Nekane Domblás
Nekane Domblás

Periodista especializada en política

Mitad president, mitad acusado

Imagen de Gabriel Le Senne durante la presentación del cuadro de su antecesor en la presidencia del Parlament Vicenç Tomàs. | T.Ayuga

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En los inicios de la democracia balear, los primeros gobiernos de Gabriel Cañellas tenían la particularidad de lo que se llamó un gobierno a media jornada. Algunos consellers iban por la mañana a su despacho oficial y por la tarde a su despacho de abogado o a su consulta médica privada. Con total normalidad. Cuarenta años después de aquella extravagancia, no estamos tan lejos de volver a ver algo parecido pero mucho más grave, con una dosis añadida de indignidad.

El president del Parlament, Gabriel Le Senne, se sentará por la mañana en el banquillo de los acusados y por la tarde, en su despacho del Parlament. Por las mañana, será el acusado de un delito; por la tarde, el máximo representante de la soberanía popular de Balears. Con total normalidad y sin pensar en el daño que hace a las institución.

Esta situación que debería ser insostenible en cualquier democracia avanzada se sostendrá porque Le Senne no se va. No lo hará aunque tenga ganas. No lo hará mientras Santiago Abascal se lo ordene. Vox ya tiene un mártir, un héroe de guerra, y Abascal hará todo lo que esté en su mano para mantener y amplificar esa imagen del ataque de las hordas rojas contra un patriota valiente. En ese lado de la ecuación no habrá cambios porque Vox ha decidido que la presunción de inocencia es un derecho fundamental para el president del Parlament balear, pero –qué curioso– no para la presidenta del Congreso, Francina Armengol, que ni siquiera está imputada.

Así que, si no hay cambios en ese lado, la mirada se va, inevitablemente al otro, a la otra mitad que sustenta y mantiene en su puesto a un presidente oficialmente acusado de un delito: Marga Prohens. El PP vuelve a enfrentarse a un dilema político y moral. La izquierda ya ha puesto sobre la Mesa del Parlament la necesidad de activar el mecanismo para echar a Le Senne y el PP no puede volver a ponerse de perfil. Prohens se enfrenta al desafío de elegir entre ética política y provecho político. ¿Los Presupuestos bien valen mantener a un acusado en el sillón principal del Parlament?