Imagen de Francesc Antich en su etapa como alcalde de Algaida. | ARCHIVO

TW
1

A finales de la década de 1990, un tipo barbudo que había sido alcalde de Algaida y que había salido en los periódicos porque se metía en las zanjas para ayudar a los obreros a canalizar las aguas del pueblo, presentó su candidatura para dirigir el partido socialista balear. Fue entonces cuando le conocí. Nadie daba un duro por él. Se enfrentaba a la línea oficial que capitaneaban el histórico Andreu Crespí y la poderosa Margarita Nájera. Hablaba de cosas como «más PSIB y menos PSOE» y del Estado federal.

Recuerdo que Joan Riera, del antiguo Diari de Baleares, fue el único cronista político que creyó en él. Fotocopias de las informaciones y artículos de Joan eran repartidos por las agrupaciones y entre la militancia. Aquel tipo barbudo ganó las primarias y después alcanzó la Presidencia del Govern. Se desvivió dos veces para estar a la altura de los grandes retos a los que se enfrentaba. «Tot són lios», decía con media sonrisa y vena de glosador de gran altura.

Resistió las críticas internas, el desgaste de la oposición y el abuso de la prensa hostil. Desplegó la ecotaxa y encaró el futuro de Son Espases. Hace una semanas le vi por última vez. Con Biel Majoral y Biel Alzamora arreglamos el mundo. Pero lo mejor fue su solución para España. «Madrid s'ha independitzar de la resta del país. Tots podem viure sense ells. Darrerament no fan més que crear lios i tensions». Qué curioso, era la misma reflexión del artículo que Joan Riera publicó hace unos domingos en Ultima Hora. Me di cuenta entonces de lo poco que hemos cambiado en este tiempo, y ahora de lo mucho que echaremos en falta a Francesc Antich.