Francesc Antich, durante una entrevista concedida a este periódico el pasado agosto. | Jaume Morey

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El pasado sábado, 28 de diciembre, Francesc Antich publicó su artículo de colaboración habitual en Ultima Hora con el título de Cinquanta anys després. En ese artículo, Antich hacía referencia a la celebración en 2025 de los cincuenta años de la muerte del dictador Francisco Franco para (traducido del catalán) «poner en valor la transformación conseguida en este medio siglo de democracia, en que se ha pasado de ser una dictadura pobre y aislada a una de las democracias más plenas del mundo: una economía moderna, abierta y sostenible, una sociedad tolerante e inclusiva, y una potencia internacional comprometida con el multilateralismo, el europeísmo, la paz y el desarrollo del Estado de las autonomías».

En el escrito, Antich también expresaba su preocupación ante un momento «de crecimiento de los partidos de ultraderecha, con unas ideas que han radicalizado a los partidos conservadores, que rompen todos los puentes de diálogo con las fuerzas progresistas y ello obliga a trabajar para establecer un cordón sanitario contra la extrema derecha».

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En otra parte del artículo, Francesc Antich comentaba que «la esencia del Estado de las autonomías es permitir que cada territorio pueda propugnar su singularidad, pues para defender posturas de partido ya está el Congreso de los Diputados».

Coincidiendo con la publicación de su artículo en este periódico, Antich envió a un mensaje de Whatsapp al geógrafo y escritor Climent Picornell para comentarle un artículo de éste en ese mismo día, aparecido igualmente en Ultima Hora. El artículo de Picornell se titulaba I si féssim més cas a la demografia de Balears?.

El comentario de Antich enviado a Picornell fue el siguiente (también traducido del catalán): «Muy bueno, el gran tema. Pero nadie quiere hablar de que hemos agotado la capacidad de carga medioambiental y social. Los nuestros duermen en furgonetas para después enviar dinero a comunidades con rentas per cápita más altas. Falta de continuidad en las políticas de vivienda, unos las ponen en marcha y otros venden los solares. No sólo construir nuevas viviendas, hay que expropiar a grandes tenedores. Ni Vox ni Franco ni Felipe V acabarán con el catalán, acabará –con el catalán– el crecimiento demográfico. Hay que actuar sobre el modelo de crecimiento. Cuando desclasificamos urbanizaciones nos decían de todo porque cuesta mucho dinero, pero a los que clasificaban no les decían nada. Sin un gran consenso, es muy difícil, y hoy todo es crispación y confrontación, y el dinero ha dado la vuelta a la política. Hemos progresado tanto que perdemos la lengua, la biodiversidad, la cultura y nuestros hijos no pueden comprar una casa. Todo borrado por la superpoblación. Perdona la improvisación, pero sí, es el gran tema».