La presidenta del Govern, Marga Prohens, en el pleno del Parlament. | Jaume Morey

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El escenario que se le abre ahora a Marga Prohens para aprobar los Presupuestos es complicado porque además el calendario parlamentario juega en su contra. La presidenta ha anunciado su intención de aprobar un decreto ley para derogar todas las medidas de Vox que aprobó el PP por error. Esta es una de las decisiones que han irritado al sus antiguos socios, que le pide que mantenga todo lo que votó a favor, como por ejemplo la supresión del catalán en la educación o en la función pública y la posibilidad de edificar en áreas naturales.

La aprobación de este decreto ley por parte del Govern deberá hacerse en el plazo de unas dos semanas mientras que la aprobación de los Presupuestos tiene que hacerse dentro de tres. Es decir, si se respetan los tiempos, llegará antes la derogación de las medidas del partido de extrema derecha que los Presupuestos. Si Vox exige que no se aprueba este decreto para dar su apoyo a las cuentas del año que viene, el Govern también puede jugar con el calendario y retrasar su aprobación por parte del Consell de Govern hasta final de mes.

Prohens también tiene la opción de aceptar todas las enmiendas que ha presentado Vox a los Presupuestos, como ya sucedió el año pasado. Entre las exigencias de Vox está la modificación de las leyes lingüísticas en vigor en este momento. En el PP ya hay voces de pese que comienzan a defender que hay que parar los pies a los antiguos socios para hacerles entender que no pueden imponer su criterio a la vista de su escasa representación.

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Si se concreta esta posibilidad y se impone la tesis del PP que apuesta por no seguir cediendo ante Vox, a la presidenta se le abre la posibilidad de negociar con los díscolos de Vox y conseguir la aprobación de las cuentas para el año que viene con los dos exdiputados de Vox, Agustín Buades y Xisco Cardona, además de los otros dos críticos de la formación: Sergio Rodríguez e Idoia Ribas. Con los votos de estos cuatro diputados se aprobarían las cuentas sin tener que depender de Vox. Uno de estos exdiputados, Agustín Buades, ya salió ayer a criticar duramente el movimiento de sus antiguos compañeros, a quienes acusó de tacticismo político. Ello da a entender que, si el PP acepta alguna de sus enmiendas, su apoyo puede quedar garantizado.

La última opción que le queda a la presidenta es la más radical de todas ellas: no negociar ni con unos ni con otros y dejar que Vox dinamite los Presupuestos cuando se voten en el pleno. En ese caso, las cuentas se prorrogarían de manera automática y podría gobernar un año más. En caso de que la inestabilidad persista y Prohens no logre aprobar ninguna propuesta en el Parlament, tiene la posibilidad última de disolver el Parlament y convocar elecciones.

En ese escenario, se arriesga a que el resultado no cambie y siga dependiendo de Vox, si es que las ganas. También el PSIB tendría un problema porque obligaría a los socialistas a definir si Francina Armengol sería la candidata, con la complicación añadida de simultanear campaña y presidencia del Congreso.