Su eslora de 65 metros la situaba por aquel entonces entre las mayores de su clase a nivel internacional. A la vez, sus tres imponentes mástiles que pueden izar más de 1.700 metros cuadrados de velamen le proporcionaron una presencia sin parangón desde la época dorada en la vela deportiva del ‘yachting’, en los años 20 del pasado siglo.
Fue el producto de un sueño que, poco a poco, cobró forma en las gradas palmesanas, bajo la dirección de Diego Colón de Carvajal, actual director general de Astilleros de Mallorca. Con casco de acero y cubiertas de teca, aquel gran velero marcó un hito. Aunaba elegancia con belleza y velocidad. Sus 370 toneladas de desplazamiento podían alcanzar los 12 nudos a toda vela. Con lujosos alojamientos para 10 invitados y 14 tripulantes, los interiores fueron revestidos en preciosas maderas nobles, según un estudio de John Munford.
Se ideó como un hogar en el mar y una filosofía de vida. Con una estampa para ser admirada surcando los mares a toda vela. Para navegar a la antigua usanza sin renunciar al moderno confort. No para trasladarse de un puerto a otro, si no, sobre todo, para evocar un estilo, una atmósfera, una estética cada vez más distante en el tiempo. La que inspiró a los más intrépidos ‘skippers’ guiados por el instinto marinero a la hora de trazar un rumbo, según la dirección y fuerza del viento. Hasta ver cumplida la gran singladura de la vuelta al mundo.
Su construcción, según diseño de Arthur Holgate, culminó toda una época en Mallorca, iniciada siglos atrás y que alcanzó su época floreciente durante el siglo XIX, cuando los mestres d’aixa del Mollet y a lo largo de litoral, junto a los otros puertos de Mallorca, botaron toda una pléyade de veleros mercantes que en sus singladuras llegaron al Nuevo Mundo. Justo en el mismo enclave donde cobró forma esta goleta, como colofón de un largo y glorioso historial, digno del mejor museo marítimo.
Más tarde, en 1991 la Jessica fue objeto de una reforma en Gran Bretaña, a la que han seguido sucesivos ‘refits’, y cambió su nombre por el actual de Adix al cambiar de propiedad, actualmente a cargo de un conocido banquero español. Pero la joya náutica por excelencia de nuestros astilleros ha mantenido intacta su estampa causando admiración en sus singladuras, entre los navegantes, los amantes del mar y los grandes veleros.
1 comentario
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Unos astilleros que en aquellos tiempos aún construían barcos porque ahora sólo los pintan