Roscones de Reyes en el Forn de Ca na Teresa, en Palma. | Amalia Estabén

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El roscón de Reyes es, sin duda, el protagonista gastronómico indiscutible del 6 de enero en España. En Mallorca, numerosas panaderías y pastelerías trabajan incansablemente durante los días previos para satisfacer la gran demanda de este tradicional dulce, elaborándolos con frutas escarchadas, azúcar, coberturas de chocolate, frutos secos y una amplia variedad de rellenos.

Más allá de su delicioso sabor, el roscón de Reyes encierra todo un juego familiar. En su interior se esconden dos sorpresas: una figura del rey y un haba. Quien encuentre el rey en su porción podrá coronarse, mientras que al desafortunado que le toque el haba le corresponderá pagar el roscón. Esta divertida costumbre mantiene viva la ilusión de pequeños y mayores alrededor de la mesa.

Entre las pastelerías mallorquinas que destacan por sus exquisitos roscones se encuentra el Forn de Ca na Teresa, con más de medio siglo de trayectoria. Sus elaboraciones artesanales de nata, trufa, crema y cabello de ángel son las más demandadas, aunque también realizan por encargo sabores especiales como chocolate, bombón o turrón.

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Lluis Pérez Pastisser es otra de las panaderías señaladas por los usuarios de TripAdvisor como una de las mejores para adquirir el roscón. Su secreto radica en el uso de productos locales y en el mimo con el que trabajan la masa, logrando un equilibrio perfecto en textura y sabor.

La Pastelería Reina Maria Cristina, ubicada cerca de la Plaza de Toros de Palma, es conocida por sus ensaimadas, pero en estas fechas también elabora unos deliciosos roscones que no dejan indiferente a nadie. Por su parte, Fornet de la Soca apuesta por la recuperación de recetas tradicionales, como el Tortell dels Reis, una joya gastronómica que antaño preparaban las desaparecidas confiterías palmesanas.

Si nos alejamos de la capital, encontramos otras propuestas igual de tentadoras. El Forn de Sant Francesc, en Inca, ofrece roscones rellenos de ferrero, kinder, nata, chocolate o crema, mientras que el Forn de Can Segura, en Muro, se decanta por la elaboración artesanal y pausada del roscón más clásico, con o sin relleno.