Un momento de la intervención de Fernando Valladares en la UIB, entre Catalina Torres y Elena Baraza, profesoras en la Universitat. | M. À. Cañellas - miquel angel canellas

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Fernando Valladares, profesor de Investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y divulgador, ha manifestado este viernes en la UIB que «hay una erosión premeditada, deliberada y financiada de la democracia y de las instituciones para provocar su decaimiento. Paralelamente, existe una inducción deliberada de la ignorancia a través de la desinformación y los bulos. Por ello, tenemos que dar un paso más, manifestarnos, ser explícitos y activos en la información, aunque requiera tiempo y compromiso».

Valladares ha ofrecido esta mañana en la UIB la charla A favor de la ciencia, contra la desinformación, organizada por el Laboratori Interdisciplinari sobre Canvi Climàtic (de la propia Universitat), el PEN Català y Attac-Mallorca.

En un encuentro previo con los medios de comunicación, el científico ha apelado a dar ese paso más ante la desinformación «porque nuestro pensamiento crítico no puede quedarse sólo en nuestras cabezas y la desinformación se aprovecha de nuestro silencio. En el mundo se está produciendo un crecimiento perpetuo con beneficiados y perjudicados, pero que a la mayoría nos está haciendo daño. Ese crecimiento no se basa en los límites del planeta, sino en producir cuanto más mejor. Todo ello pone en riesgo la estabilidad social y ambiental, pues no hay recursos para mantener ese crecimiento, por lo que no interesa una información basada en el dato, en la realidad científica. Vamos hacia una intensificación de la desigualdad económica y de la limitación de los derechos básicos».

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La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca lleva a una nueva situación, según Valladares: «Tener gobernantes negacionistas complica mucho las cosas. Trump no podrá hacer ni la mitad de las cosas que anuncia, y él lo sabe, pero la verdad es que incluso hemos llegado al negacionismo del dato objetivo y científico, lo que no deja de ser surrealista. Ante ello, la exposición del dato ya no es suficiente, ni podemos quedarnos con el color del pelo de Trump ni con la banalización de la política. Hay que incorporar capas que pueden ser de humor, empatía, humanismo, espiritualidad o ética para el reto de una mejor comunicación de la realidad científica. En cualquier caso, el pensamiento crítico no puede pasarse de la raya, pues puede llegar a un optimismo exagerado o a mensajes apocalípticos. Si nos pasamos, entramos en la conspiranoia. Nunca tanta gente vivió tan junta y, sin embargo, se siente muy sola, lo que representa un caldo de cultivo extraordinario para creerse muchas de las cosas que arrastra la desinformación, traspasando líneas rojas que había puesto la propia sociedad».

Ofreciendo una charla en la UIB, el investigador se ha referido especialmente a los jóvenes universitarios: «Son unos privilegiados por ser universitarios, pero son vulnerables por ser jóvenes. Están capacitados para ser críticos y abordar y cuestionar la información que les llega, pero son vulnerables ante la ansiedad que les provoca un planeta hecho unos zorros y una situación social y económica sin apenas salidas. De ahí que haya jóvenes que, sin haberlo vivido ni conocido, empiezan a tener en el franquismo un referente de orden y bienestar. No hay duda de que tenemos que ser firmes para mostrarles la información y las referencias reales, pero considero que también tenemos que ponernos a un lado para que aprendan, experimenten y se equivoquen».

Fernando Valladares ha establecido tres tipos de negacionismos: «el de la simple ignorancia, el patológico y el que se mueve por interés, que es el más abundante. Este negacionismo está saliendo del armario y hace mucho ruido. Por ello, si debatimos en público con los negacionistas, no hay que tratar de convencerles, sino de convencer al público que nos escucha, mostrando nuestra capacidad de pensamiento crítico frente a unos individuos que suelen ser agresivos, maleducados y no dejan hablar. No tenemos que usar las mismas armas que los vándalos de la razón».