El investigador Bernat Morey, fotografiado antes de la entrevista. | Jaume Morey

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Bernat Morey (Santa Eugènia, 1967) publicará próximamente Pedra a pedra. La construcció a Mallorca, libro editado por Documenta Balear. Morey es maestro, biólogo, doctor en Geografía e Historia y marger autodidacta, y cuenta con seis premios de investigación y más de cien artículos científicos. En este nuevo libro, Morey explica el origen y el uso de los materiales en la construcción tradicional de la Isla.

¿Cómo surgió la idea del libro?
—Cuando estudié el patrimonio paleontológico de Mallorca iba fijándome en los materiales. De ahí a observar cómo se han utilizado sólo había un paso. Desde pequeño he vivido y trabajado entre albañiles, aunque sólo de peón. He conocido muchos de los materiales que explico en el libro y a albañiles como mi padre, que aún practica el trabajo anterior a la llegada de los materiales modernos. Este libro es también un homenaje a todos ellos.

¿Ya no se conocen los materiales usados en la construcción tradicional?
—No tanto como parece. La Seu tiene 700 años, se construyó con más de diez tipos de materiales distintos, todos de aquí, y seguro que muchos arquitectos mallorquines sólo podrían reconocer tres o cuatro. Hace falta mucho trabajo de divulgación y, sobre todo, dar a conocer cómo se utilizaba cada material de cara a futuras restauraciones, siempre que sean respetuosas. Se han hecho y se siguen haciendo muchos desastres. El objetivo sería actuar como en Notre Dame, con recursos para recuperar un símbolo nacional con los materiales originales. Para Notre Dame incluso se han talado y aprovechado robles centenarios.

¿Qué podemos encontrar en este libro?
—Conoceremos los materiales que forman la Isla y cómo se han utilizado. Los observamos por edades y prestaciones, pero también pueblo a pueblo, templo a templo y possessió a possessió. Es un trabajo inmenso, pero agradecido. Mallorca tiene una extraordinaria fuerza y personalidad para absorber cada cultura que ha llegado e integrarla de manera discreta, sencilla y elegante. Éste es uno de los principales factores de su aún valorada belleza, pero que se pierde a paso agigantados.

Discreción, elegancia y sencillez.
—Existe la leyenda de que los Berga, cuando reformaron su palacio de Palma en el siglo XVIII –la actual sede de la Audiencia Provincial– tuvieron la idea de que las barandillas fuesen de plata para demostrar su poder. Las familias nobles amigas les hicieron desistir, pues materializar esa idea supondría una provocación para las clases populares e incitaría a revueltas. Efectivamente, nuestras piedras han sido utilizadas para la construcción con discreción elegancia y sencillez. Ahora tenemos una mentalidad de nuevos ricos presuntuosos y, por qué no decirlo, horteras. Las piedras también nos explican esa transformación.

¿Qué más nos muestra el libro?
—Una curiosa industria del vidrio y el trabajo del yeso, la cal el barro o la arcilla, la labor de los margers, las calcáreas arrecifales y las calcarenitas o maressos que trabajaban los picadors, todo un mundo que vale la pena explorar y conocer.

¿Qué ha sido lo más difícil?
—Algunos materiales se pueden confundir. Otros, como los de la basílica del Santuari de Lluc, están tan decorados que ni se reconocen. Los materiales ornamentales de cada palacio o possessió pueden no ser de aquí y no se sabe de dónde vinieron.

Sigue descubriendo cosas que todavía le sorprenden.
—Por supuesto. Para eso investigo. No hay que dar nada por supuesto. Continúa siendo un misterio por qué Pol·lèntia fue abandonada. Dicen que parte del material de los Banys Àrabs es foráneo y yo lo veo muy de aquí. Las rosasses de la Seu son de un material muy escaso y escondido, la rodolita, más idóneo para esculpir que la piedra de Santanyí. Puede que, gracias a la rodolita, las rosasses de la Seu sean los rosetones góticos más grandes del mundo. Del mismo modo, puede que, gracias a la piedra de Santanyí, la Seu sea la catedral gótica más estilizada. Cada iglesia, cada possessió, cada rincón de la Isla puede guardar sorpresas increíbles. Basta con levantar la cabeza y mirar con interés y curiosidad.

¿Y qué podemos aprender de todo ello?
—Que tenemos materiales y podemos recuperar conocimientos. Lo que se necesita son ganas de hacer las cosas bien y con dignidad, como en Notre Dame. El libro puede ser consultado por especialistas, historiadores, arquitectos o técnicos patrimoniales, pero va dirigido a todos los que vivimos aquí y también a los que nos visitan.