Unas 100.000 personas, según fuentes policiales, pidieron ayer en
Vitoria a ETA que deje de matar, en una manifestación que en
realidad se ha compuesto de dos marchas muy diferenciadas: una en
la que iba el lehendakari y los partidos nacionalistas y otra, en
la que estaban la familia de Fernando Buesa, el PSE, PP y UA. La
manifestación tuvo dos grupos, ambos con decenas de miles de
personas en contra de ETA, pero dos gritos, uno «Ibarretxe aurrerá»
(adelante) y otro «Ibarretxe dimisión», y dos intervenciones: una
del lehendakari y otra del vicesecretario general del PSE de Àlava,
Javier Rojo.
La división se manifestó también en la familia de Fernando
Buesa, ya que su hermano Jon, juntero del PNV, marchaba al lado del
lehendakari, y la viuda, Natividad Rodríguez, y los tres hijos
portaban la segunda pancarta. Entre los dos bloques de
manifestantes, que llegaron a estar separados un kilómetro, se ha
situado uno compuesto por militantes de Gesto por la Paz. La
manifestación comenzó a las cinco de la tarde, en la plaza de la
Constitución, y en los primeros instantes hubo momentos de tensión,
al acudir el lehendakari, que fue recibido con aplausos y
silbidos.
Posteriormente, comenzó la primera parte de la marcha, tras una
pancarta portada por un grupo de jóvenes con el lema «Bakea behar
dugu (necesitamos la paz). Respeto a la vida. ETA gelditu (ETA
para). Detrás, iban el lehendakari del Gobierno Vasco, Juan José
Ibarretxe, junto a su Gabinete, y el hermano de Fernando Buesa,
Jon. Al acabar esta marcha en la plaza de la Virgen blanca, el
lehendakari dio las gracias a los asistentes a la manifestación, y
señaló que «hoy hemos venido aquí a defender la vida, a exigir a
ETA que pare, que no mate, que abandone las armas, a recordar a
Jorge y a Fernando».
En su alocución, Ibarretxe añadió que «hemos venido a poner de
manifiesto el respeto por todas las ideas cuando se defienden
democráticamente, a decir que se puede pensar diferente y vivir
juntos si todos respetamos los derechos humanos de todas las
personas». A petición del lehendakari, se guardó un minuto de
silencio en memoria de «todas las víctimas de la barbarie y de la
intolerancia».
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