a todo esto, utilizan ese contacto inicial y cuando se ganan su confianza les dicen de pasar a Whatsapp y entonces ya no hay control», describe el policía tutor de Inca.

Otro de los problemas es que la mayoría de material de contenido erótico o sexual que acaba en manos de los delincuentes sexuales es «material autoproducido. Se graban, se hacen fotos, quizá en pareja o porque quieren y confían en que nadie reenviará ese material. Está claro que quien comete el delito es quien lo distribuye pero eso ya da igual porque una vez que has enviado una imagen, ya has perdido el control de lo que puede pasar después», explica.

Ya no hay bullying sin ciberbullying

La clave que marca la vulnerabilidad de los jóvenes reside en que, por su edad, su percepción del riesgo es significativamente menor a la de un adulto. «Se fían más de todo, tienen poca experiencia de vida y son mucho más susceptibles de picar en un engaño», explican los agentes. Ese exceso de confianza y la porción tan grande de presencia que han adquirido las redes sociales en la vida de los jóvenes, ha hecho que «sea imposible separar el bullying del ciberbullying; en casi todos los casos o es el origen del conflicto o magnifica el que hay», desgrana Crespí.

En cada episodio relacionado con el acoso escolar, los agentes encuentran fotografías, amenazas, pantallazos, elementos que «van en el pack»; algo que no sorprende si pensamos en que, a partir de los 15 años de edad, «el 90% de los alumnos, tiene móvil». Si a eso, se le suma la percepción de que no es un delito grave, el caldo de cultivo para el acoso está sobre la mesa. «Es muy grave porque a través de las tecnologías digitales te pueden machacar 24/7, a todas horas; como víctima es muy heavy y como agresor pierdes hasta la noción de la gravedad de lo que haces, pierdes la conciencia de lo fácil que es enviar un audio, un vídeo, amenazar; es una realidad», cuenta Manel. De hecho, cuando los agentes preguntan: ¿Habéis insultado alguna vez por whatsapp? «Todos levantan la mano», dicen.

El problema es que, incluso, cuando la policía interviene en uno de estos casos de acoso, la reacción del menor implicado continúa siendo de que 'no ha hecho nada'. «La mayoría de las veces nos dicen que no iban a hacer nada, que sólo querían asustarle; no acaben de ver la gravedad de lo que hacen», explica el policía tutor de Inca. Cuando realizan charlas, les plantean a los alumnos la regla de los diez segundos: «antes de publicar una foto, un comentario, enviar algo, lo que sea; espera diez segundos. Las emociones a veces te juegan malas pasadas. ¿Quién no ha contestado mal a su madre? Si das una mala respuesta, te puedes arrepentir y disculparte pero si por despecho o rabia enviamos un comentario, una amenaza, compartimos una foto en ropa interior, ¿cómo volverás atrás? Eso ya no se borra», conciencia muy claramente Manel.

Los 'influencers' no expertos

Lamentablemente, son la mayoría. Muchas de las figuras más famosas del momento en redes sociales hablan con naturalidad sobre temas de los que no son expertos; por lo que provocan que sus seguidores sigan a pies juntillas muchas ideas que no están fundamentadas en la realidad. «Es curioso porque nos encontramos ante un momento en el que cuánto más informados, más desinformados. Buscas algo sobre el terraplanismo, lo encuentras; lo que quieras, opiniones sobre el alcohol, la marihuana. 'Yo he visto que es natural', te dicen. Claro, el veneno de algunos animales también es natural y no por eso vas a evitar que te mate. La información que reciben es sesgada y la aplican en todos los ámbitos», cuentan los agentes.

El policía tutor de Inca lo confirma con una anécdota: «ayer mismo, un joven de 17 años con un patinete, iba sin casco, ni chaleco, ni nada y cuando lo paro me dice que ha visto en TikTok que para ir en patinete, mientras no vayan dos personas y por la acera, no hace falta nada más. Increíble, le hizo caso antes a un Tiktoker que a la ordenanza que tiene a su disposición», cuenta Manel Crespí.

Aún con la cantidad de conflictos que las redes provocan en sus respectivos trabajos, los policías locales no están en contra de las redes. «Las charlas no son para demonizar ni mucho menos, de hecho el mundo funciona mejor y más rápido gracia a internet. Si todo se apagase ahora, nos retrasaría varias décadas. No hay que tener miedo pero sí respeto, saber donde nos metemos y lo que hacemos», aconseja Xisco Nieto, «yo comparo internet con la cocina. Es una parte fundamental del hogar pero tiene sus peligros, nos podemos quemar, cortar con un cuchillo. No se trata de que no entremos nunca más sino de hacerlo con conocimiento de causa».

Inca, pioneros en el policía virtual de inteligencia artificial

Los agentes se ven obligados a estar en constante formación ya que, precisamente, las tecnologías digitales van a la velocidad de la luz; por ello se han puesto en marcha iniciativas como la del primer chatbot agente de policía virtual. Está basado en la inteligencia artificial y se entrena con informaciones concretas sobre el acoso escolar y las problemáticas habituales de los jóvenes. «Inca es el único que cuenta con este dispositivo en toda España», explica orgullos Manel. Su avatar le permite dar una solución a los jóvenes a través de la pantalla y favorecer que luego recurran a él en persona. «La manera de comunicarse ha cambiado, los jóvenes envían audios, mensajes; eso de llamar o de ir a la policía no pasarían, si vienen, vienen con los padres y muy pocas veces», aclara Manel.

Ejemplo de conversación con el 'chatbot'
Esta herramienta virtual no está hecha para una intervención urgente pero ofrece los recursos a los que el joven sí puede dirigirse en una urgencia

También aprovecha para lanzar un consejo a los padres: «no hay que decirle que es su móvil sino que nosotros se lo compramos y prestamos, precisamente, porque a la hora de retirárselo no habrán que entrar en la discusión de 'es mi intimidad'». Es curioso como los jóvenes tiran de la privacidad para combatir contra sus padres y, tal y como explica Xisco Nieto, Policía Local de Palma, «no son conscientes de que al aceptar las típicas 'condiciones de uso' regalan sus fotos, ceden los derechos de propiedad intelectual y de imagen a esa empresa, sin limitaciones y sin contraprestación. Y cuando lo dices, se alarman, pero lo hacen todos los días».